Emborracharse y perder el control compensa a un 40% de los jóvenes de entre 15 y 29 años, a pesar de los riesgos que pueda entrañar. Ídem para casi el 25% que fuman porros y conducen a velocidades extremas. Otro 15%, considera que usar preservativo no merece la pena. Analizar la percepción de los peligros para la salud, así como la compensación al asumirlos, son factores necesarios para explicar este tipo de comportamientos dañinos, y las variables que mide el Barómetro 2017 del Proyecto Scopio, una iniciativa del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD).
Ignacio Calderón, director general de FAD, resalta en ConSalud.es un dato, a su juicio “enormemente” importante. “Prácticamente la mitad de los adolescentes y jóvenes conocen y tienen claro que el riesgo está a la hora de comportarse de una determinada manera. Y sin embargo, a más de la mitad les compensa, dicen, asumirlo”.
Prácticamente la mitad de los adolescentes y jóvenes conocen y tienen claro que el riesgo está a la hora de comportarse de una determinada manera. Y sin embargo, a más de la mitad les compensa
Escenario que el experto explica, porque “el mundo joven se ha independizado de la autoridad de los adultos, que le marcaban un camino. En un momento dado, los jóvenes deciden que van a gestionar su propia vida y tomarán sus decisiones en todos los campos. También en las conductas de riesgo”. Es una realidad temprana, empieza a partir de los 14 o 15 años y, normalmente, son hábitos reiterados, sobre todo cuando son consumos relacionados con el ocio y tiempo libre, “un elemento nuclear de su vida”, y por eso, en opinión de Calderón, “tenemos que acercarnos a ellos para conocer sus razones, por qué hacen esas cosas”, para poner en marcha estrategias preventivas.
Preocupa especialmente el tema borracheras en menores. “En el último mes, ha habido casi medio millón de atracones de alcohol en menores de edad”, destaca el especialista. Para él, lo más grave es “que se quede todo el mundo tan tranquilo”, y que sea “un fenómeno cultural, una demostración de que te diviertes”. “Es peligrosísimo”, añade, sobre todo en edades de inicio de consumo tan tempranas. “Es más que grave, y el mundo sanitario está dando señales de alarma. Esa ingesta de alcohol violentísima afecta al desarrollo del cerebro y todos los órganos del cuerpo”.
Frente a esta situación “¿qué se puede hacer?” se pregunta Ignacio Calderón. Su conclusión es que es mucho más complicado que hace unos años, “porque los jóvenes, en su expresión de vida, están constantemente relacionados con este mundo, y ya no obedecen a la autoridad”. Bajo su punto de vista, “está claro que habría que plantearse si es a corto o largo plazo, porque, evidentemente, la educación en valores, el ir creando personas con una capacidad formada y responsable, es vital”.
La última campaña de prevención impulsada desde el Ministerio de Sanidad se remonta a 2011
En este punto, las instituciones deberían adoptar un papel que, de momento, no realizan. Es más, la última campaña de prevención impulsada desde el Ministerio de Sanidad se remonta a 2011. “El mundo institucional y político responde a estas cuestiones dependiendo de la presión social, del interés que la sociedad tenga, que presione demandando algo que quiere cambiar”. Por ejemplo, en el tema de la adicción a las drogas, se ha perdido intensidad, “hace 20 años era un clamor popular”, señala. “Había dinero público por todos lados, tanto del Gobierno como de las autonomías, porque existía una presión enorme de la calle. La sociedad estaba asustada y exigía medidas urgentes”.
Algo que ahora ha desaparecido, con el consiguiente desinterés institucional. “En el CIS, en los años 90, las drogas se incluían entre los tres primeros problemas que más les preocupaba a los ciudadanos. Hoy es una temática que no aparece siquiera. Eso quiere decir que se ha perdido el miedo. El problema sigue estando ahí, pero la sociedad no lo valora, y eso tiene efecto sobre el sistema sin ninguna duda”. Desde su perspectiva, la sociedad no es consciente “de a lo que nos estamos acercando”, y entienden que “hay mucho menos dinero del necesario. Hay respuesta para los problemas, pero la prevención necesitaría mucho más refuerzo del que tiene”.