El Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés), ha publicado un nuevo informe sobre la COVID-19 en niños y el papel que juegan los entornos escolares en la transmisión del virus. Sus expertos informan de un amento en la transmisibilidad en todos los grupos de edad motivada por las variantes del SARS-CoV-2, especialmente Delta (B.1.617.2, detectada originalmente en India). “En regiones donde un porcentaje cada vez mayor de adultos están completamente vacunados contra la COVID-19 pero no los niños, se puede anticipar que en los próximos meses proporciones cada vez mayores de casos notificados de SARS-CoV-2 serán entre los niños”, alerta el informe.
A través de un comunicado emitido por el ECDC en el que se recogen los aspectos clave de su actualización informativa se indica que los niños de todas las edades son susceptibles y pueden transmitir el SARS-CoV-2. “Los casos de SARS-CoV-2 en niños más pequeños parecen conducir a una transmisión progresiva con menos frecuencia que los casos en niños mayores y adultos. Los recientes aumentos en la proporción de casos notificados entre niños probablemente representen un aumento en la determinación de casos de casos leves”, manifiesta el documento poniendo de relieve que la mayoría de estudios sobre los que se ha basado el informe del ECDC se han llevado a cabo antes de la amplia y rápida difusión de la variante Delta.
Los expertos del ECDC explican que los niños y jóvenes con edades comprendidas entre uno y 18 años tienen tasas mucho más bajas de hospitalización y desarrollo de enfermedad grave; así como menores posibilidades de terminar en la UCI o falleciendo en comparación con el resto de los grupos de edad. “La carga exacta de COVID-19 y sus consecuencias a largo plazo en la población pediátrica aún está por determinar y es una prioridad para futuras investigaciones”, aseveran ante la creciente evidencia sobre casos de “COVID prolongado” en menores.
“Los impactos físicos, mentales y educativos negativos de los cierres de escuelas en los niños, así como el impacto económico en la sociedad en general, probablemente superarían a los beneficios”
Si ponemos el foco en el papel que los entornos escolares juegan en la transmisión del virus, el ECDC deja clara su postura: “El consenso general sigue siendo que la decisión de cerrar las escuelas para controlar la pandemia de COVID-19 debe utilizarse como último recurso”. Apoyan su argumento señalando que “los impactos físicos, mentales y educativos negativos de los cierres de escuelas en los niños, así como el impacto económico en la sociedad en general, probablemente superarían a los beneficios”. Recalcan que ante el previsible riesgo continuo de transmisión entre los niños no vacunados “es imperativo que haya un alto nivel de preparación en el sistema educativo para el año escolar 2021/2022”.
El informe destaca la importancia de las intervenciones no farmacéuticas como las medidas de distanciamiento físico, higiene y otras medidas para reducir los riesgos. “Seguirán siendo esenciales para reducir los riesgos de transmisión”, apostillan. “Las medidas deben adaptarse a los niveles de transmisión del SARS-CoV-2 en la comunidad, así como al entorno educativo y al grupo de edad. La implementación de medidas debe considerar la necesidad de proporcionar a los niños un entorno social y de aprendizaje óptimo, al tiempo que se reducen los riesgos de transmisión”, remachan los expertos del ECDC.
El documento recalca la importancia de contar con estrategias de prueba para entornos educativos con el objetivo de realizar pruebas oportunas de los casos sintomáticos para garantizar el aislamiento de los casos, rastreo y la cuarentena de sus contactos. “Cuando se identifican casos positivos, se debe informar a la escuela, se debe iniciar el rastreo de contactos de acuerdo con las pautas locales, y se debe considerar la comunicación y la prueba de contactos cercanos, idealmente con pruebas de diagnóstico rápido”.
“Si bien es una medida de último recurso, el cierre de escuelas puede contribuir a una reducción en la transmisión del SARS-CoV-2, pero son por sí mismos insuficientes para prevenir la transmisión comunitaria de COVID-19 en ausencia de otras intervenciones no farmacéuticas y la expansión de la cobertura de vacunación. La efectividad de los cierres de escuelas parece haber disminuido en la segunda ola en comparación con la primera ola de la pandemia COVID-19, posiblemente en parte debido a las mejores medidas de higiene en los entornos escolares”, concluyen.