Los datos globales sobre asistencia sanitaria muestran que las brechas en la calidad de los sistemas sanitarios son los responsables de más muertes que las causadas por el VIH, la malaria y la tuberculosis juntas. Una situación que se torna complicada en los países de medios y bajos ingresos donde los efectos de la mala atención sanitaria provocan elevadas tasas de mortalidad. De acuerdo con una reciente investigación publicada por PLOS Global Public Health, casi el 60% de los ocho millones de muertes prevenibles que actualmente se producen en los países de medios y bajos ingresos ocurren como consecuencia de deficiencias en los sistemas de atención sanitaria.
La Atención Primaria se erige como la piedra angular de los sistemas sanitarios en todo el mundo. Las carencias y problemas estructurales que se producen en este primer escalón, especialmente en materia de prevención, así como las brechas en la atención y continuidad se traducen en un manejo inadecuado tanto de las enfermedades prevenibles como de las no prevenibles.
Abordar estas cuestiones es una necesidad vital en un escenario en el que está aumentando en todo el mundo la carga de las enfermedades no transmisibles y la prevalencia de la multimorbilidad (presencia de dos o más condiciones crónicas). Una fotografía que plantea el desarrollo y adaptación de mecanismos novedosos que permitan la evaluación de la calidad de los sistemas asistenciales, enfatizando en aspectos como la Atención Primaria.
Retomando los resultados del análisis con el que iniciábamos estas líneas, ponemos el foco en las denominadas como medidas de resultado informadas por el paciente (PROM, por sus siglas en inglés). Sistemas de evaluación que en los países con altos ingresos son habituales, pero que pocas veces se ponen en práctica en las naciones con menos recursos. Esto impide la mejora de la prestación de la asistencia sanitaria en Atención Primaria y perpetúa la mala calidad del manejo de las enfermedades, especialmente las crónicas.
Casi el 60% de los ocho millones de muertes prevenibles que actualmente se producen en los países de medios y bajos ingresos ocurren como consecuencia de deficiencias en los sistemas de atención sanitaria
Un camino que únicamente lleva a la sobrecarga de unos sistemas sanitarios ya debilitados por la falta de recursos, que ven como la presión sobre ellos aumenta de forma continua debido al incremento de la prevalencia de las enfermedades crónicas e infecciosas. Se suma un problema derivado precisamente de las históricas carencias sanitarias de los países con medios y bajos ingresos.
Estos países, dada la escasez de recursos, han centrado sus sistemas de Atención Primaria en dar respuesta cortoplacistas para el tratamiento de enfermedades agudas, por lo que no cuentan con infraestructuras u organización que permitan la atención multidisciplinar, integrada, longitudinal para el manejo de las enfermedades crónicas.
Uno de los motivos por los que los PROM se utilizan poco en los países de medios y bajos ingresos como indicadores para medir la calidad asistencial en estos, es que requieren de una rigurosa recopilación de evidencia y datos en múltiples áreas para que los resultados reportados sean válidos. Situación que, hasta la fecha, se ha repetido con mayor frecuencia en las naciones más ricas, tal y como exponen los autores del análisis.
En los países más pobres las medidas se han orientado históricamente a otros aspectos como la disponibilidad de medicamentos o la fuerza laboral de la que disponen. “Elementos fácilmente cuantificables, pero que no reflejan el contenido de la atención o la experiencia del paciente”, indican los autores incidiendo en la limitada disponibilidad de datos significativos en los países de medios y bajos ingresos.
Estos países, dada la escasez de recursos, han centrado sus sistemas de Atención Primaria en dar respuesta cortoplacistas para el tratamiento de enfermedades agudas, por lo que no cuentan con infraestructuras u organización que permitan la atención multidisciplinar, integrada, longitudinal para el manejo de las enfermedades crónicas
“Debido a que los países con medios y bajos ingresos son heterogéneos, con diferentes entornos clínicos y creencias médicas, los PROM también deben ser flexibles y fácilmente adaptables a contextos específicos, sin dejar de mantener la relevancia cultural”, argumentan los responsables del análisis poniendo el foco en lo que denominan como “carga del tratamiento”.
Un elemento único debido a su enfoque multidimensional y que va mucho más allá del acceso a los diagnósticos y tratamientos farmacológicos. Incluye aspectos como los efectos que tiene el manejo de las enfermedades crónicas en las relaciones personales, la carga administrativa que producen, el estrés financiero que imponen y sus impactos en la salud mental. “Estos conceptos resaltan cuestiones relevantes a nivel individual, familiar y social por lo que la carga del tratamiento coloca a los profesionales y a los responsables de la formulación de políticas en un ámbito de comprensión completa de los que se requiere, dentro y fuera del sistema de atención médica y manejo de las afecciones crónicas, incluyendo la multimorbilidad”.
La carga del tratamiento permite además conformar una fotografía de las barreras de los sistemas de salud que aumentan las cargas de trabajo y, por ende, perpetúan las elevadas cargas de los tratamientos. Unas barreras numerosas en los países con menos recursos.
El análisis concluye que la no mejora de la Atención Primaria en los países de medios y bajos ingresos se traducirá en efectos perjudiciales derivados de la multimorbilidad mal gestionada. “Los pacientes sufrirán una peor calidad de vida y un estado funcional disminuido. Los sistemas que ya tienen pocos recursos se verán aún más presionados y aumentará la brecha de equidad entre quienes viven con enfermedades crónicas en los países de altos, medios y bajos ingresos”.
Razón por la que abogan establecer como una prioridad los esfuerzos orientados a minimizar las desigualdades globales en el manejo de la multimorbilidad. “Al mejorar la experiencia del paciente y elevar sus expectativas del sistema de salud, la calidad de la atención aumentará de manera significativa y estructurada, minimizando las desigualdades actuales en los resultados de las enfermedades crónicas entre países”, lo que se traducirá en una menor mortalidad innecesaria en los países de medios y bajos ingresos, aumentará la calidad de vida, la tensión económica disminuirá y los sistemas de salud estarán mejor posicionados para seguir trabajando hacia el reto de la equidad global en materia de salud.