Nadie estará a salvo hasta que todo el mundo lo esté. Nos encontramos ante una de las máximas más repetidas en los últimos dos años por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Desde el inicio de la pandemia su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha reiterado la importancia vital de no dejar a nadie atrás en la crisis sanitaria global causada por la Covid-19, la peor a la que ha hecho frente la humanidad en, al menos, los últimos 100 años.
A pesar de que la teoría era conocida por todos, llevarla a la práctica ha resultado un fracaso. La falta de equidad en el acceso global a las vacunas ha sido una realidad manifiesta desde antes incluso de que los primeros candidatos a vacunas obtuviesen la autorización condicional de emergencia por parte de los organismos reguladores pertinentes. Una desigualdad que, lejos de solucionarse, ha generado una brecha cada vez mayor en la que la salud, una vez más y olvidadas las buenas intenciones que el mundo compartió de forma utópica en los momentos más duros de la pandemia, ha quedado relegada a un segundo por cuestiones económicas.
El director general de la OMS recordaba el pasado 3 de marzo que todavía “la única forma de salir de la pandemia es alcanzar una alta cobertura vacunal en todos los países”. De acuerdo con los datos hechos públicos por la OMS el 56% de la población global cuenta ya con la pauta completa de vacunación. Una cifra que se reduce al 9% en el caso de los países con bajos ingresos. La OMS no logró cumplir sus objetivos de inmunización fijados para el 2021 y la meta ahora apunta a mediados del 2022 para alcanzar el 70% de la población mundial vacunada.
Desde la OMS se plantean una serie de retos a los que debemos atender para avanzar en la lucha global contra el SARS-CoV-2. Las previsiones en materia de donaciones de vacunas contra la Covid-19 que se entregarán a COVAX este año han sido calificadas como “positivas”, pero se necesitan pruebas que permitan la detección del virus, oxigeno clínico para el tratamiento de los pacientes afectados y equipos de protección personal que aseguren la seguridad de los profesionales sanitarios, entre otros.
Con el dinero solicitado el Acelerador ACT quiere adquirir 600 millones de vacunas contra la Covid-19, 700 millones de test de pruebas diagnósticas, ofrecer tratamiento a 120 millones de personas y garantizar la seguridad y protección de 1,7 millones de profesionales sanitarios
Para alcanzar estos objetivos la OMS ha pedido a todos los países que se cubra el déficit de financiación del Acelerador del Acceso a las Herramientas contra la Covid-19 (Acelerador ACT). "Esto incluye un déficit de financiación urgente de 16.000 millones de dólares para el propio Acelerador, y los 6.500 millones de dólares restantes serán autofinanciados por los países de renta media, con el apoyo de los bancos multilaterales de desarrollo", informaba la OMS.
El Acelerador ACT es una solución integral a nivel global que tiene como objetivo combatir la pandemia. Se erige como un marco de colaboración que reúne a gobiernos, organizaciones sanitarias, científicos, empresas, organizaciones de la sociedad civil y filántropos con el objetivo de acelerar el desarrollo y la producción de pruebas, tratamientos y vacunas contra la Covid-19, así como garantizar el acceso equitativo a los mismos.
Sobre el Acelerador ACT cabe señalar no es un órgano de toma de decisiones ni una nueva organización. Nació como respuesta a un llamamiento de los líderes del G20 en marzo de 2020 y la OMS, la Comisión Europea, Francia y la Fundación Bill y Melinda Gates lo pusieron en marcha en abril de 2020.
El Acelerador ACT consta de cuatro pilares de trabajo: medios de diagnóstico, tratamientos, vacunas (también denominado COVAX) y conexión de los sistemas de salud, un pilar que sustenta los otros tres. La gestión de cada pilar corre a cargo de dos o tres organismos asociados. Además, la OMS dirige la línea de trabajo transversal denominada acceso y asignación.
Con el dinero solicitado el Acelerador ACT quiere adquirir 600 millones de vacunas contra la Covid-19, 700 millones de test de pruebas diagnósticas, ofrecer tratamiento a 120 millones de personas y garantizar la seguridad y protección de 1,7 millones de profesionales sanitarios, especialmente en aquellos países que cuentan con los sistemas sanitarios más frágiles y debilitados.