El proceso de vacunación frente a la COVID-19 en adultos no ha estado exento de dudas y directrices heterogéneas en relación a determinados grupos con singular vulnerabilidad. Fue el caso de las mujeres embarazadas, un colectivo que, frente al SARS-CoV-2, se han situado como grupo de riesgo.
Este temor se trasladó a los ensayos clínicos que se desarrollaron con los candidatos a vacunas que, finalmente, fueron autorizados para su comercialización de emergencia y que retrasó su inmunización. No obstante, la evidencia científica relacionada con la forma en la que la Covid-19 afecta a las embarazadas es cada vez más creciente.
Simón ha explicado que "existen dudas" porque a los niños "les afecta muy poco la enfermedad", por lo que se tienen reticencias a someterlos a los posibles efectos secundarios de la inoculación, aunque sean mínimos
La conclusión de las últimas investigaciones convergen en la misma línea y defienden la inoculación de estas mujeres: las embarazadas que cursan una infección por SARS-CoV-2 sintomática tienen un mayor riesgo de desarrollar otros problemas a lo largo del embarazo.
En este contexto, y con el grueso de la población adulta vacunada, así como un amplio porcentaje de los adolescentes inoculados, surje la cuestión sobre cómo actuar en el grupo de menores de 12 años. Lo cierto es que la controversia reina en la opinión pública ante las dispares versiones que ofrecen los especialistas en la materia.
El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), el doctor Fernando Simón, ha explicado que "existen dudas" porque a los niños "les afecta muy poco la enfermedad", por lo que se tienen reticencias a someterlos a los posibles efectos secundarios de la inoculación, aunque sean mínimos.
En la misma línea se muestra el doctor Quique Bassat, miembro de la Asociación Española de Pediatría (AEP), en declaraciones a ConSalud.es. El facultativo defiende que "la incidencia acumulada en niños no vacunados ha bajado tanto, que no se justifica la vacunación masiva".
Bassat sostiene que, en los adolescentes y jóvenes, si bien también presentan un riesgo bajo, la vacunación es esencial para lograr la inmunidad de grupo. Sin embargo, en los menores de 12 años los casos y la gravedad de los mismos es "anecdótico", por lo que ya no sería una medida justificada.
El punto opuesto se refleja en Estados Unidos, donde la Agencia Americana del Medicamento (FDA) aprobó a finales de octubre la administración de la vacuna de Pfizer-BioNTech contra la COVID-19 a los niños de entre 5 y 11 años
El punto opuesto se refleja en Estados Unidos, donde la Agencia Americana del Medicamento (FDA) aprobó a finales de octubre la administración de la vacuna de Pfizer-BioNTech contra la COVID-19 a los niños de entre 5 y 11 años. La decisión llega después de que un panel de expertos les recomendara su autorización basado en que los beneficios demostrados de la inmunización en ese grupo de edad superan cualquier riesgo potencial.
Tras la luz verde de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) a este segmento demográfico, se permitirá que cerca de 28 millones de niños del país puedan recibir la vacuna a partir de la primera quincena de noviembre.