De acuerdo a las conclusiones recogidas en el artículo “Exercise and cáncer: a position statement from the Spanish Society of Medical Oncology”, de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), el ejercicio puede ayudar a prevenir el cáncer, controlar la progresión de la enfermedad, interactuar con los tratamientos antineoplásicos y mejorar el funcionamiento físico así como los resultados psicosociales de los pacientes.
El artículo ha sido publicado en la revista científica Clinical & Translational Oncology. Una revisión en la que han participado oncólogos médicos, epidemiólogos y especialistas en Ciencias del Deporte, coordinados por el doctor Miguel Martín, presidente de SEOM 2015-2017 y jefe de Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario Gregorio Marañón, es fruto de la labor de un Grupo de Trabajo creado por SEOM para tal fin, y que a partir de su publicación desarrollará otros proyectos e iniciativas específicas para pacientes con cáncer.
“El artículo presenta el estado actual del papel del ejercicio físico en la Oncología, de sus bases biológicas y de los estudios más importantes que investigan los efectos de la actividad física en este campo, y hace una propuesta de cómo conseguir que la actividad física forme parte del día a día de pacientes y médicos, instando a estos últimos a su prescripción. En este sentido, incluye una tabla de ejercicios para pacientes con cáncer con recomendaciones específicas del tipo de ejercicio, su intensidad y duración”, subraya el doctor Martín, coordinador del artículo.
Según apunta, “los efectos beneficiosos del ejercicio se manifiestan en áreas muy diversas y sumamente frecuentes de la patología humana como son el cáncer y también las enfermedades cardiovasculares, metabólicas y osteoarticulares, con lo que el ejercicio físico regular se convierte en una intervención altamente beneficiosa”.
“En los últimos 20 años, cada vez más se ha reconocido el valor de la actividad física en la prevención, tratamiento y pronóstico del cáncer, con un aumento sustancial en la evidencia científica que demuestra los efectos positivos de la actividad física en pacientes con cáncer”, incide uno de los autores del artículo doctor Miguel Ángel Seguí, oncólogo médico del Hospital Universitario Parc Taulí de Sabadell, en Barcelona.
Según el doctor Seguí, “muchos de estos efectos beneficiosos están relacionados con las propiedades generales del ejercicio en la promoción de la salud”. Sin embargo, advierte que “aunque todavía no conocemos exactamente todos los mecanismos que justifican este beneficio, cada vez es más evidente que el entrenamiento físico puede tener efectos directos sobre el cáncer y su tratamiento. Por lo tanto, el ejercicio en cáncer no solo puede ser saludable sino que puede ser terapéutico”.
EL EJERCICIO Y LOS LINFOCITOS ‘NATURAL KILLER’
El artículo pone el foco en los mecanismos biológicos que guardan relación con los posibles efectos anticancerígenos derivados del ejercicio.
“En los últimos 20 años, cada vez más se ha reconocido el valor de la actividad física en la prevención, tratamiento y pronóstico del cáncer, con un aumento sustancial en la evidencia científica que demuestra los efectos positivos de la actividad física en pacientes con cáncer”
El doctor Alejandro Lucía, catedrático en Ciencias del Deporte de la Universidad Europea de Madrid, explica que “aunque son necesarias más investigaciones, el ejercicio físico regular previene el desarrollo de numerosos tipos de tumores o incluso enlentecer su crecimiento a través de varios mecanismos. Además, en gran medida los beneficios del ejercicio son dosis-dependientes, es decir, cuánto más mejor, o al menos, llegado a un punto, ya no obtenemos más beneficios pero tampoco perjuicio alguno, por lo que desaconsejar el ejercicio sería un gran error”.
El ejercicio estimula la función inmune. “No es cierto que la inhiba cuando el ejercicio es muy intenso, antes al contrario”, matiza el doctor Lucía, sobre todo en lo que respecta a los llamados linfocitos ‘natural killer’.
Estas células representan una primera línea de defensa o vigilancia de nuestro organismo contra la invasión de microorganismos y el desarrollo de tumores.“El ejercicio favorece, incluso de forma aguda, tras unas sola sesión, la movilización de estas células hacia los tumores e incluso la capacidad citotóxica (o ‘de matar’) de las mismas”.
Por otro lado los músculos en contracción liberan a la sangre unas sustancias denominadas colectivamente como ‘miokinas’, que tienen la capacidad de alcanzar muchos tejidos y células, algunas incluso actuando sobre las células tumorales (vg, SPARC, interleucina 6 u oncostatina M), inhibiendo su proliferación y ejerciendo un cierto efecto quimioterápico. Además, muchas ‘miokinas’ tienen un efecto anti-inflamatorio.
"El ejercicio en cáncer no solo puede ser saludable sino que puede ser terapéutico"
Practicar de forma regular ejercicio físico se traduce en la creación de un ambiente fisiológico saludable, con menores niveles de inflamación crónica a nivel sistémico y adiposidad, sobre todo, en la grasa visceral, con lo que se liberan menos ‘adipokinas’ al torrente sanguíneo, que al contrario que las miokinas, suelen tener un efecto pro-inflamatorio.
Además el ejercicio físico libera adrenalina a la sangre que es capaz de inhibir vías de señalización específicas del cáncer de mama. “Y, en general, las reservas energéticas del organismo, y el estado de salud general de una persona físicamente activa es mucho mejor que el de un sedentario, lo que le permite luchar mejor contra el cáncer”, concluye el doctor. Lucía.
PREVENCIÓN PRIMARIA
La doctora Marina Pollán, directora científica del Consorcio de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública (Ciberesp) y directora del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III (CNE-ISCIII), recalca la importancia del ejercicio físico como elemento de prevención frente al cáncer.
“La mayor evidencia disponible es para el cáncer colorrectal, el cáncer de mama y el cáncer de endometrio. No obstante, el análisis conjunto de grandes estudios de cohortes muestra una menor incidencia de casi todos los tumores malignos en las personas con mayor nivel de actividad física”.
“El mínimo ejercicio recomendable de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), es decir 150 minutos/semana de ejercicio físico moderado o 75 minutos/semana de ejercicio físico intenso, ya muestra efectos beneficiosos para algunos tumores, como el cáncer de mama, aunque el mayor beneficio probablemente requiere mayor actividad física”, explica la doctora Pollán.
“A este respecto, las recomendaciones de la OMS invitan a las personas que llegan a cumplir con ese mínimo a duplicar esa cantidad de ejercicio físico hasta los 300 minutos/semana de actividad moderada o 150 minutos/semana de actividad intensa y a realizar al menos dos veces a la semana ejercicios de fortalecimiento de los grandes grupos musculares”, añade.
EJERCICIO Y PRONÓSTICO DEL CÁNCER
El último de los puntos que aborda el artículo son los efectos del ejercicio físico en el pronóstico de los pacientes con cáncer.
“Diversos estudios observacionales, la mayoría realizados en cáncer de mama y cáncer de colon, sugieren que la actividad física se relaciona con una menor probabilidad de recidiva y una mejor supervivencia global. Sin embargo, para conocer el verdadero impacto del ejercicio físico en el pronóstico del cáncer hacen falta estudios prospectivos que utilicen instrumentos de medida objetivos y tengan en cuenta otros factores pronósticos conocidos”, expresa la doctora Carmen Esteban, otra de las autoras del trabajo y oncóloga médico del Hospital Virgen de la Salud de Toledo.
“El ejercicio en pacientes oncológicos es factible, seguro y efectivo, independientemente de la fase de la enfermedad en que nos encontremos”, concluye el doctor Jordi Alfaro, oncólogo médico del Hospital de Terrassa, en Barcelona.