El ictus es la principal causa de daño cerebral adquirido y se produce cuando la sangre no llega al cerebro en la cantidad necesaria y, como consecuencia, las células nerviosas no reciben oxígeno, dejando de funcionar. Según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2016 fallecieron en España 27.122 personas por accidentes cerebrovasculares, siendo la segunda causa de defunción, la primera en mujeres, solo superada por enfermedades isquémicas del corazón.
A pesar de ser una de las principales causas de mortalidad en el país, en los últimos 20 años se ha reducido su mortalidad y la discapacidad asociada gracias a la mejora en la detección precoz de los síntomas, el control de los principales factores de riesgo y la introducción de nuevas medidas terapéuticas como las Unidades de ictus.
Según datos de la SEN, el 50% de los pacientes que ha sufrido un ictus padece algún tipo de discapacidad
Sin embargo, en este mismo periodo de tiempo el número de casos de ictus entre las personas de 20 a 64 años ha aumentado un 25%. Los datos referentes a la población mayor de 65 años son más alarmantes y se estima que el 5% de estas personas han sufrido un ictus.
Según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), cada año entre 110.000 y 120.000 personas sufren un ictus en España, de los cuales un 50% quedan con secuelas discapacitantes o fallecen. Actualmente más de 330.000 españoles presentan alguna limitación en su capacidad funcional por haber sufrido un ictus.
La mortalidad asociada a los accidentes cardiovasculares puede reducirse considerablemente haciendo cambios en el estilo de vida. La SEN estima que el 90% de los casos de ictus podrían evitarse con una adecuada prevención que pasa por la corrección y el tratamiento de los factores de riesgo. Algunas de las causas que pueden provocar la aparición de esta enfermedad son el consumo de alcohol y tabaco, la hipertensión arterial, la diabetes, la obesidad, la vida sedentaria, las terapias hormonales y las enfermedades cardiacas previas.
Una buena prevención de los factores riesgo podría evitar el 90% de los casos por ictus
“Cuando hablamos de prevención hablamos tanto de llevar a cabo medidas para prevenir esta enfermedad en personas que no lo han sufrido hasta el momento, mediante hábitos de vida saludables, como para evitar que el ictus se repita. No hay olvidar que el hecho de haber sufrido un ictus, es un factor de riesgo para poder sufrir un segundo. Por lo tanto, estas personas, deben seguir un tratamiento farmacológico adecuado”, explica la doctora María Alonso de Leciñana, Coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología.
A pesar del impacto establecido de estos factores de riesgo en la aparición de enfermedades cerebrovasculares como el ictus, diversos estudios han revelado el escaso grado de control de los mismos. Entre el 40 y el 50% de los enfermos abandona el tratamiento tras dos o tres años de haber sufrido un infarto cerebral, lo que favorece la aparición de un segundo evento, cuya repercusión será peor que la del primero.
SÍNTOMAS
Conocer sus síntomas es uno de los factores clave que ayuda significativamente a la hora de pronosticar la enfermedad. La SEN recomienda que ante los primeros indicios se debe llamar al 112 y no trasladar al paciente al hospital o centro de salud por medios propios. El gran problema reside en que generalmente se producen de forma brusca e inesperada.
Algunas señales que indican que una persona está sufriendo un ictus son la alteración brusca del lenguaje acompañada de dificultades para hablar o entender; la pérdida repentina de fuerza o sensibilidad en una parte del cuerpo, generalmente afecta a una mitad del cuerpo y se manifiesta sobre todo en la cara y/o en las extremidades; alteraciones en la visión como la pérdida de visión de un ojo, visión doble o incapacidad para apreciar objetos en algún lado de nuestro campo visual; pérdida de coordinación o equilibrio y dolor de cabeza muy intenso y diferente a los dolores de cabeza habituales.