El cierre de las ciudades y las férreas cuarentenas han dado sus frutos. Este es el mensaje que desde hace una semana las autoridades chinas lanzan al mundo. El país asiático ha dado por ganada su batalla contra el coronavirus.
El 18 de marzo de 2020 pasará a la historia como el primer día en el que Wuhan, y la provincia en la que se encuentra, Hubei, no se ha reportado ninguna infección por COVID-19 a nivel local. Una información que ha sido publicada por la Comisión Nacional de Sanidad de China: 56 días después del inicio del brote, Wuhan, epicentro de la pandemia mundial, no ha sumado ningún nuevo caso local.
La agencia de noticias estatal de China, Xinhua, publicaba el pasado 7 de enero sus primeras informaciones sobre un desconocido brote de neumonía en la ciudad de Wuhan. A pesar de que la sombra de anteriores epidemias como el SARS comenzó a extenderse por las redes sociales, en este primer momento tan solo se habían reportado 59 afectados y ningún fallecido.
Apenas 48 horas después la Comisión Nacional de Salud china empezó a publicar datos de forma diaria sobre el incremento de nuevos casos. Un brote misterioso al que Pekín restó importancia. A finales del mes de diciembre, más o menos una semana antes de la publicación de los primeros casos, un médico dio la voz de alarma sobre el inicio de la epidemia y fue silenciado. La televisión china declaraba en todo momento que la situación estaba bajo control.
Tres meses después los últimos datos ofrecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha informado que el número de contagiados por ese nuevo coronavirus surgido en Wuhan y que ha sido bautizado como COVID-19, supera los 200.000 y más de 8.000 fallecidos.
En grandes metrópolis como Pekín o Shanghái la gente ha comenzado a retornar a sus trabajos y poco a poco se empiezan a ver como algunos comercios y restaurantes vuelven a abrir sus puertas
Hablar del pasado desde la perspectiva que ofrece el presente es fácil. Y ahora todos los esfuerzos se centran en luchar contra el COVID-19 y frenar su expansión. Un desafío que en China comienza a lograrse. Tras 56 días de férrea cuarentena el epicentro de la pandemia y la provincia a la que pertenece (Hubei) no han reportado contagios locales por lo que ya han comenzado a regresar a sus casas los más de 42.000 profesionales médicos que se movilizaron a la zona el pasado mes de enero.
En grandes metrópolis como Pekín o Shanghái la gente ha comenzado a retornar a sus trabajos y poco a poco se empiezan a ver como algunos comercios y restaurantes vuelven a abrir sus puertas.
Ahora la preocupación de China se centra en los casos importados procedentes de los nuevos focos de la pandemia en Europa. Ahora el temor de las autoridades chinas tiene como protagonistas a los extranjeros o ciudadanos chinos que residen en otros países y que podrían penetrar en sus fronteras con el COVID-19.
A pesar de que China no ha registrado en las últimas horas contagios locales sí ha reportado 34 casos importados y ya suman 189 desde que la curva de contagios locales en el país asiático comenzó a descender. También han informado de ocho fallecidos por lo que la cifra de víctimas en China supera los 3.240.