La DEA propone reducir un 20% la fabricación de algunos medicamentos opiáceos
Es más, como pone de relieve una comisión creada por el gobierno, estas drogas matan a más personas que los homicidios por armas de fuego y los accidentes de tráfico en el país norteamericano. El consumo de las sustancias empezó a dispararse en los años 90. Su prescripción como terapia contra el dolor fue a más por parte de los especialistas, hasta llegar a generalizarse. Como consecuencia, desde 1999 el número de sobredosis se ha cuadruplicado, de acuerdo con los datos de los CDC, igual que las cifras de opiáceos recetados. Eso sí, a pesar del incremento de las prescripciones de estas sustancias, no ha habido un cambio general en el panorama de las patologías y el dolor reportado por los estadounidenses durante ese periodo de tiempo. Igualmente, la situación ha evolucionado porque muchos de los pacientes que empiezan a consumir las sustancias legalmente, recurren más tarde a drogas más peligrosas como la heroína, una vez que dejar de tener acceso a los fármacos recetados y necesitan continuar satisfaciendo su adicción. En 2015, 27 millones de estadounidenses registraron consumo de drogas ilegales o abuso de medicamento.
Sin embargo, solo el 10% recibe un tratamiento especializado, lo que está contribuyendo en gran medida a las graves consecuencias de las sobredosis. De la misma forma, más del 40% de las personas con trastorno por uso de sustancias también presentar problemas de salud mental. El panorama deja una brecha en los tratamientos bastante relevante, incluyendo “la falta de acceso a la atención o el miedo a la vergüenza y la discriminación”, como indica la DEA.
Ante este panorama, la institución propone con urgencia la necesidad de controlar la producción sobre todo de analgésicos en boga como oxicodona, codeína y fentanilo. Esta última sustancia es la que provocó la sobredosis que acabó con la vida del cantante Prince el año pasado. “Los médicos, farmacéuticos y pacientes deben reconocer los riesgos inherentes a estas fuertes medicinas, especialmente en el uso a largo plazo”, incide en un comunicado el director interino de la agencia, Chuck Rosenberg.
"Los médicos, farmacéuticos y pacientes deben reconocer los riesgos inherentes a estas fuertes medicinas"
En este sentido, Rosenberg destaca que “cada vez más estados están exigiendo el uso de programas de supervisión de fármacos recetados, lo que ha llevado a un descenso en las prescripciones de opiáceos”. Algunos estados como Florida, Alaska, Arizona, Florida, Maryland, Massachusetts y Virgina se han declarado en emergencia para enfrentarse a esta crisis de salud pública. Por eso, además de parar parcialmente la producción de las sustancias, la DEA considera vital y urgente eliminar los obstáculos de acceso a los tratamientos en todos los estados del país, reforzar la prevención a través de la divulgación, establecer una legislación modelo y priorizar el control federal del flujo de los opiáceos sintéticos mortales. Asimismo, en 2016, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades emitieron directrices a los profesionales que recomendaban una reducción en la prescripción de medicamentos opiáceos para el dolor crónico. La DEA y sus socios federales han incrementado sus esfuerzos en los últimos años para educar a los profesionales, farmacéuticos, fabricantes y el público sobre los peligros asociados con el uso indebido de los medicamentos opioides y la importancia de prescribirlas adecuadamente.