La revista The Lancet publica un trabajo de Fármaco-Epidemiología en el que se demuestra que la administración de fármacos bloqueantes del sistema renina-angiotensina por parte de la población es segura y no aumenta el riesgo de presentar COVID-19 ni tampoco de agravarla. El sistema renina-angiotensina eleva la presión arterial y, por tanto, cuando se bloquea con estos medicamentos, la presión arterial baja. Por eso estos fármacos se utilizan mucho como antihipertensivos, aunque tienen otras aplicaciones.
La publicación, en la que ha colaborado el director científico del CIBERFES, Leocadio Rodríguez-Mañas y la investigadora de su grupo Olga Laosa, es fruto del estudio que han dirigido profesionales de Farmacología Clínica y Medicina del Hospital Universitario Príncipe de Asturias (Alcalá de Henares) y la Universidad de Alcalá junto con otros seis hospitales del Servicio Madrileño de Salud (Clínico San Carlos, Ramón y Cajal, Puerta de Hierro, La Princesa, Getafe y Hospital Central de la Defensa), la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) y el IDAEA-CSIC de Barcelona. El proyecto ha recibido financiación por parte del Instituto de Salud Carlos III.
Se estima que entre el 20 y el 30% de la población española de más de 40 años toma este tipo de medicamentos
El trabajo publicado en The Lancet recoge el análisis realizado con más de 1.100 pacientes con COVID-19 (confirmados por el test PCR) e ingresados de forma consecutiva en los siete hospitales participantes entre el 1 y el 24 de marzo, y más de 11.000 controles de la población general extraídos de forma aleatoria de la base de datos BIFAP de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios. A través de la historia clínica electrónica, se extrajo información de las recetas de medicamentos antihipertensivos de los pacientes y de los sujetos controles, además de variables sociodemográficas (sexo y edad) y otras relacionadas con enfermedades previas de los pacientes.
El estudio confirma que el sexo masculino, la edad avanzada y los antecedentes de enfermedades cardiovasculares (hipertensión, insuficiencia cardiaca, antecedentes de infarto) y la diabetes son factores de riesgo de la patología que requiere ingreso hospitalario. Sin embargo, el uso de los bloqueantes de sistema renina-angiotensina no aumenta dicho riesgo, ni siquiera en los pacientes que presentaron los cuadros más graves (ingreso en UCI o fallecimiento). Por el contrario, el estudio sugiere que estos fármacos podrían ser beneficiosos en pacientes diabéticos, aunque es un resultado que tendrá que confirmarse en futuras investigaciones.
Estos resultados dan soporte a la posición de muchas sociedades científicas y de la propia Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios
A comienzos de marzo, se formuló la hipótesis de que estos medicamentos podrían facilitar o agravar la COVID-19. Dicha hipótesis se apoyaba en que algunos estudios en animales habían sugerido que dichos fármacos aumentaban la presencia en las células organismo de una proteína conocida como ACE2, que el coronavirus utiliza para anclarse en ella y penetrar en las células para replicarse (de algún modo es como "su puerta de entrada" en las células).
Asimismo, los primeros estudios epidemiológicos de pacientes con COVID-19 indicaban que esta enfermedad era más grave en personas con afecciones cardiovasculares para las que se utilizan los bloqueantes del sistema renina-angiotensina. La hipótesis tenía cierta lógica y, en pleno momento álgido de la pandemia como era el caso, la comunidad científica mostró su preocupación y reclamó que se hicieran urgentemente estudios que confirmaran o descartaran esta hipótesis. Algunos médicos habían comenzado a sustituir estos medicamentos por otros, aunque múltiples sociedades científicas habían desaconsejado esta práctica.
Los resultados son importantes porque dan tranquilidad a los médicos y a sus pacientes que no tienen que suspender ni cambiar el tratamiento con estos medicamentos. Incluso, como se indica, en algunos pacientes podrían actuar como protectores.
Se estima que entre el 20 y el 30% de la población española de más de 40 años toma este tipo de medicamentos. Son los fármacos antihipertensivos más utilizados en el mundo y, además, tienen otras aplicaciones importantes como la insuficiencia cardiaca, el tratamiento de pacientes que han tenido un infarto agudo de miocardio, o para la prevención de la afectación renal en pacientes diabéticos. Todas estas enfermedades son muy prevalentes en las sociedades occidentales, de ahí que se utilicen tanto.
En un comentario editorial que acompaña al artículo, los Dres. Bryan Williams (University College de Londres) y Yi Zhang (Tongji University de Shanghai) “aplauden el esfuerzo realizado por los investigadores que, frente a la considerable adversidad que ha supuesto esta pandemia, han generado con rapidez la evidencia científica necesaria que pone fin a la especulación sobre la seguridad de estos fármacos, dando tranquilidad a los pacientes y a sus médicos”.
En conjunto, estos resultados dan soporte a la posición de muchas sociedades científicas y de la propia Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, que habían recomendado no suspender este tipo de fármacos ante la pandemia COVID-19.