El desarrollo de las vacunas contra la Covid-19 ha marcado un hito científico. En menos de un año desde la detección de los primeros casos en la ciudad china de Wuhan en diciembre de 2019, el primer suero recibía la autorización condicional de emergencia para iniciar su administración. Casi dos años después los países con mayores recursos económicos han vacunado frente al coronavirus a la mayor parte de su población (con refuerzos incluidos), mientras que los países de medianos y bajos ingresos apenas han avanzado sus campañas de inmunizacióncomo consecuencia de la falta de equidad en el acceso global a las vacunas.
En el escenario epidemiológico actual, dominado por la variante Ómicron (B.1.1.529, detectada originalmente en Sudáfrica), se pone de relieve la necesidad de avanzar en el desarrollo de vacunas de segunda generación. Sueros que aumenten la protección frente al virus, eviten la infección y cuenten con unas características que faciliten su distribución y conservación.
En este camino ponemos el foco en la Coalición para Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI, por sus siglas en inglés) de Reino Unido que va a apoyar el desarrollo de vacunas de ARNm. El proyecto, denominado DIOSynVax, está dirigido por el profesor Jonathan Heeney, director del Laboratorio de Zoonótica Viral de la Universidad de Cambridge. Su equipo diseñará y seleccionará el antígeno principal a través de estudios preclínicos y llevará a cabo el desarrollo clínico inicial a través de estudios de fase I/II.
DIOSynVax utilizará la combinación de estructura proteica, biología computacional y optimización inmunológica para maximizar la protección que las vacunas pueden brindar frente a las amenazas globales, incluidos los actuales brotes de virus y los que puedan producirse en un futuro. El objetivo es que sus candidatos a vacuna puedan implementarse en una amplia variedad de plataformas de fabricación y distribución de vacunas. Entre los candidatos a vacuna sobre los que se trabajará se encuentran sueros frente a la fiebre hemorrágica, la influenza y el SARS-CoV-2. En el caso de este último ya se han iniciado los ensayos clínicos.
Si el nuevo diseño de antígeno de DIOSynVax logra implementarse con éxito utilizando la plataforma prevista de ARNm podría utilizarse para posibilitar el desarrollo rápido de vacunas contra la que se ha denominado como “Enfermedad X”, es decir, los patógenos desconocidos que tendrán potencial pandémico pero que aún no han surgido.
“Nuestro enfoque busca adelantarnos a la siguiente pandemia para ofrecer antígenos de vacuna seleccionados e inmunes diseñados a medida, lo que es ideal para prevenir enfermedades causadas por virus complejos como la familia grande y diversa de los coronavirus. Si tiene éxito, dará como resultado una vacuna de nueva generación segura y asequible de uso generalizado”, explica Heeney.
“Nuestro enfoque busca adelantarnos a la siguiente pandemia para ofrecer antígenos de vacuna seleccionados e inmunes diseñados a medida, lo que es ideal para prevenir enfermedades causadas por virus complejos como la familia grande y diversa de los coronavirus. Si tiene éxito, dará como resultado una vacuna de nueva generación segura y asequible de uso generalizado”
Uno de los puntos más destacados de este proyecto es que el CEPI, DIOSynVax y la Universidad de Cambridge es el compromiso para permitir el acceso equitativo global a las vacunas que consigan desarrollar a través de esta asociación.
“El Gobierno del Reino Unido y las instituciones científicas líderes han sido fundamentales para dar una respuesta global a la Covid-19. Desde el desarrollo de la vacuna de la Universidad de Oxford y AstraZeneca respaldada por el CEPI, utilizada en multitud de países, hasta el desarrollo innovador del ensayo Recovery para evaluar tratamientos, la ciencia británica ha desempeñado un papel de liderazgo en la protección del mundo frente a la Covid-19”, expone el doctor Richard Hatchett, CEO de CEPI.
“Los coronavirus han demostrado su potencial pandémico, por lo que es imperativo para la seguridad sanitaria global que invirtamos en I+D ahora para preparar al mundo contra la amenaza que representarán los coronavirus en el futuro”, asevera Hatchett.
Los coronavirus son miembros de la subfamilia Orthocoronavirinae dentro de la familia Coronaviridae (orden Nidovirales). Esta subfamilia comprende cuatro géneros: Alphacoronavirus, Betacoronavirus, Gammacoronavirus y Deltacoronavirus de acuerdo a su estructura genética.
Los alfacoronavirus y betacoronavirus infectan solo a mamíferos y normalmente son responsables de infecciones respiratorias en humanos y gastroenteritis en animales. Hasta la aparición del SARS-CoV-2, se habían descrito seis coronavirus en seres humanos (HCoV-NL63, HCoV-229E, HCoV-OC43 y HKU1).
Estos coronavirus son responsables de un número importante de las infecciones leves del tracto respiratorio superior en personas adultas inmunocompetentes, pero que pueden causar cuadros más graves en niños y ancianos con estacionalidad típicamente invernal.
El SARS-CoV y MERS-CoV, ambos patógenos emergentes a partir de un reservorio animal, son responsables de infecciones respiratorias graves de corte epidémico con gran repercusión internacional debido a su morbilidad y mortalidad. El coronavirus SARS-CoV-2 supone el séptimo coronavirus aislado y caracterizado capaz de provocar infecciones en humanos.