La ergofobia o miedo al trabajo es un trastorno de ansiedad que afecta a aquellos individuos que experimentan una aprehensión intensa y persistente ante la idea de realizar tareas laborales o enfrentarse al entorno laboral. Este fenómeno, aunque es menos conocido que otras fobias, puede tener un impacto significativo en la calidad de vida de quienes lo padecen y afectar a su funcionamiento normal.
Quienes sufren de ergofobia experimentan síntomas que van más allá de la simple aversión al trabajo. La ansiedad extrema, palpitaciones, sudoración excesiva y tensión muscular, son algunos de los síntomas que pueden aparecer cuando éstos se enfrentan a situaciones laborales.
Este trastorno puede florecer tras experimentar situaciones laborales previas negativas, un entorno de trabajo tóxico o problemas de salud mental subyacentes, tal y como afirma Juan Antequeras Iglesias, vicepresidente de la Sociedad Madrileña de Psicología Clínica, podríamos encontrarnos desde casos provocados por “dificultades personales con compañeros o con superiores, hasta situaciones de sobrecarga laboral que afectan a la salud mental”. Además, factores como el perfeccionismo extremo, la baja autoestima y la falta de habilidades de afrontamiento son también condicionantes que pueden aumentar el riesgo de desarrollar esta fobia.
“El desafío muchas veces pasa por entender qué ha motivado la respuesta que la persona está teniendo, y diseñar el tratamiento teniendo en cuenta esto”, Explica el psicólogo a la vez que incide en que no existe una única solución para todos los casos. “Si bien en algunas ocasiones es aconsejable volver al entorno laboral cuanto antes, en otras lo más acertado sería salir de un entorno hostil”, añade.
“En muchas ocasiones este tipo de fobias evolucionan a patologías más graves como estrés postraumático o depresión"
Como en la gran mayoría de trastornos, el riesgo de no realizar un abordaje adecuado y a tiempo es la cronificación. “En muchas ocasiones este tipo de fobias evolucionan a patologías más graves como estrés postraumático o depresión, y puede ser más complicado de tratar”,asegura el especialista.
El abordaje terapéutico de la ergofobia a menudo incluye terapia cognitivo-conductual, donde los individuos aprenden a identificar y cambiar patrones de pensamiento negativos asociados al trabajo. La exposición gradual a situaciones laborales, acompañada de técnicas de relajación, también se utiliza para ayudar a los pacientes a superar sus miedos y todo ello junto a psicofármacos, en algunos casos, pueden llegar a exterminar esta fobia.
APOYO Y COMPRENSIÓN
La comprensión de la naturaleza de la fobia y la disposición a adaptar el entorno laboral para que sea más manejable puede marcar la diferencia en el proceso de recuperación.
Afrontar la ergofobia implica a menudo abordar barreras profesionales. La búsqueda de entornos laborales más favorables, la comunicación abierta con los superiores y la implementación de estrategias de gestión del estrés pueden contribuir a hacer que el trabajo sea menos intimidante y más manejable para aquellos que luchan contra esta fobia. Y, por supuesto, el papel de los familiares, amigos y gente cercana del paciente será clave, y para el especialista en trastorno mental común y grave de adultos es muy importante adoptar ante la situación “una actitud no crítica, de escucha y de apoyo”.
La detección temprana y el apoyo adecuado pueden marcar la diferencia en la vida de aquellos que enfrentan esta fobia, permitiéndoles recuperar la confianza en sí mismos y en sus habilidades laborales. A medida que se avanza en la comprensión de la ergofobia, es crucial desterrar el estigma asociado a este trastorno y fomentar un entorno donde la salud mental en el trabajo sea una prioridad.