El pasado 6 de septiembre de 2022 el Ministerio de Sanidad incluía por primera vez en su informe sobre la situación de las variantes del SARS-CoV-2 los análisis realizados de aguas residuales. Una información derivada del proyecto VATar-COVID-19 que recopila muestras a través de 54 estaciones depuradoras (EDAR). Aunque muchos puedan pensar que la vigilancia de aguas residuales es una novedad surgida de la pandemia provocada por la Covid-19, lo cierto es que se trata de un indicador epidemiológico que desde tiempo antes ya era utilizado para detectar la circulación de virus en poblaciones.
Desde el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico explican que “las experiencias previas en la utilización de esta herramienta han demostrado su sensibilidad, incluso cuando la prevalencia de la Covid-19 presenta niveles bajos entre la población”. El proyecto de vigilancia epidemiológica puesto en marcha debido a la Covid-19 deriva de las recomendaciones realizadas por la Comisión Europea para la adopción de un enfoque común centrado en la vigilancia sistemática del SARS-CoV-2 y sus variantes. Entre estas recomendaciones destaca la creación de una plataforma de intercambio europea creada por la Comisión Europea. Su principal misión es la recogida de resultados de las actividades de vigilancia de las aguas residuales de los distintos países participantes.
El reto al que la vigilancia de las aguas residuales se enfrenta ahora es el de aprovechar el impulso ganado con la pandemia y asentarse como una herramienta de salud pública fundamental. El análisis de las aguas residuales se remonta a los orígenes de la epidemiología moderna. Una técnica utilizada para rastrear los patógenos que se propagan por transmisión fecal-oral, como los responsables del cólera o la poliomielitis.
La monitorización de las aguas residuales posibilita la detección de patógenos y su cuantificación en términos de prevalencia dentro de una comunidad concreta. “En los sitios donde se acumulan y mezclan las aguas residuales de la población, también lo hace una diversa gama de microbios que se desprenden de los individuos. La mezcla resultante es representativa de las infecciones locales, y con el procesamiento de laboratorio estándar y la reacción en cadena de la polimerasa cuantitativa (Qpcr), se pueden obtener mediciones de concentración sensibles de patógenos específicos de manera asequible en solo unas horas”, exponen los expertos a través de un artículo publicado en la revista Nature.
"Ahora existe la oportunidad para aprovechar el impulso existente para formar la columna vertebral de la futura capacidad de vigilancia y los ecosistemas científicos en todo el mundo"
En los últimos tres años el análisis de las aguas residuales no solo ha servido como herramienta de rastreo para el coronavirus. Entre los meses de febrero y mayo de 2020 se detectó poliovirus en las aguas residuales de varias zonas de Londres (Reino Unido). La Agencia de Seguridad Sanitaria británica (UKHSA, por sus siglas en inglés) aseguró que el riesgo para la población era bajo, pero la detección permitió la puesta en marcha de una respuesta temprana de salud pública focalizada en investigar la posible existencia de transmisión comunitaria.
En mayo de 2022 Reino Unido informaba a la Organización Mundial de la Salud (OMS) de la detección de varios casos, sin antecedentes de viajes a zonas endémicas, de la recientemente renombrada como Mpox. Una notificación que marcaba el inicio de un brote global que llevó a la agencia de salud de la ONU a clasificarlo como una emergencia de salud pública de importancia internacional (ESPII), de acuerdo con lo establecido por el Reglamento Sanitario Internacional (RSI).
Entre los primeros proyectos en los que se combinó el análisis de aguas residuales con la Mpox destaca el proyecto de un grupo de investigadores de la Universidad de Naresuan (Tailandia). Un trabajo piloto basado en el análisis de las aguas residuales del aeropuerto de Bangkok para detectar casos de Mpox. De acuerdo con los datos hechos público por los investigadores a través de un comunicado la Mpox puede detectarse en las heces de las personas infectadas, incluso en la fase latente en la que el paciente todavía no ha comenzado a desarrollar los síntomas.
En el caso de España la Concejalía del Ciclo Integral del Agua del Ayuntamiento de Valencia ponía en marcha el pasado mes de agosto un sistema pionero para detectar Mpox en sus aguas residuales aprovechando la experiencia con el SARS-CoV-2.
La pandemia provocada por el SARS-CoV-2 ha puesto de relieve la importancia que supone para la salud pública la vigilancia de patógenos. Una tarea en la que la vigilancia de las aguas residuales es uno de los activos más importantes. La Covid-19 ha supuesto un impulso fundamental como demuestra el hecho de que los programas de vigilancia de aguas residuales se están estableciendo en cada vez un mayor número de países. Esta expansión debe complementarse con un refuerzo de las capacidades de secuenciación que permita la detección en tiempos reducidos del mayor número de patógenos.
“Ahora existe la oportunidad para aprovechar el impulso existente para formar la columna vertebral de la futura capacidad de vigilancia y los ecosistemas científicos en todo el mundo. Hacerlo requerirá redes de vigilancia global para alentar la distribución equitativa de tecnología, el intercambio de datos y la exploración colectiva de la diversidad microbiana, tanto humana como zoonótica, para ayudar a identificar posibles brotes y riesgos indirectos”, concluyen los expertos en Nature.