A medida que la temperatura media del planeta continúa incrementándose, los riesgos para nuestra salud aumentan. Los expertos alertan desde hace años que esta situación favorece el desplazamiento de animales salvajes desde sus hábitats habituales a otras zonas en las que se encuentran grandes masas de poblaciones humanas. Una situación que propicia el salto viral entre especies y que podría ser el origen de la próxima pandemia.
Precisamente, la relación entre el cambio climático y la transmisión viral ha sido descrita recientemente por un equipo internacional de investigadores bajo la dirección de la Universidad de Georgetown. Los resultados de este trabajo, publicados en la revista Nature, se centran en el análisis de los desplazamientos geográficos de especies como consecuencia de la contaminación.
Sus autores prevén que, de esta forma, se compartirán miles de virus y se facilita el camino para que especies endémicas de unas regiones del mundo comiencen a afectar a poblaciones en otros territorios. El virus del Nilo occidental (VNO), es un claro ejemplo en España.
Tal y como informa el Ministerio de Sanidad, la circulación del virus del Nilo occidental se conoce desde hace dos décadas, hasta el 2019, tan solo se habían detectado seis casos esporádicos en humanos, pero en 2020 se produjo un aumento sin precedentes de la incidencia con 77 casos identificados en humanos de los que el 97% padeció un cuadro de meningoencefalitis con ocho fallecidos.
El riesgo en conjunto, teniendo en cuenta la probabilidad de transmisión y el impacto de la enfermedad, es moderado en las zonas donde en esta temporada o en las previas se han detectado focos equinos, aves o mosquitos infectados y/o casos humanos. Pero este no es el único caso.
El Centro Europeo para el Control y la Prevención de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés) ha advertido en su último informe sobre enfermedades infecciosas en los países de la Unión Europea (UE) y del Espacio Económico Europeo (EEE) del aumento de casos en todos los continentes de casos de chikungunya (síntomas parecidos a la influenza que pueden llegar a ser graves) y dengue (presenta síntomas que varían entre una fiebre leve a una fiebre incapacitante, acompañado de dolor intenso de cabeza, dolor detrás de los ojos, dolor en músculos y articulaciones, y eritema), enfermedades transmitidas por el mosquito Aedes.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido de que el 17% de las enfermedades infecciosas están provocadas por transmisiones vectoriales, siendo los mosquitos los principales vectores de transmisión
El ECDC señala que se han reportado casos de la enfermedad provocada por el virus chikungunya en las Américas, Asia, África, Oceanía y Europa. Tanto este como el dengue no son endémicos de Europa continental, a pesar de la notificación de brotes autóctonos durante el verano y los meses de otoño en los últimos años.
En 2022 y hasta el pasado 5 de mayo, se han notificado 50.459 casos de chikungunya en todo el mundo y siete fallecidos. La mayoría de casos se han reportado en Brasil (48.665), donde además se han registrado todos los fallecidos. Desde el último informe se han identificado 38.219 nuevos casos y seis muertes.
En el caso del dengue se han registrado en el mismo periodo 785.736 casos y 588 muertes. La mayoría de casos se han producido en Brasil (607.546), mientas que la mayoría de las muertes (226) se han reportado en Indonesia. Desde la última actualización se han detectado 492.404 nuevos casos y 181 nuevas muertes.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido de que el 17% de las enfermedades infecciosas están provocadas por transmisiones vectoriales, siendo los mosquitos los principales vectores de transmisión.
A pesar de que los casos detectados en Europa son reducidos, el cambio climático podría aumentar la incidencia de estas enfermedades en los próximos años. Preocupa que los hábitats de los animales se desplacen de forma desproporcionada en los mismos lugares que los asentamientos humanos, creando nuevos focos de riesgo de desbordamiento.
Es posible que gran parte de este proceso ya esté en marcha en el mundo actual, que es 1,2 grados más cálido, y los esfuerzos por reducir las emisiones de gases de efecto invernadero no pueden impedir que se produzcan estos acontecimientos.
Y es que, el cambio climático se convertirá en el mayor factor de riesgo de aparición de enfermedades, por encima de cuestiones más destacadas como la deforestación, el comercio de especies silvestres y la agricultura industrial. Los autores afirman que la solución es combinar la vigilancia de las enfermedades de la fauna salvaje con estudios en tiempo real del cambio medioambiental.