Más de 140,000 personas murieron de sarampión en 2018 en todo el mundo, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos. Además, la mayoría de las muertes fueron entre niños menores de 5 años.
Los bebés y los niños muy pequeños corren el mayor riesgo de contraer sarampión, con posibles complicaciones que incluyen neumonía y encefalitis (una inflamación del cerebro), así como discapacidad de por vida: daño cerebral permanente, ceguera o pérdida auditiva.
Ahora, con la crisis del coronavirus 117 millones de niños y niñas podrían quedarse sin esta vacuna. Según denunció la agencia de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y tal y como se hace eco Reuters, las campañas de inmunización ya se han retrasado en 24 países y se prevé que se pospongan, pues las nuevas directrices de la OMS recomiendan que los gobiernos suspendan temporalmente las campañas de inmunización preventiva donde no haya un brote activo de una enfermedad que se pueda prevenir con vacunación.
“Brindar todos los servicios de inmunización, incluidas las vacunas contra el sarampión, es esencial para salvar vidas"
Por ello, desde la organización instan a los líderes a intensificar los esfuerzos para “rastrear a los niños no vacunados” para que reciban esta vacuna. "Si bien sabemos que habrá muchas demandas sobre los sistemas de salud y los trabajadores de primera línea durante y más allá de la amenaza de Covid-19, brindar todos los servicios de inmunización, incluidas las vacunas contra el sarampión, es esencial para salvar vidas", han insistido.
La pandemia del Covid-19 fuerza el distanciamiento social y el ejerce presión sobre los servicios de la Salud. A este respecto desde Unicef apoyan la necesidad de proteger a los sanitarios pero advierte que esto no significa que haya que olvidar a los niños.