El pasado jueves 21 de enero el consejero de Sanidad de la Ciudad Autónoma de Ceuta, Javier Guerrero (PP), confirmaba en una rueda de prensa que se había vacunado contra la Covid-19, junto con otros altos cargos gubernamentales. Un acto que va en contra de la estrategia nacional de vacunación establecida por el Ministerio de Sanidad que contempla la vacunación en la primera etapa en la que nos encontramos para los ancianos de las residencias, el personal que trabaja en estas y los profesionales sanitarios. El siguiente grupo a vacunar es el formado por los mayores de 80 años.
En los últimos días los medios de comunicación han hecho públicas situaciones similares en los que personas que ostentan altos cargos y que no se enmarcan en los grupos prioritarios de vacunación del Ministerio han recibido una dosis, como es el caso Manuel Villegas, exconsejero de Sanidad de Murcia. En un contexto en el que la prioridad es proteger a los colectivos más vulnerables y a los profesionales que se encuentran en la primera línea de batalla contra el virus, este tipo de actos son vergonzantes. Personas que aprovechan su posición para vacunarse por delante de miles de españoles que necesitan unas dosis cuya distribución se encuentra limitada debido a la gran demanda internacional.
Más allá del acto de vacunarse incumpliendo con los protocolos de Sanidad, el caso de Guerrero es doblemente grave debido a las excusas que ha empleado para exculparse. Su versión nos muestra a un consejero prácticamente obligado a vacunarse con una vacuna que él no quería recibir y, en este intento de explicación, declara públicamente que es contrario a las vacunas. Unas palabras muy peligrosas en los tiempos que corren donde el movimiento antivacunas gana terreno y se alimenta de este tipo de argumentos a pesar de que la evidencia científica ha demostrado que las vacunas salvan vidas y son la mejor herramienta a la hora de garantizar la salud pública.
“Yo no quería vacunarme. Yo no me vacuno ni de la gripe porque no me gustan las vacunas”
“Yo no quería vacunarme, pero mis técnicos opinaron que si yo no me vacunaba ellos tampoco. Era una cuestión importante para ellos. Para poder seguir adelante y mantener la estrategia de vacunación ellos me plantearon lo siguiente: o me vacunaba con ellos o ellos tampoco se vacunaban”, comienza la intervención de Guerrero.
“Me lo recomendaron y me lo pidieron”, continúa explicando que cuando los técnicos se vacunaron el no acudió, y es en este momento en el que se producen las cuestionables declaraciones: “Yo no quería vacunarme. Yo no me vacuno ni de la gripe porque no me gustan las vacunas”.
“Vinieron a buscarme y por recomendación de mis técnicos, por ese apoyo que me dan y quizás también pensando en la vulnerabilidad que yo tengo puesto que no me ha dado miedo estar luchando por esta ciudad y por los ceutíes, con un alto grado de vulnerabilidad por mi diabetes, mi corazón y mi tensión”, afirmaba.
“Aquí nadie se ha saltado ningún protocolo y nadie se ha saltado ninguna estrategia. Me remito al Ministerio donde pone que en el grupo dos se vacunará todo el personal de primera línea, tanto en ámbito sanitario como en el sociosanitario. También se tiene que vacunar el personal de Salud Pública que trabaja en la gestión directa de la pandemia y en función de su riesgo de exposición”, manifestaba.
En las preguntas posteriores a la rueda de prensa Guerrero añadía que “si analizamos ese epígrafe debo decir que soy personal sanitario de la Consejería, así como la máxima autoridad de Salud Pública, e intervengo en la gestión directa de la crisis sanitaria”.
“Si yo hubiera hecho mal no seguiría aquí, pero no he incumplido ningún protocolo, no he alterado la Estrategia del Ministerio y no he hecho nada malo”, expresaba descartando la dimisión por parte del presidente de la Ciudad Autónoma de Ceuta, Juan Jesús Vivas, a pesar de que los principales partidos de la oposición (PSOE y Vox) han exigido el cese del consejero de Sanidad del Gobierno ceutí.