La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha fijado 2030 como el año clave para la eliminación de la hepatitis C. Desde la implantación del Plan Estratégico para el Abordaje de la Hepatitis C, las cifras revelan que se han tratado cerca de 150.000 pacientes y se estima que aún quedan más de 80.000 personas infectadas por el virus C sin tratar. Por ello, para alcanzar la eliminación del virus C en nuestro país es clave incidir en la importancia de la búsqueda activa de pacientes y del diagnóstico precoz.
España es uno de los países con mejores indicadores para conseguir los objetivos de la OMS en el horizonte próximo. No obstante, es necesario continuar con las estrategias de detección del virus de la hepatitis C. No en vano, la pandemia de la COVID-19 ha impactado de forma sustancial en la enfermedad.
Los expertos estiman que, desde marzo de 2020, el número de diagnósticos ha disminuido en un 60%, mientras que el número de tratamientos ha podido caer en más del 50%, por lo que hacen un llamamiento a ‘recuperar el tiempo perdido’
Los expertos estiman que, desde marzo de 2020, el número de diagnósticos ha disminuido en un 60%, mientras que el número de tratamientos ha podido caer en más del 50%, por lo que hacen un llamamiento a ‘recuperar el tiempo perdido’ para lograr los objetivos fijados por el organismo dependiente de Naciones Unidas.
La mayor parte de los pacientes que tienen enfermedad hepática crónica proceden, fundamentalmente, de dos grupos de enfermedades: pacientes infectados con hepatitis C y pacientes con enfermedad hepática metabólica. Es preciso destacar que muchas de las personas con hepatitis C pertenecen a colectivos vulnerables, lo que está estrechamente relacionado con una tasa de diagnóstico tardío demasiado elevada en nuestro país.
Del mismo modo, los expertos en Enfermedades Infecciosas manifiestan que España está entre los primeros países del mundo en cuanto al número de personas tratadas. La causa reside en el éxito de las estrategias de microeliminación del virus C llevadas a cabo en toda la geografía española.
Todas ellas coinciden en sumar esfuerzos para desarrollar iniciativas de búsqueda entre la población con mayor prevalencia de la infección. Son grupos que, por lo general, se encuentran fuera del hospital: usuarios de drogas, personas sin hogar o población psiquiátrica. A la par, es indispensable efectuar una búsqueda activa de pacientes diagnosticados que se encuentran perdidos en el sistema.
Los antivirales de acción directa (AAD) evitan el 82% de los fallecimientos por causa hepática y logran una minoración del 89% de las cirrosis descompensadas
A nivel farmacológico, la prescripción de antivirales de acción directa (AAD) debe seguir siendo una prioridad, ya que han demostrado una mejora clínica de los pacientes. La eficacia de este tipo de tratamientos reduce el impacto de la infección crónica en el Sistema Nacional de Salud (SNS), al evitar el 82% de los fallecimientos por causa hepática y lograr una minoración del 89% de las cirrosis descompensadas, del 77% de los carcinomas hepatocelulares y del 84% de los trasplantes hepáticos.
Finalmente, la utilización de pruebas rápidas para determinar la presencia de anticuerpos del VHC en saliva o sangre seca, así como la carga viral en muestras de sangre seca o mediante dispositivos que permiten realizar la detección de la carga viral allí donde el paciente acude, como las unidades de conductas adictivas, ONGs o unidades móviles, consiguen simplificar todo el manejo diagnóstico y terapéutico de esta infección.