Las últimas estimaciones realizadas a junio de 2022 indican que, a nivel global, se han producido más de 530 millones de casos de Covid-19. La pandemia ha superado ya los 6,3 millones de fallecidos. Aunque por norma general la mayoría de las personas cursan la infección provocada por el SARS-CoV-2 de forma leve o asintomática, aquellas personas que presentan patologías previas tienen un mayor riesgo de enfermedad grave, requerir hospitalización y/o ingreso en UCI e incluso muerte.
La evidencia científica de la que se dispone hasta el momento también sugiere que las personas con patologías previas a la Covid-19 son más susceptibles de sufrir Covid prolongado.
Organismos como los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) realizan revisiones periódicas de estudios para actualizar la lista de enfermedades asociadas con un mayor riesgo de Covid-19 grave y muerte.
Si bien los riesgos aumentan con la edad o entre los hombres, un reciente análisis publicado por British Journal Medicine pone el foco en una serie de problemas de salud que incrementan estos riesgos como son la enfermedad renal crónica, diabetes, enfermedades pulmonares y hepáticas, enfermedades cardiovasculares, obesidad, inmunodeficiencia, ciertas discapacidades y problemas relacionados con la salud mental.
En esta línea una investigación publicada en Preventing Chronic Disease revela que la hipertensión y los trastornos del metabolismo de lípidos son las condiciones subyacentes que se asocian con la enfermedad grave por Covid-19. La obesidad, la diabetes y los trastornos de ansiedad fueron los factores más importantes a la hora de elevar el riesgo de la Covid-19.
La forma en la que el virus afecta a las personas con determinadas patologías así como la incidencia del Covid prolongado requiere de mayor evidencia para poder enfocar la atención sanitaria a largo plazo más allá del momento epidemiológico en el que nos hallamos
A pesar de que no se conocen los mecanismos exactos por los que las condiciones de salud preexistentes influyen en la susceptibilidad y gravedad de la infección por SARS-CoV-2, la evidencia apunta a vías inflamatorias y hormonales, así como a determinados factores socioeconómicos. Las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que entre el 10-20% de las personas infectadas desarrollan Covid-prolongado.
La fotografía planteada se torna aún más complicada si se suma el Covid prolongado. Los síntomas persistentes asociados a la Covid-19 son muy variados y cada vez se cuenta con un mayor número de estudios que indican que pueden desarrollarse nuevas enfermedades crónicas después de superar la fase más aguda de la infección por coronavirus.
El riesgo de infección grave y muerte se ha reducido en aquellas personas que completan las pautas de vacunación, pero las personas con enfermedades subyacentes y los mayores de 65 años continúan presentando un mayor riesgo ya que la eficacia de las vacunas disminuye de forma más rápida en estos.
El escenario en el que nos encontramos ahora es muy diferente del principios de 2020. El mundo ha aumentado el conocimiento sobre el SARS-CoV-2 y el transcurso de estos más de dos años desde la identificación de los primeros casos ha permitido conocer su evolución en este lapso de tiempo. La forma en la que el virus afecta a las personas con determinadas patologías así como la incidencia del Covid prolongado requiere de mayor evidencia para poder enfocar la atención sanitaria a largo plazo más allá del momento epidemiológico en el que nos hallamos.
Un conocimiento que no solo servirá para mejorar la atención que estas personas reciben, sino que es vital a la hora de adoptar determinadas decisiones políticas, así como considerar los efectos económicos, sociales y sanitarios que implican las diferentes intervenciones. Aspectos fundamentales para la planificación de los sistemas sanitarios.