Un enfoque multidisciplinar permite atender la salud física, mental y social de las personas con VIH

Todavía existen retos como las necesidades de los pacientes con VIH en aspectos de su salud física, mental y social

Prueba del VIH (Foto. Comunidad de Madrid)
Prueba del VIH (Foto. Comunidad de Madrid)
CS
11 febrero 2022 | 13:45 h
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Desde hace años los profesionales de salud valoran la eficacia y, por tanto, el éxito del tratamiento antirretroviral (TAR) en función de dos parámetros: la carga viral (número de copias de RNA del VIH en sangre) y la recuperación del estado inmunológico. Se ha visto que las pautas alcanzan tasas de eficacia altas, por lo que ahora se está procediendo a poner el foco en la satisfacción de las personas con VIH. Así lo han determinado en el marco del programa de formación on-line impulsado por SEISIDA y Gilead que quiere dar respuesta a los retos que todavía persisten en el manejo de la infección por VIH.

“Según un estudio realizado por Seisida, en colaboración con Gilead, la comparación de las perspectivas de los pacientes y los médicos revela numerosos síntomas continuos informados por los pacientes que los médicos no reconocen adecuadamente”, indica la Dra. Mª José Fuster Ruiz de Apodaca, directora de SEISIDA. Con esta comparativa el estudio buscaba encontrar sobre las características deseables de un régimen de TAR ideal, así como la satisfacción y el bienestar de los pacientes. En la investigación ha participado 101 médicos especializados en el virus y 502 pacientes durante 2020.

Los resultados nos muestran que los médicos y los pacientes consideran que las características preferidas del TAR son las altas tasas de eficacia y la baja toxicidad, aunque estos parámetros son más importantes para los médicos que para los pacientes.

"Los pacientes participantes informaron de una mayor cantidad de síntomas molestos (ansiedad, tristeza y fatiga) de lo que estimaron los médicos", manifiesta la Dra. Fuster

“El estudio ha confirmado que los médicos subestimaron el porcentaje de pacientes con síntomas en comparación con las respuestas de esos pacientes. Asimismo, los pacientes participantes informaron de una mayor cantidad de síntomas molestos (ansiedad, tristeza y fatiga) de lo que estimaron los médicos, puntuando su estado de salud general más bajo de lo que los médicos estimaron que tenían", manifiesta la Dra. Fuster. Por todo esto, continúa, "es vital comprender las características óptimas de los regímenes antirretrovirales si queremos lograr y alcanzar el éxito terapéutico en las personas infectadas con VIH”.

RETOS EN EL ABORDAJE Y LA ATENCIÓN INTEGRAL

Las personas con VIH experimentan un proceso de envejecimiento acelerado o prematuro que hace que las comorbilidades aparezcan antes y se acumulen, dificultando así su manejo. De hecho, las patologías de estos pacientes coinciden con las de las personas sin VIH 10 años mayores que ellos. El aumento de la supervivencia se ha acompañado de un incremento del número de esas comorbilidades relacionadas o no relacionadas directamente con el VIH, como son la osteoporosis, el deterioro neurocognitivo y la afectación renal y hepática.

"La epidemia del VIH no está totalmente controlada y aún existen algunos aspectos que siguen sin solventarse, como el alto porcentaje de diagnósticos tardíos, las comorbilidades, la alta incidencia de infecciones de transmisión sexual (ITS) y el envejecimiento prematuro de la población o la fragilidad de su salud”, ha explicado el Dr. Rafael Rubio García, del Hospital 12 de octubre de Madrid. Además, ha destacado durante su intervención “la importancia de reforzar las estrategias de seguimiento y monitorización de los pacientes para controlar e incidir en la importancia de la adherenciaal tratamiento antirretroviral”.

En cuanto a la prevención de las enfermedades transmisibles, el Dr. Rubio ha recordado algunas estrategias claves para la reducción de los nuevos diagnósticos como son: el diagnóstico y tratamiento temprano con tratamientos antivirales para la prevención de nuevas infecciones por VHB, VHC y VIH; la educación sanitaria para reducir las prácticas de riesgo sexuales y del consumo de drogas; la promoción del uso del preservativo, tanto el masculino como el femenino; la implementación de los programas de reducción de daños para usuarios de drogas y las estrategias de cribado periódico de las ITS y de la vacunación frente a coinfecciones víricas.

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