La relación entre las altas temperaturas y los efectos perjudiciales para la saludestá ampliamente documentada por la evidencia científica, especialmente en grupos de riesgo como los niños, adultos mayores o las personas con determinadas patologías. Un aspecto bastante desconocido sobre la exposición al calor es que se posiciona como un importante factor de riesgo subestimado que contribuye al desarrollo de enfermedades cardiovasculares. Una situación que plantea un desafío en términos de salud pública ante las olas de calor que experimentamos en los últimos años como consecuencia del cambio climático y una población cada vez más envejecida.
Ante esta fotografía una reciente investigación, cuyos resultados han sido publicados por The Lancet Planetary Health, plantea la necesidad de comprender de forma más exhaustiva los efectos del calor ambiental en las diferentes enfermedades cardiovasculares, así como los factores que contribuyen a la vulnerabilidad en un contexto de cambio climático.
Para ello han realizado una revisión sistemática y metaanálisis sobre la evidencia científica publicada entre el 1 de enero de 1990 y el 10 de marzo de 2022 en PubMed, Embase y Scopus. Toda la evidencia recopilada ha sido evaluada incluyendo de esta forma investigaciones originales sobre poblaciones de estudio independientes en las que la métrica de exposición fueron las altas temperaturas y/o las olas de calor, así como estudios observacionales que utilizan series de tiempo ecológicas o casos cruzados que comparan riesgos en diferentes exposiciones o periodos de tiempo.
Se excluyeron todos los trabajos que solo examinaban los efectos estacionales sin considerar de forma explícita la temperatura. De esta forma, de los 7.360 resultados que cumplían con los criterios de búsqueda, 282 fueron incluidos y 266 finalmente elegidos para la realización del metaanálisis.
Partimos de la base de que el calor extremo afecta de forma negativa a la salud humana y, probablemente, el aumento de las temperaturas tendrá consecuencias adversas a medida que el cambio climático continúe su avance. A nivel global, las enfermedades cardiovasculares se posicionan como la causa principal de morbilidad, representando un tercio de las muertes a nivel mundial, y son uno de los principales factores de discapacidad. Estas enfermedades han elevado la cifra de años vividos con discapacidad de 17,7 millones en 1990 hasta los 34,4 millones en 2019.
Por cada aumento de 1 °C en la temperatura por encima de las temperaturas de referencia, existe un incremento asociado del 2,1% en la mortalidad relacionada con las enfermedades cardiovasculares y un aumento del 0,5% en la morbilidad relacionada con estas enfermedades
La revisión de estos estudios muestra que por cada aumento de 1 °C en la temperatura por encima de las temperaturas de referencia, existe un incremento asociado del 2,1% en la mortalidad relacionada con las enfermedades cardiovasculares y un aumento del 0,5% en la morbilidad relacionada con estas enfermedades. Aunque se han observado asociaciones positivas entre todos los diagnósticos de enfermedad cardiovascular en la mortalidad, los riesgos más fuertes se han hallado en los accidentes cerebrovasculares (3,8% de aumento de riesgo) y las enfermedades coronarias (2,8% de aumento de riesgo).
En términos de morbilidad, los mayores riesgos se han asociado con las arritmias y el paro cardíaco (1,6%), y el paro cardíaco extrahospitalario presentó el incremento de riesgo más elevado con un 2,1%.
Los responsables del estudio indican que durante las olas de calor el riesgo de mortalidad relacionado con las enfermedades cardiovasculares aumentó significativamente en un 11,7%. Un riesgo que se incrementa a medida que lo hace la intensidad de la ola de calor.
Para comprender mejor estas asociaciones, lo autores del análisis explican que los efectos del calor sobre los malos resultados en las enfermedades cardiovasculares están relacionados con las múltiples vías fisiológicas que inician las respuestas cardiovasculares en los seres humanos al estrés que se produce por lo que se denomina como “calor pasivo”, así como por el aumento del calor exógeno. Cuando la ganancia de calor excede la capacidad de nuestro cuerpo para perder calor pueden iniciarse una serie de eventos patológicos que, eventualmente, pueden resultar en un deterioro cardiovascular.
El aumento de la sudoración y del flujo sanguíneo de la piel pueden provocar la pérdida de agua y generar deshidratación, lo que incrementa el riesgo accidente cerebrovascular. “La disminución concomitante del volumen plasmático y el aumento de la concentración de glóbulos rojos y otros constituyentes de la sangre, junto con un aumento de la viscosidad de la sangre y una concentración elevada de colesterol, pueden causar tromboembolismo, lo que aumenta el riesgo de accidente cerebrovascular isquémico y enfermedad cardíaca”, añade la investigación.
En términos de morbilidad, los mayores riesgos se han asociado con las arritmias y el paro cardíaco (1,6%), y el paro cardíaco extrahospitalario presentó el incremento de riesgo más elevado con un 2,1%
La evidencia científica ha demostrado además que el estrés térmico aumenta el riesgo de disfunción cardiovascular, provocando hipertensión, alteraciones del ritmo cardíaco y cardiopatía isquémica. “La vasodilatación de los vasos sanguíneos periféricos reduce la presión arterial sistólica y, por lo tanto, disminuye el flujo sanguíneo coronario, lo que conduce al riesgo de arritmias y paro cardíaco. Además, una frecuencia cardíaca elevada inducida por el calor y la contractilidad cardíaca pueden aumentar el consumo de oxígeno del miocardio, lo que también podría representar una amenaza de arritmias fatales”, añaden las conclusiones.
“Nuestros resultados respaldan y actualizan los resultados de revisiones anteriores que asocian las altas temperaturas y las olas de calor con la mortalidad relacionada con las enfermedades cardiovasculares. También encontramos asociaciones con la morbilidad relacionada con las enfermedades cardiovasculares, y nuestros hallazgos están en línea con un metaanálisis de 2016 que reportó un aumento del 1% en el riesgo asociado con temperaturas elevadas y un incremento del 6,1% en el riesgo ante olas de calor”, declaran.
Este riesgo de mortalidad es significativamente más elevado debido a los impactos del calor en las personas mayores de 65 años, ya que presentan una baja tolerancia fisiológica al calor. Se suman los cambios fisiológicos relacionados con la edad y la termorregulación, una capacidad que perdemos progresivamente con la edad.
“Los hallazgos de esta revisión tienen implicaciones importantes para la evaluación de los riesgos actuales de los efectos adversos de las elevadas temperaturas en las enfermedades cardiovasculares, así como en las futuras estrategias de prevención de la atención médica y la asignación de recursos para las poblaciones de mayor riesgo”, remachan los autores, enfatizando en que “el aumento de las temperaturas ya confiere un mayor riesgo de eventos de enfermedades cardiovasculares cuantificables y evitables en la población general”.