La mascarilla se ha convertido en uno de los elementos básico de las salas de parto en estos dos años. Una incómoda medida que dificulta las respiraciones durante el parto y que molesta más en el parto natural, principalmente a las mujeres que no reciben la epidural.
Sin embargo, como explicaba el Dr. Juan León, jefe de sección del Servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital Gregorio Marañón, hace unos días a Consalud.es “es necesario l final cuando son partos naturales los equipos están formados por cuatro o cinco profesionales y en el caso de cesárea son siete u ocho”. Y a eso se suma que no todas las embarazadas están vacunadas, y aunque lo estén pueden coger la infección y trasmitir el virus.
Un estudio publicado recientemente en Obstetrics & Gynecologycorrobora las palabras del doctor, y además pone el foco no solo en el paciente, sino en los profesionales que durante procedimientos médicos como este pueden tener un mayor riesgo de contraer la Covid-19 u otras enfermedades respiratorias.
“Durante el trabajo de parto activo, las nubes de gas complejas pueden viajar a una velocidad media de 1,8 metros por segundo, que es aproximadamente un 30% más rápido de lo que viaja una nube de gas durante la respiración normal”
Según los investigadores, aunque actualmente la Organización Mundial de la Salud no considera el parto vaginal como un procedimiento de alto riesgo, lo cierto es que “El acto del trabajo de parto y el parto vaginal implica respiración pesada y maniobras de Valsalva repetidas. Las partículas de la respiración viajan lejos y con gran velocidad y permanecen suspendidas en el aire.”, destaca el Dr. Rashmi Rao, profesor clínico asistente de obstetricia-ginecología en la Facultad de Medicina David Geffen de UCLA y autor del estudio.
Los resultados del estudio reflejan que la velocidad de propagación con la respiración pasa de 1,37 metros por segundo a 1,79 metros por segundo en la segunda fase del trabajo de parto, cuando se realiza la técnica Valsalva y una espiración forzada. “Durante el trabajo de parto activo, las nubes de gas complejas (emisiones respiratorias que contienen gases y partículas) pueden viajar a una velocidad media de 1,8 metros por segundo, que es aproximadamente un 30% más rápido de lo que viaja una nube de gas durante la respiración normal y al menos un 6% más rápido que al toser”, incide el Dr. Rao.
Para los investigadores debería ser obligatorio que los médicos tuvieran el equipo de protección personal y mascarillas FP2 cuando atienden un parto para evitar la trasmisión de la Covid-19. “Este estudio se puede utilizar como respaldo de que todas las unidades de trabajo de parto y parto deben proporcionar EPP completo (con máscaras N95) para su personal al fomentar la designación del parto vaginal como un procedimiento de alto riesgo y potencialmente generador de aerosoles. Sobre todo cuando se atienden a pacientes con Covid-19 sospechosas o confirmadas”, señala el Dr. Rashmi Rao.
En España actualmente, tanto médicos como embarazada llevan mascarilla, lo que supone una protección frente a la trasmisión de la Covid-19 como señala el estudio. Además, los protocolos establecidos en algunos centros como el Hospital Gregorio Marañón juntan a las embarazadas contagiadas para evitar que contagien al resto de embarazadas, se establecen equipos de profesionales determinados y tras el parto se limpia profundamente tanto salas como material.
“La investigación muestra qué tan rápido y lejos pueden viajar las partículas respiratorias producidas durante el trabajo de parto y el parto. En la siguiente etapa de la investigación, queremos demostrar que los aerosoles, que son partículas virales infecciosas que pueden flotar, están de hecho presentes en estas emisiones respiratorias”, concluyen.