La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha calificado las vacunas como uno de los mayores progresos contra las enfermedades logrados por la humanidad. La pandemia provocada por el SARS-CoV-2 ha evidenciado el vital papel que estas juegan como uno de los principales soportes de la salud global. Un ejemplo reciente, más allá de la pandemia, lo encontramos en 2019. Ese año el movimiento antivacunas se convirtió en una de las principales amenazas para la salud mundial tras el significativo incremento de casos de sarampión en el viejo continente. La OMS señaló directamente a las personas contrarias a las vacunas (el suero contra esta enfermedad se administra en Europa en las primeras etapas de la infancia) como el origen del preocupante incremento de casos.
Las vacunas que actualmente se están inoculando contra la Covid-19 han marcado un hito en el mundo de la ciencia dada la rapidez con la que han conseguido desarrollarse. Este hecho se ha convertido precisamente en uno de los principales argumentos de los antivacunas a la hora de argumentar que los sueros no son seguros. Nada más lejos de la realidad.
En el caso de la Unión Europea, todas y cada una de las vacunas que actualmente se están inoculando han demostrado su seguridad y eficacia a través de ensayos clínicos que han contado con la participación de decenas de miles de voluntarios en todo el mundo. Todos los datos derivados de estos ensayos han sido evaluados y analizados de forma exhaustiva por la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés), organismo regulador responsable de dar luz verde a las vacunas para que reciban la autorización comercial de emergencia por parte de la Comisión Europea (CE).
La mejor forma de combatir los vacuos argumentos de los antivacunas es la información veraz, contrastada y procedente de fuentes fiables. La OMS recopila desde el inicio de la pandemia los principales bulos sobre el coronavirus y las vacunas, con el objetivo de hacer frente a la peligrosa pandemia de la desinformación que ha encontrado en internet y las redes sociales el huésped perfecto para su propagación.
“LAS VACUNAS SE HAN DESARROLLADO DEMASIADO RÁPIDO”
La pandemia causada por la Covid-19 es la peor crisis sanitaria a la que el mundo ha tenido que hacer frente en, al menos, los últimos 100 años. La urgencia global ha acelerado el ritmo de desarrollo de las vacunas y sus ensayos clínicos. Hecho que no ha repercutido en su calidad, seguridad y/o eficacia. Las fases de los ensayos se han realizado en paralelo para reducir plazos, se han minimizado todo lo posible los procesos burocráticos y los organismos encargados de la autorización de las vacunas han ido analizando el proceso prácticamente en tiempo real para evitar retrasos. Estos son algunos de los factores que explican el poco tiempo que se ha tardado en desarrollarlas.
Las fases de los ensayos se han realizado en paralelo para reducir plazos, se han minimizado todo lo posible los procesos burocráticos y los organismos encargados de la autorización de las vacunas han ido analizando el proceso prácticamente en tiempo real para evitar retrasos
Los fabricantes insisten en que no se han acortado plazos y las vacunas son seguras y eficaces. Antes de ser autorizadas han sido sometidas a un minucioso escrutinio por parte de los reguladores que continúan efectuando una labor de vigilancia una vez se han iniciado las campañas de vacunación.
La reducción de los plazos en su desarrollo no responde a eliminar fases en sus ensayos sino a un aumento de la inversión que permite acelerar su producción, por ejemplo. De forma tradicional un candidato a vacuna completa los ensayos clínicos y es en ese momento en el que se inicia el un periodo de entre cinco y seis años que podemos denominar como de “desarrollo industrial”. En el caso de la vacuna de Pfizer y BioNTech, este proceso se ha reducido a apenas seis meses gracias a una inversión de 10 billones de dólares.
“NOS USAN COMO COBAYAS HUMANAS”
Durante estos meses han circulado muchos comentarios, noticias y vídeos en los que supuestos expertos alertaban de que las vacunas no habían finalizado los ensayos clínicos y estábamos siendo utilizados como cobayas humanas. Siguiendo con el caso de Europa, una vez la EMA y las autoridades europeas dan luz verde a un suero para su comercialización de emergencia, se inicia la fase 4 conocida como “fase de farmacovigilancia”.
Un periodo totalmente normal por el que tiene que pasar todo medicamento y vacuna una vez ha sido autorizado para comercializarse. El principal objetivo de esta fase es realizar una labor de monitorización sobre los posibles efectos adversos más raros que no hubiesen sido advertidos en las fases anteriores.
Es muy importante recalcar que las vacunas únicamente son experimentales cuando se encuentran en la “fase preclínica o fase 0”. Una vez han superado las fase 1 y 2, donde todavía el ensayo se encuentra en desarrollo, nunca son experimentales ya que la fase 3 es el momento en el que se monitoriza, analiza y evalúa su eficacia.
“LAS VACUNAS MANIPULAN NUESTRO ADN”
Otra de las principales dianas de los antivacunas han sido las vacunas desarrolladas con tecnología de ARNm, como es el caso de Pfizer/BioNTech y Moderna. Este instruye a nuestras células sobre cómo producir una proteína que desencadena la respuesta inmune contra el virus y, así, generar inmunidad. Una tecnología que lleva estudiándose desde hace dos décadas. El ARN mensajero (es decir, las instrucciones), nunca penetra en el núcleo de nuestras células tal y como aseguran los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés).
"El ARN mensajero no puede ni afectar ni interactuar con nuestro ADN de ninguna manera. Las vacunas basadas en ARN mensajero funcionan con las defensas naturales del cuerpo para desarrollar de manera segura la inmunidad"
“Esto significa que el ARN mensajero no puede ni afectar ni interactuar con nuestro ADN de ninguna manera. Las vacunas basadas en ARN mensajero funcionan con las defensas naturales del cuerpo para desarrollar de manera segura la inmunidad”, explican desde los CDC. Los informes recalcan además que las células inmunitarias se descomponen y eliminan el ARN mensajero poco después de haber “entregado las instrucciones”.
La vacuna no interactúa con el núcleo de las células ni afecta de ninguna forma a nuestro código genético. Este tipo de vacunas tienen la ventaja de que no tiene carga ni producto viral y permiten vacunaciones posteriores.
En cuanto a las vacunas de AstraZeneca y Janssen, al igual que con las de Pfizer/BioNTech y Moderna, toda la información sobre sus componentes, perfil de seguridad y posibles efectos adversos está recogida en sus fichas técnicas que pueden ser consultadas.
Por supuesto, con las vacunas no se nos inoculan chips o metales pesados ni ningún tipo de componente electrónico con el que intentar controlarnos.
“LAS VACUNAS AFECTAN A LA FERTILIDAD”
Numerosos bulos han circulado estos meses señalando que la administración de las vacunas puede afectar negativamente a la fertilidad de las mujeres.
Edward Morris, presidente del Royal College of Obstetricians and Gynecologist, explicaba lo siguiente a través de un comunicado: “Queremos asegurar a las mujeres que no hay evidencia que sugiera que las vacunas contra la Covid-19 afectarán a la fertilidad. Estas afirmaciones son especulativas y no están respaldadas por ningún dato. No existe un mecanismo biológicamente plausible por el cual las vacunas actuales puedan causar algún impacto en la fertilidad y no se ha reportado evidencia de que las mujeres que han sido vacunadas hayan experimentado algún problema de fertilidad”.
“Actualmente no hay evidencia de que alguna vacuna, incluidas las vacunas Covid-19, cause problemas de fertilidad en mujeres o hombres”. “Si está tratando de quedarse embarazada, no necesita evitar el embarazo después de recibir la vacuna contra la Covid-19”, recogen los CDC.