Hoy se celebra el Día Mundial del Párkinson, que coincide con el segundo centenario de la publicación del artículo clave para el reconocimiento de la enfermedad
El Dr. Yaroslau Compta, coordinador del Grupo Catalán de Trastornos del Movimiento de la Sociedad Catalana de Neurología y de la Unidad de Párkinson del Hospital Clínic de Barcelona, ha sido el organizador de esta jornada. A su juicio, lo más importante que hemos aprendido sobre la enfermedad de Parkinson en estos 200 años es que “la observación clínica es fundamental para fenotipar este complejo trastorno”; esto, añade, “es crucial”, porque a partir de los fenotipos es posible aprender sobre la fisio e histopatología, el diagnóstico, el pronóstico y el tratamiento de la enfermedad.AVANCES QUE TRAEN ESPERANZAS
La obra original de James Parkinson aportó un marco general de conocimiento a partir del cual posteriormente, desde los clásicos Charcot y Gowers hasta los autores más modernos, se ha ido completando el cuadro de síntomas y signos motores y no-motores de la enfermedad, y sus combinaciones en fenotipos con diferencias fisiopatológicas y pronósticas.
“El mayor desafío que tenemos por delante es poder pasar de los tratamientos meramente sintomáticos a disponer de estrategias que realmente modifiquen la evolución de la enfermedad”
Todo ello sin olvidar que hace 50 años se publicó el trabajo de Cotzias sobre la eficacia de la levodopa en la enfermedad de Parkinson, que tras todo este tiempo sigue siendo el tratamiento sintomático más eficaz. También se ha progresado enormemente en el conocimiento de la genética (mayoritariamente compleja y minoritariamente mendeliana) de la enfermedad, siendo especialmente destacable el descubrimiento hace 20 años de la alfa-sinucleína, ingrediente virtualmente universal de las lesiones características de la enfermedad de Parkinson: la patología de tipo Lewy.Sin embargo, a pesar de los importantes avances registrados, “quedan por resolver numerosos interrogantes, desde cuál es el papel preciso de la alfa-sinucleína y de tantos otros actores moleculares relacionados con la EP, hasta la dificultad para obtener biomarcadores fiables, validados y reproducibles a nivel diagnóstico y de progresión, así como para trasladar a nivel individual el conocimiento que tenemos del estudio de grandes grupos de pacientes”, asegura el Dr. Compta. Con todo, reconoce este experto, “el mayor desafío que tenemos por delante es poder pasar de los tratamientos meramente sintomáticos a disponer de estrategias que realmente modifiquen la evolución de la enfermedad, e incluso logren evitar complicaciones tan serias y devastadoras como la demencia asociada al párkinson”.
LEVODOPA, EL HITO TERAPÉUTICO
Especialmente importante a nivel clínico fue el empleo de la levodopa en esta enfermedad, un tratamiento sintomático de una eficacia muy superior a los disponibles hasta ese momento (anticolinérgicos, amantadina). “A pesar de ser un tratamiento sintomático (si bien de base fisiológica, al reponer parcialmente el déficit dopaminérgico subyacente), cambió la historia natural de la enfermedad”, opina el Dr. Compta, quien recuerda que “antes de la levodopa la enfermedad conducía en muchos casos de forma rápida a una situación de gran discapacidad motora, incluyendo una rigidez, inmovilidad y disfagia que resultaban fatales”.
“La aplicación de la levodopa en pacientes con párkinson cambió la historia natural de la enfermedad”
Pero la levodopa también trajo nuevas complicaciones y limitaciones. Como apunta Yaroslau Compta, “condujo a la aparición de las conocidas complicaciones crónicas del tratamiento, con fluctuaciones motoras y/o discinesias, que a su vez han hecho necesario seguir investigando en el desarrollo de terapias para retrasar o controlar estas complicaciones motoras del tratamiento crónico con levodopa: desde los agonistas dopaminérgicos y diversos inhibidores enzimáticos a terapias complejas, como la estimulación cerebral profunda y las infusiones continuas de apomorfina subcutánea o de gel de levodopa intestinal”.UN FUTURO OPTIMISTA
“La posibilidad de modificar la evolución de la enfermedad parece ahora mismo mucho más realista y alcanzable que la de una curación en el sentido clásico del término”
La evolución en este campo invita al optimismo, con el desarrollo de líneas de investigación prometedoras que permiten pensar en nuevos saltos significativos, que permitan un mejor y más precoz diagnóstico de la enfermedad. El avance en este campo, en palabras del Dr. Compta, “vendrá a partir de la reciente introducción del concepto de enfermedad de Parkinson prodrómica y el intenso trabajo en el desarrollo de biomarcadores de patología por alfa-sinucleína (en tejido periférico, en sangre, en líquido cefalorraquídeo, o por imagen), pero también a nivel de terapias potencialmente modificadoras del curso evolutivo de la enfermedad”. Tal y como concluye este experto, “la posibilidad de modificar la evolución de la enfermedad parece ahora mismo mucho más realista y alcanzable que la de una curación en el sentido clásico del término”.Mientras todas estas líneas de investigación van avanzando, en la práctica clínica diaria seguirá siendo importantísimo no olvidar las lecciones de los últimos 200 años: observación clínica atenta y trato humano a personas con una pléyade de síntomas motores y no-motores que, aparte de los fármacos, se pueden beneficiar de medidas no-farmacológicas. Además, recomienda el Dr. Yaroslau Compta, “hay que seguir trabajando para ofrecer una atención integral y multidisciplinar”.
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