El próximo 22 de enero dará comienzo el nuevo año chino. Una fecha que supone el desplazamiento de millones de personas dentro y fuera de las fronteras del gigante asiático en un momento en el que la situación epidemiológica provocada por la Covid-19 ha situado a China en el epicentro de la pandemia. El final, después de más de tres años, de la férrea política de “Covid cero” ha desembocado en un preocupante aumento de los contagios aunque las autoridades sanitarias chinas han minimizado el impacto.
De acuerdo a las informaciones publicadas por medios estatales el brote ya habría alcanzado su pico máximo. El viceprimer ministro, Sun Chulan, ha declarado que la circulación del virus se mantiene en niveles “relativamente bajos”, mientras que las autoridades sanitarias han afirmado que la cifra de pacientes con Covid-19 ingresados en hospitales y en condiciones críticas está disminuyendo, tal y como recogen desde Reuters.
La circulación del virus se mantiene en niveles “relativamente bajos”
Las declaraciones que se emiten desde Pekín confrontan con la visión del brote que se tiene a nivel internacional, dado el característico hermetismo con el que el gobierno chino ha gestionado la pandemia. Algunos expertos en salud pública pronostican que más de un millón de personas podrían morir este año en China como consecuencia de la Covid-19. La firma británica de datos sobre salud Airfinity prevé que las muertes por Covid-19 podrían alcanzar las 36.000 diarias la próxima semana.
Se espera que se produzcan más de 2.000 millones de viajes en China entre el pasado 7 de enero y el próximo 15 de febrero, según las estimaciones del gobierno. Ante esta fotografía preocupan los desplazamientos masivos a las zonas rurales que cuentan con sistemas sanitarios debilitados, así como el nivel de protección de los adultos mayores. Cabe destacar que la cobertura vacunal frente a la Covid-19 con dosis de refuerzo en este grupo es bastante baja.