Si hablamos de estrategias de vacunación masiva frente a la COVID-19, China se erige como uno de los casos más llamativos. El país ha centrado su modelo de inmunización en las vacunas desarrolladas por científicos chinos y, a pesar de que el camino recorrido no ha estado exento de obstáculos, el resultado global está siendo positivo. Sinopharm y Sinovac-CoronaVac son los sueros desarrollados por China contra la COVID-19 y su utilización se ha extendido por numerosos países asiáticos que las han convertido en los ejes vertebrales de sus estrategias nacionales de vacunación.
Ambas vacunas han conseguido la autorización para su uso de emergencia por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que les permite entrar en el programa COVAX, plataforma a través de la cual el organismo de la ONU distribuye dosis de los sueros entre los países con menos recursos. Pero algo está cambiando en las últimas semanas en las estrategias de vacunación contra la COVID-19 de algunos países asiáticos.
A pesar de que las vacunas chinas han desempeñado un papel crucial y se han inoculado en millones de personas, han aumentado las preocupaciones sobre su eficacia y algunas naciones asiáticas han anunciado que comenzarán a utilizar vacunas desarrolladas por otros fabricantes distintos a los chinos.
Uno de los cambios más llamativos lo encontramos en Tailandia. Tal y como informan desde la BBC el país ha decidido modificar su estrategia de vacunación y en vez de administrar dos inyecciones de Sinovac ha iniciado su campaña de vacunación masiva con AstraZeneca. A principios de junio el primer ministro, Prayut Chan-ocha explicaba que “las vacunas se repartirán gradualmente a lo largo del mes (junio) en función del nivel de riesgo, índice de población y posibles nuevos focos”. Las previsiones de AstraZeneca apuntan a una producción de 174,7 millones de dosis de su vacuna en Tailandia de las que 61 millones se quedarían en el país. Se fabricarán a través de BioScience, propiedad del rey tailandés Vajiralonkorn.
Hasta el momento el país había dependido de las vacunas chinas y algunas remesas de AstraZeneca. Se encuentra también en negociaciones para la adquisición de sueros de Pfizer/BioNTech y Johnson & Johnson.
El pasado 12 de julio el ministro de Sanidad de Tailandia, Anutin Charnivakul, anunciaba además la aprobación de una tercera dosis de refuerzo para los profesionales sanitarios a los que se les inyectará AstraZeneca o Pfizer/BioNTech cuando se finalicen los acuerdos. Los profesionales sanitarios del país han completado la pauta de inmunización con Sinovac y se busca ahora protegerles mejor frente a las nuevas variantes.
Una decisión similar a la comunicada recientemente por las autoridades sanitarias de Indonesia. El país ha decidido administrar una tercera dosis de refuerzo con la vacuna de Moderna a los trabajadores de la salud que ya habían completado la pauta con la vacuna de Sinovac.
Dale Fisher, director de la Red Global de Alerta y Respuesta a Brotes de la OMS, ha explicado recientemente que los cambios en la estrategia de vacunación de Tailandia e Indonesia “nos dicen que están preocupados por el fracaso de la vacuna (en referencia a Sinovac)”
Tal y como informan desde la BBC ambos países han adoptado esta decisión tras varios informes que revelan que cientos de trabajadores de la salud completamente vacunados con los sueros chinos habían enfermado con COVID-19 e incluso algunos fallecieron. Han informado de que el cambio en sus estrategias de vacunación se produce tras la realización de varios estudios locales que sugieren que la combinación de dosis de distintas vacunas podría aumentar la inmunidad.
A pesar de estas declaraciones Dale Fisher, director de la Red Global de Alerta y Respuesta a Brotes de la OMS, ha explicado recientemente que los cambios en la estrategia de vacunación de Tailandia e Indonesia “nos dicen que están preocupados por el fracaso de la vacuna (en referencia a Sinovac)”.
Mientras tanto, Malasia ha anunciado que comenzaría a administrar dosis de la vacuna de Pfizer/BioNTech en el momento en el que finalice la inoculación de las dosis de Sinovac. Otros países como Filipinas o Camboya continúan apostando por las vacunas chinas.
¿QUÉ SABEMOS SOBRE LAS VACUNAS CHINAS?
Las vacunas de Sinovac y Sinopharm están desarrolladas con virus inactivos. Los ensayos clínicos han demostrado que tienen entre un 50-79% de eficacia en la prevención de la infección sintomática por SARS-CoV-2.
Si ponemos el foco en su eficacia en términos de prevenir las hospitalizaciones y muertes, la vacuna de Sinovac alcanzó el 100% en el ensayo desarrollado en Brasil y entre el 9698% en el ensayo desarrollado en Indonesia con personal sanitario.
Ante las infecciones en personas completamente vacunadas de las que muchas podrían haber cursado la COVID-19 grave, los expertos indican que no significa que las vacunas no sean realmente efectivas, sino que intervienen varios factores. El principal problema podría ser la reducción de su eficacia con el tiempo. Un estudio desarrollado en Tailandia ha hallado que los anticuerpos en las personas que han completado la pauta con Sinovac disminuyen hasta un 50% cada 40 días.
Se suman factores como la propagación de variantes de mayor transmisibilidad como la Delta (B.1.617.2, detectada originalmente en India). Distintos estudios sugieren que las vacunas chinas podrían ser un 20% menos efectivas frente a Delta según la evidencia recopilada por la BBC.
En China decenas de millones de personas han recibido al menos una dosis de estas vacunas y la pandemia parece estar controlada en el país. El problema a la hora de comparar estos datos con los de otros países asiáticos es que no se cuenta con informes detallados y públicos y se desconoce el volumen total de personas que han completado la pauta de vacunación.
Los expertos recuerdan que ninguna vacuna es 100% efectiva a la hora de prevenir la infección por SARS-CoV-2 y, aunque las vacunas chinas presentan porcentajes más bajos que otros sueros, están contribuyendo a salvar muchas vidas.