La atención a la discapacidad y la adaptación para integrarla siguen sin llegar a las prisiones españolas, o no a todas ellas, tal y como está poniendo de manifiesto el encarcelamiento en Zuera (Zaragoza) de una pareja de estafadores ciegos: ambos, un hombre y mujer de origen vallisoletano y vinculados por una relación, llevan algo más de dos meses asignados a la enfermería del penal, donde son ayudados por presos de apoyo en su día a día, mientras el equipo de tratamiento del presidio los clasifica (previsiblemente en segundo o tercer grado) y los asigna a un módulo o, con el apoyo de Instituciones Penitenciarias, los traslada a uno de los escasos penales con espacios adaptados.