El amianto está clasificado según la Legislación Española como cancerígeno de primera categoría, es decir, se trata de una sustancia "carcinógena para el hombre". Los riesgos derivados del amianto están producidos por la inhalación de las fibras de amianto, siendo las de menor tamaño las que alcanzan las vías aéreas inferiores. La longitud y configuración de las fibras (pequeño tamaño y forma larga y delgada) influye en su capacidad de penetración en las vías respiratorias, ya que pueden permanecer en suspensión en el aire durante mucho tiempo y por lo tanto poder ser respiradas.
La patología profesional producida por la exposición a fibras de amianto está recogida en un Real Decreto, que recoge el cuadro de enfermedades profesionales en el sistema de la Seguridad Social.
Los riesgos derivados del amianto están producidos por la inhalación de las fibras de amianto, siendo las de menor tamaño las que alcanzan las vías aéreas inferiores
Los principales efectos sobre la salud derivados de la exposición al asbesto son la asbestosis (fibrosis pulmonar), el cáncer de pulmón y el mesotelioma (pleural o peritoneal). También está incluído desde 2015 el cáncer de laringe. A su vez, se ha encontrado asociación con otras neoplasias como los carcinomas gastrointestinales, y existe sospecha, no confirmada, de que el asbesto puede producir otros cánceres (esófago, riñón, ovario, mama).
Para el diagnóstico más temprano de este tipo de patologías relacionadas con la exposición al amianto, hay un instrumento clave: el Programa de Vigilancia de la Salud de los Trabajadores expuestos al Amianto (Pivistea). “Este programa mantiene una cohorte de trabajadores que a lo largo del tiempo ha ido incrementándose. En los últimos datos correspondientes a 2017, estamos hablando de 60.000”, explica José Rodríguez Valdés, experto de amianto de CC.OO.
Existe un Programa de Vigilancia de la Salud de los Trabajadores expuestos al Amianto: Pivistea
Uno de los problemas actuales es que “todavía hay personas que no saben que trabajaron con amianto y que no conocen este Programa, por lo tanto su difusión e información es importante”, apunta este especialista. “Ya que un diagnóstico a tiempo supone en algunos caso incluso la cronificación de la enfermedad”, añade Rodríguez Valdés.
A su vez, se trata de patologías con una gran latencia, lo que complica establecer en algunos casos el nexo-causa. “Estamos hablando de enfermedades que dan la cara al cabo de 8, 10 o 15 años. Incluso existe la existencia de casos de cáncer con un periodo de latencia de hasta 20 y 50 años”, señala este experto.