El pasado 26 de enero el Comité Asesor de Vacunas y Productos Biológicos Relacionados (Vrbpac, por sus siglas en inglés) de la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) celebraba su 178ª reunión en la que los expertos acordaron por unanimidad simplificar los esquemas vacunales actuales frente a la Covid-19. De esta forma se ha recomendado el uso de las vacunas bivalentes adaptadas tanto para las pautas primarias de inmunización como la inoculación de los refuerzos.
El panel de expertos planteó además la necesidad de mantener la cepa ancestral del SARS-CoV-2 en la composición de las vacunas que se continúan administrando. Esta cuestión todavía tiene que ser debatida en sucesivas reuniones ya que no se cuenta con evidencia que apoye el empleo único de una vacuna monovalente con la variante Ómicron (B.1.1.529).
La propuesta que se ha realizado es interesante y responde a la situación epidemiológica actual. Es una máxima que el SARS-CoV-2 ha llegado para quedarse. El mundo cuenta ahora con diversas vacunas que han demostrado y eficacia en la prevención de la enfermedad grave y muerte, además de los distintos tratamientos disponibles hasta la fecha destinados a reducir la tensión sobre los sistemas sanitarios.
Con este telón de fondo el objetivo de la práctica totalidad de los gobiernos es avanzar en la convivencia con la Covid-19 como ya hacemos con múltiples virus respiratorios. Razón por la que el panel de expertos ha sugerido la inoculación de una dosis de la vacuna contra la Covid-19 de forma anual. La formulación de este suero se efectuaría en el mes de junio para posibilitar que en la temporada de otoño se disponga de suficientes dosis para hacer frente a las cepas del coronavirus que pudieran tener un mayor impacto clínico y epidemiológico.
FALTA DE EVIDENCIA PARA COMPARARSE CON LA GRIPE
La propuesta realizada se asemeja de forma notable a los protocolos que ya se siguen frente a virus como la gripe. Los expertos consideran que de esta manera se facilitarían los procedimientos y protocolos de vacunación contra la Covid-19. Los expertos han dejado claro que aún es pronto para comparar la Covid-19 con la gripe y las respectivas vacunas, dada la falta de evidencia científica que confirme la estacionalidad del coronavirus y las dudas que plantea el establecimiento de un programa de vacunación de dosis única estacional. Aspectos que, tal y como señalan desde la Asociación Española de Vacunología, deben ser abordados en las sucesivas reuniones que celebre el Comité estadounidense.
El jefe de Estrategia de Amenazas Sanitarias Biológicas y Vacunas de la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés), Marco Cavalieri, afirmaba el pasado 15 de febrero que las futuras campañas de vacunación contra la Covid-19 podrían realizarse “una vez al año y al inicio del invierno”. El regulador europeo se encuentra analizando de la mano de expertos y entidades internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) “los criterios y el proceso de la actualización de las vacunas contra la Covid-19”.
Lo ideal “sería mejor empezar a pensar en dosis de refuerzo más espaciadas en el tiempo que se sincronicen con el invierno, como se hace con la gripe”
Los debates sobre la necesidad de reformular los esquemas de vacunación contra la Covid-19 cobran cada vez más intensidad. A pesar de que todos y cada uno de los sueros que han recibido la autorización para su inoculación en la población han demostrado su seguridad y eficacia, lo cierto es que ninguno de ellos confiere inmunidad esterilizante, es decir, no evitan la infección. Pero sí son excelentes aliados a la hora de evitar la progresión a enfermedad grave y muerte en caso de infección, lo que contribuye de forma significativa a evitar la tensión de los sistemas sanitarios.
El problema de esta estrategia reside en la necesidad de administrar refuerzos de las vacunas cada cierto tiempo para restablecer los niveles de inmunidad, particularmente en los grupos más vulnerables ante el virus y aquellos de edad avanzada. Una estrategia fundamentada en la inoculación repetida de refuerzos no es vista con buenos ojos por parte de cada vez un mayor número de expertos.
INOCULACIÓN DE REFUERZOS PERIÓDICOS: NO ES SOSTENIBLE
Cavalieri compartía en rueda de prensa en enero de 2022 sus dudas acerca de la necesidad de continua de dosis de refuerzo. El principal temor del experto es claro: “Sobresaturar el sistema inmune con repetidas vacunaciones”. En su opinión lo ideal “sería mejor empezar a pensar en dosis de refuerzo más espaciadas en el tiempo que se sincronicen con el invierno, como se hace con la gripe”.
En el caso de que la evidencia confirme los beneficios y utilidad de una vacunación anual contra la Covid-19 como se hace con la gripe, es posible que la aceptación de los refuerzos entre los grupos para los que son necesarios aumentase. Según los datos compartidos por el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés), el 75,6% de la población elegible de los países pertenecientes a la Unión Europea (UE) y al Espacio Económico Europeo (EEE) ha recibido ya una dosis de la vacuna contra la Covid-19. Las sucesivas cifras muestran una preocupante tendencia descendente: el 73% ha completado la pauta primaria de vacunación, el 54,7% ha recibido el primer refuerzo, el 14,1% ha recibido el segundo refuerzo y tan sólo el 1,7% ha recibido el tercer refuerzo.
En el caso de los mayores de 60 años, grupo poblacional de riesgo en caso de infección, las cifras son ligeramente superiores, pero muy lejos de las deseadas a medida que avanzamos en los refuerzos: el 92,5% ha recibido al menos una dosis, el 91,1% ha completado la pauta primaria de vacunación, el 84,9% ha recibido el primer refuerzo, el 35,4% ha recibido el segundo refuerzo y apenas el 2,4% ha recibido el tercer refuerzo. Unos datos que podrían explicar el aumento de los casos graves de Covid-19 en los mayores de 65 años sobre el que el ECDC ha alertado recientemente.
A finales del pasado mes de febrero la OMS publicaba un documento en el que recogía las consideraciones programáticas esenciales para pasar de las campañas masivas de vacunación contra la Covid-19 a su integración en los programas de inmunización. Entre los principales beneficios que reconocen sobre este futurible paso destacan garantizar que los servicios de inmunización lleguen a todos los grupos de población vulnerable y comunidades marginadas, reducir las oportunidades perdidas de vacunación, disminuir la presión sobre el personal sanitario, compartir los costes de la vacunación o fortalecer la capacidad para realizar estudios sobre el impacto y efectividad de las vacunas.
El Ministerio de Sanidad recomienda “completar la vacunación de cualquier persona que no haya sido vacunada de forma completa” en otoño, coincidiendo con el inicio de la temporada de los virus respiratorios. Por el momento sólo se recomienda la administración del refuerzo a los grupos de población considerados como vulnerables.
Por el momento no hay una decisión en firme por parte de los reguladores pertinentes y los organismos internacionales. Resulta de vital importancia valorar todos los factores que intervienen y las consecuencias futuras de dar un paso en firme hacia la armonización de la vacunación contra la Covid-19 en los programas de inmunización.