En mayo se dieron dos pasos importantes que evidenciaban que las mayores amenazas sanitarias globales de esta década se solucionaron: el día 5 de ese mes la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el fin de la emergencia sanitaria por Covid-19, tras tres años y dos meses de pandemia y millones de muertes; el 11 procedía al carpetazo de la viruela del mono, tras 85.000 fallecimientos. Estas patologías seguirán en la sociedad, pero su efecto será menor.
2023, tal y como el Organismo perteneciente a Naciones Unidas confío al inicio de año, dio resultados a esta problemáticas. Sin embargo, como ha ocurrido a lo largo de la historia, este no fue el final de las emergencias sanitarias globales, muchas fruto del cambio climático así como de los conflictos que hoy en día están produciéndose.
El cambio climático, detrás de las sequías e inundaciones y de olas de calor e incendios en regiones con climas tradicionales más benignos, está provocando el incremento de patologías que se intentan controlar. Ejemplo de ello es la malaria, que afecta a unas 249 millones de personas en el mundo. La lucha frente a esta patología dada las inundaciones extremas que se están produciendo en países como Pakistán se “está frenando”. Pese a ser uno de los problemas sanitarios más preocupantes a nivel mundial, sí se han producido ciertos avances durante este año.
El cambio climático con las inundaciones, las olas de calor y las sequías lleva a distintos problemas de salud y al auge de patologías tanto infecciosas como crónicas
Por primera vez tres países africanos han alcanzado la implementación de la primera vacuna contra esta enfermedad infecciosa, la RTS,S/AS01. Además, en octubre, la OMS recomendó la vacuna R21/Matriz-M para la prevención de esta patología. “Un giro sustancial” que lleva a tener “mayores recursos” para reducir las tasas mundiales de incidencia y mortalidad de la malaria en al menos un 90% para 2030, la meta establecida por Naciones Unidas.
Además de los efectos directos del cambio climático que provoca el auge de enfermedades o la aparición de brotes epidémicos, desastres naturales como los terremotos suponen asimismo un desafío para los sistemas sanitarios. En este año que llega a su fin, Turquía y Siria vivían uno de los mayores movimientos de tierra de su historia. El pasado 6 de febrero se producía en el sudeste del país otomano y el norte sirio un seísmo de magnitud 7,8 y 7,5 en la escala de Richter que provocó más de 4.000 decesos y 18.700 heridos, cortes de suministro eléctrico y médicos en pleno invierno.
CONFLICTOS Y SALUD
Los conflictos armados son también fuente de problemas sanitarios que pueden llegar a producir una emergencia. La falta de recursos durante estos momentos, la mayor demanda sanitaria, la proliferación de patologías infecciosas por la falta de medidas higiénicas, así como efectos directos de daños en hospitales y equipos médicos son las principales causas del debilitamiento de los sistemas sanitarios durante las guerras.
Este año han continuado los conflictos civiles de Libia, Somalia, Sudán o Nigeria entre otros países que también tienen lucha armada en su territorio en el continente africano. A su vez, en 2023 continua la invasión rusa de Ucrania, que el 24 de febrero de 2024 alcanzará los dos años de conflicto. Y en octubre de este año estallaba una guerra entre Hamás e Israel, que continúa. Los conflictos están relacionados con la mayoría de las 65 emergencias sanitarias atendidas durante este año por la OMS, repartidas entre 29 países y dirigidas a 107 millones de personas.
Durante las guerras es necesario que los gobiernos prevengan, detecten y respondan a brotes de enfermedades infecciosas que se puedan dar, así como que refuercen los servicios sanitarios esenciales
Durante los conflictos, como valora la OMS, es necesario que los gobiernos prevengan, detecten y respondan a brotes de enfermedades infecciosas que se puedan dar, refuercen los servicios sanitarios esenciales, tanto de atención ambulatoria como hospitalaria para poder responder a las necesidades básicas: desde atender a un parto de recién nacidos a tratar heridas de guerra. En estos momentos también se precisan apoyos externos para mantener el suministro de medicamentos esenciales y equipos médicos.
Guerras como la de Israel con Hamás dejan además ataques directos a equipamientos médicos. El 5 de diciembre el director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, denunció que el Ejército de Israel había dado una orden para retirar en las próximas 24 horas sus suministros del almacén médico que tienen ubicado en el sur de la Franja de Gaza. Además, mostraba su preocupación por el bombardo a hospitales, colapso de los que siguen en pie y un aumento de enfermedades infecciosas como respiratorias (con un incremento de 150.000 casos), la sarna, la ictericia o la diarrea, con 100.000 casos.
Las emergencias sanitarias que en 2023 se han dado seguirán en gran medida en el próximo 2024, por lo que tanto desde la OMS como desde los propios gobiernos de los países afectados, siguen trabajando para mantener el derecho a la salud de la población incluso en condiciones desfavorables