Los trastornos del sueño son un motivo de consulta cada vez mucho más frecuente en niños y adolescentes, tanto en Atención Primaria (AP) como en Atención Especializada. Aunque gran parte de estos problemas se resuelvan desde AP, existen las unidades del sueño, un servicio especializado en la evaluación clínica y diagnóstica de aquellos pacientes que tienen alteraciones relacionadas con el sueño.
No dormir bien, además de su alta prevalencia, tiene un importante impacto en el desarrollo del niño y en la calidad de vida de sus familiares.
En la Unidad de Trastornos del Sueño del Hospital de Toledo, el 20% de los pacientes son pediátricos. Según explica la neurofisióloga de este hospital, Ana Teijeira, “los porcentajes de enfermedades del sueño por suerte en los niños son mucho más bajos que en los adultos, pero sí que es cierto que algunas específicas son relativamente comunes y probablemente están infradiagnosticadas. Es algo en lo que hay que estar muy alerta”.
“El niño no suele expresarse clínicamente como los adultos y son los padres los que tienen que percatarse de si su hijo tiene síntomas"
Precisamente, en el caso de los niños es muy complicado detectar y tratar estos problemas, porque “el niño no suele expresarse clínicamente como los adultos” y "son los padres los que tienen que percatarse de si su hijo tiene síntomas". Normalmente, los padres suelen acudir a Atención Primaria por los indicios que reciben durante el día. “Son los cambios súbitos en el estado del ánimo, irritabilidad, inquietud, hiperactividad del niño que antes no presentaba o síntomas de inatención o problemas en el desarrollo académico o curricular", explica la doctora Teijeira.
Que haya además excesiva somnolencia y cansancio va a ser lo que ponga en alerta a los padres y les lleve a acudir al médico. “Es importante que los padres tengan señales de alarma, que puedan sospecharlo y que tanto pediatras de Primaria como Enfermería sean el primer paso para ese diagnóstico. ”Normalmente, los padres suelen acudir a Atención Primaria sin darse cuenta de que su hijo puede tener ese problema, y se guían por los síntomas diurnos. Suelen ser más esos síntomas diurnos los que a nosotros o a los pediatras nos ponen en alarma y si es necesario, se derivan a la unidad", comenta la neurofisióloga.
TIPOS DE TRASTORNOS INFANTILES DEL SUEÑO
Los trastornos infantiles del sueño varían un poco según la edad, pero los más comunes en la Unidad de Trastornos del Sueño de este hospital son el insomnio, las parasomnias, el síndrome de fase de sueño retrasada, la apnea y el síndrome de piernas inquietas.
El insomnio se define como la dificultad reiterada de iniciar y mantener el sueño o la alteración en la calidad de este que ocurre a pesar de aplicar las condiciones óptimas para el sueño con consecuencias en el funcionamiento diario del niño y de la familia. Según la Guía de Práctica Clínica sobre Trastornos del Sueño en la Infancia y Adolescencia en Atención Primaria del Ministerio de Sanidad, el insomnio infantil afecta a un 30% de los niños de entre 6 meses y 5 años, en el 5% de los casos se produce por causas médicas y en el 25% restante es de origen conductual. La doctora Teijeira comenta que el insomnio puede ser compatible con el sueño insuficiente derivado de los malos hábitos. "Es el más común de todos". Este tipo de sueño "se suele corregir bastante bien dando una serie de pautas tanto a los papás como al niño”.
Por otro lado, las parasomnias, se diferencian en distintos tipos y las prevalencias varían: el sonambulismo tiene una prevalencia del 15% entre los 3 y 15 años; las pesadillas, entre un 10% y un 50% entre los 3 a 5 años y, el menos frecuente es el terror nocturno, con una prevalencia estimada del 1-5% respecto a estas edades. Por suerte, “son trastornos del sueño que generalmente no necesitan ningún tipo de tratamiento agresivo”, comenta la doctora.
"Somos conocedores de las necesidades especiales que tienen los niños a la hora de venir a consulta o realizar pruebas diagnósticas. Intentamos favorecer el confort tanto de los pequeños como de los papás"
En cambio, el síndrome de fase de sueño retrasada suele verse en adolescentes y, en este caso, “al generar la melatonina en horas más tarde de lo habitual, el paciente se duerme más tarde y a la mañana siguiente le cuesta mucho levantarse. Esto puede provocar problemas serios en el desarrollo curricular.”
“Luego, con cierta frecuencia solemos ver trastornos respiratorios del sueño, como el síndrome de apnea de niños". Se caracteriza por la presencia durante el sueño de episodios de obstrucción total o parcial del flujo aéreo en la vía aérea alta, provocando alteración de la ventilación anormal durante el sueño y como consecuencia desestructuración del mismo. En este caso, el paciente necesita un estudio de sueño, una polisomnografía, para su correcto diagnóstico.
Por último, destaca el síndrome de piernas inquietas, que es la necesidad imperiosa e irresistible de mover las piernas, asociando una sensación desagradable y dolorosa que empeora con el reposo.
TRATAMIENTO
En la Unidad de Trastorno de Sueño de Toledo, suelen acoger al paciente pediátrico al igual que al paciente adulto. Constan de una consulta clínica donde crean una historia clínica al paciente y le realizan una exploración física. Según el tipo de sospechas, se les inicia un estudio específico. Cuando el paciente lo necesita, que en lo niños suele ser bastante común, se lleva a cabo un estudio de sueño. “La mayoría de veces, el estudio se realiza por las noches, que es la polisomnografía nocturna, donde el niño ingresa una noche para que estudiemos su sueño junto a los padres y utilizamos una serie de variables y sensores para ver cómo está funcionando el cerebro, cómo respira, cómo se mueve, qué conducta tiene durante el sueño… Gracias a eso, podemos realizar una aproximación diagnóstica más correcta a su enfermedad", explica la neurofisióloga.
"Para el estudio, el niño ingresa una noche para que analicemos su sueño. Utilizamos una serie de variables y sensores para ver cómo está funcionando el cerebro, cómo respira, cómo se mueve, qué conducta tiene durante el sueño…"
Dado que “ningún niño lo pasa bien en el hospital", las soluciones que ofrecen para que la prueba sea más ligera tanto para los padres como para los hijos es muy eficaz: "En la neurofisiología clínica habitualmente trabajamos con niños y con adultos. Entonces, somos conocedores de las necesidades especiales que tienen los niños a la hora de venir a consulta o realizar pruebas diagnósticas. Intentamos favorecer el confort tanto de los pequeños como de los papás. Habitualmente les damos más tiempo, tanto en consultas como en las pruebas. Solemos tener más paciencia, intentamos hacer un poco de maniobras de distracción para que puedan llevar lo mejor posible el estar con nosotros en el hospital e incluso a veces les solemos poner vídeos”.
Una vez realizado el estudio en el hospital y haber propuesto una tratamiento, muchos de los pacientes no tienen la necesidad de volver, y es que con una serie de instrucciones a los padres y unos cambios de hábitos es suficiente. En cambio, hay otras enfermedades del sueño, que si es necesario que necesitan un seguimiento del pediatra o incluso deben pasar por una pequeña intervención: “Hay algunas más complicadas donde el paciente necesita un seguimiento por nuestra parte y un abordaje terapéutico más complejo. Pero para eso estamos, somos una unidad superespecializada y estamos para ayudarles.”