¿Cuáles fueron los orígenes del SARS-CoV-2? La comunidad científica coincide a la hora de señalar que la respuesta a esta pregunta sería de gran utilidad no solo para luchar contra la pandemia, sino para evitar futuras crisis sanitarias. Los primeros casos de Covid-19 se detectaron en Wuhan (China) a finales de 2019. Desde los primeros momentos muchas voces se han alzado para criticar la opacidad de las autoridades chinas a la hora de ofrecer información sobre cómo gestionó la pandemia en sus primeros momentos.
A pesar de que desde Pekín han afirmado no ocultar nada, todavía existen numerosas dudas. La misión conjunta con expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) desarrollada hace unos meses concluyó que el virus es de origen animal y que surgió a principios de diciembre de 2019 en Wuhan. Una misión que no ha estado exenta de críticas ante las limitaciones impuestas por las autoridades chinas y la tardanza con la que se puso en marcha, perdiendo un tiempo demasiado valioso que podría haber aportado información vital.
Ahora, un nuevo informe pone en tela de juicio la transparencia y colaboración de los que alardean desde Pekín. Jesse Bloom, genetista evolutivo viral del Centro de Investigación sobre el cáncer Fred Hutchinson (Seattle, Estados Unidos) ha publicado una investigación pre-impresa en la que acusa a China de haber ocultado información sobre el virus.
En su búsqueda de secuencias del SARS-CoV-2 desde los inicios de la pandemia, este experto ha encontrado una serie de secuencias genómicas del virus (13 concretamente) que fueron depositadas en una base del Gobierno de los Estados Unidos por parte de investigadores de la Universidad de Wuhan y posteriormente solicitaron su eliminación. Las secuencias parciales del genoma abordan un enigma evolutivo sobre la diversidad genética temprana del coronavirus, aunque los científicos dejan claro que no ofrecen información sobre sus orígenes.
No está claro el motivo por el que estas secuencias fueron compartidas desde Wuhan en el Sequence Read Archive (SRA), un repositorio de datos de secuenciación sin procesar del Centro Nacional de Información Biotecnológica (NCBI, por sus siglas en inglés), parte de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés).
Tal y como explican en Nature Bloom, descubrió estas secuencias tras buscar datos genómicos de las primeras etapas de la pandemia. En un artículo de investigación publicado en mayo de 2020 aparecía una tabla de datos de secuencias disponibles públicamente que incluía una serie de entradas que el experto no había encontrado. Las secuencias se asociaron con un artículo en el que los investigadores emplearon tecnología de secuenciación de nanoporos para detectar material genético del virus en muestras de personas. El estudio se publicó en la revista Small en junio de 2020 y en bioRxiv en marzo de 2021. Partiendo de este punto Bloom buscó las secuencias en la SRA utilizando los detalles que aparecían en la investigación de mayo de 2020. La búsqueda no obtuvo resultados. La SRA guarda las secuencias en la nube mantenida por Google por lo que consiguió encontrar versiones archivadas de las secuencias recuperando así datos de 50 muestras, 13 de las cuales contenían suficientes datos sin procesar para generar secuencias parciales del genoma.
Este halo de misterio e incertidumbre sobre estas muestras alimenta una vez más las teorías que afirman que el SARS-CoV-2 es un virus creado en algún laboratorio de Wuhan. “No creo que refuerce esta teoría, pero sí creo que proporciona evidencia adicional de que este virus probablemente estaba circulando en Wuhan antes del mes de diciembre"
Las primeras secuencias virales de Wuhan proceden de individuos vinculados al mercado de mariscos de Huanan en diciembre de 2019, lugar sobre el que inicialmente se pensó que fue donde el coronavirus saltó por vez primera a los seres humanos. Pero las secuencias del mercado de mariscos están más relacionadas con los parientes más cercanos del SARS-CoV-2 en los murciélagos, el origen más probable del virus, que las secuencias posteriores. Bloom explica en Nature que esto es “sorprendente”, ya que cabría espera que los virus de las primeras etapas de la epidemia en Wuhan guardasen mayor relación con los parientes del SARS-CoV-2 que infectan a los murciélagos. Las secuencias recuperadas por Bloom, que fueron recolectadas probablemente entre enero y febrero de 2020, muestran que este es el caso: están más estrechamente relacionadas con los virus de los murciélagos que las secuencias de las personas infectadas vinculadas con el mercado de Huanan.
¿Qué significa esta conclusión? La investigación realizada por Bloom vendría a reforzar la creciente evidencia científica de que los primeros casos de infección por SARS-CoV-2 en seres humanos no estarían asociados con el mercado de Huanan. Los expertos consideran que el mercado de Wuhan fue uno de los primeros eventos de súper propagación. Aunque algunos expertos consideran que estas secuencias no se eliminaron ya que podían ser consultadas en la investigación publicada por Small, el hecho de que desapareciesen de la base de la SRA se tradujo en una mínima difusión dentro de la comunidad científica, como demuestra el informe encargado por la OMS sobre los orígenes del virus en el que no se recogen dichas secuencias. Desde Nature informan que Small no ha querido hacer declaraciones y los NIH aseguran que se eliminaron a petición de los científicos de Wuhan asegurando que su intención era publicarlas en otra base de datos, por lo que se solicitaba su eliminación de la SRA para evitar duplicidades.
El artículo de Small, firmado por Ming Wang, del Hospital Renmin de la Universidad de Wuhan, recoge algunos análisis de los primeros pacientes con Covid-19 en Wuhan y las mutaciones específicas identificadas en el virus, pero no proporciona datos completos sobre la secuencia. No menciona ninguna corrección a las secuencias virales que pudieran explicar los motivos por los que fueron eliminadas de la SRA. Bloom considera, tal y como explica en Science, que debido a que las secuencias fueron eliminadas carecen de las mutaciones observadas en el SARS-CoV-2 del mercado de mariscos, el virus que el equipo de Wang halló probablemente representa a un progenitor. Pero la secuencia de este virus de murciélago encontrado en 2013 difiere del SARS-CoV-2 en aproximadamente 1.100 nucleótidos, lo que significa que deben haber pasado décadas antes de que evolucionara al actual SARS-CoV-2 y es posible que otras especies se hayan infectado con el virus de murciélago antes de que, finalmente, diese el salto al ser humano.
En base a esto los expertos indican que los investigadores no pueden utilizar algunas mutaciones como las referidas por Bloom para buscar los orígenes del virus.
Este halo de misterio e incertidumbre sobre estas muestras alimenta una vez más las teorías que afirman que el SARS-CoV-2 es un virus creado en algún laboratorio de Wuhan. “No creo que refuerce esta teoría, pero sí creo que proporciona evidencia adicional de que este virus probablemente estaba circulando en Wuhan antes del mes de diciembre. Sin duda. Y, probablemente, tenemos una imagen menos completa de las secuencias de cómo se desarrolló el primer virus”.