"El cambio de inhalador por razones no-clínicas en EPOC y asma puede conllevar a una baja adherencia al tratamiento y/o a un mal uso del dispositivo, limitando los beneficios clínicos, incrementando el riesgo de exacerbaciones y, por tanto, el uso de recursos sanitarios". Esta es la tesis que defiende el epidemiólogo Joan B. Soriano Ortiz, junto a Míriam Solozabal y José Vicente Galindo, representantes de Chiesi España, y Oriol Solà, de la Fundació HITT.
En un artículo publicado en Open Respiratory Archives bajo el título 'Impacto económico y ambiental del cambio no-clínico de dispositivos inhaladores para EPOC y asma en España', los cuatro firmantes exponen que el coste total directo de la Atención Primaria y Hospitalaria, cada año en España, es de 2.405.952,187€ por EPOC y de 1.317.508,666€ por asma.
Esta es la tesis que defiende el doctor Joan B. Soriano Ortiz, junto a Míriam Solozabal y José Vicente Galindo, representantes de Chiesi España, y Oriol Solà, de la Fundació HITT
A su juicio, "puesto que el 9% de las exacerbaciones y sus consecuencias son debidas a cambios no controlados, el coste anual estimado es de 923 euros por paciente con EPOC y de 263 euros por paciente con asma, lo que supone un exceso de gasto anual de más de 216 millones de euros para EPOC y de 112 millones de euros para asma".
Los representantes de la compañía farmacéutica declaran que "el impacto de estas exacerbaciones es de 210.069 TEqCO2 por EPOC y 186.681 TEqCO2 por asma". "Capacitar a todos estos pacientes con el cambio de dispositivo costaría alrededor de 15 millones de euros y generaría un impacto adicional de 8 millones de TEqCO2 en la tasa de emisiones de carbono", concluyen.
LA COMUNIDAD CIENTÍFICA, CONTRARIA A ESTA VISIÓN
Lo cierto es que el impacto en la huella de carbono del uso de inhaladores es una cuestión en auge en el sector sanitario, motivado por las argumentaciones que neumólogos, médicos de Familia y políticos han expuesto en los últimos meses.
Desde una perspectiva histórica, el protocolo de Montreal de 1987 contemplaba la eliminación de forma gradual de la producción y uso de los clorofluorocarbonos (CFC) y su sustitución por hidrofluorocarbonos (HFC). Si bien los HFC no merman la capa de ozono, lo cierto es que producen gases invernadero, con un efecto sobre el cambio climático hasta 2.900 veces más potente que el CO2.
En este contexto, otros dispositivos como los inhaladores de polvo seco (DPI, por sus siglas en inglés Dry Powder Inhaler) y niebla fina (SMI, de sus siglas Soft Mist Inhaler), tienen una huella de carbono 18 veces menor, demostrando que son iguales de efectivos y tienen el mismo precio que los inhaladores de dosis medida presurizados (pMDI, por sus siglas en inglés pressurized Metered Dose Inhaler).
Un inhalador del tipo MDI tiene un impacto equivalente a un coche medio europeo recorriendo 290 kilómetros
Con la vista puesta en España, en nuestro país se consumieron 30.773.246 inhaladores en el año 2020. De todos ellos, un total de 14.924.119 son en formato de aerosol presurizado, 13.754.254 en polvo seco y 2.094.873 de niebla fina. La preocupación de los expertos reside en el primer grupo, los HFC.
Y es que, en un ejemplo gráfico, estos productos tienen un impacto semejante a 13.000 vuelos Madrid-Londres. De igual modo, un inhalador del tipo MDI tiene un impacto equivalente a un coche medio europeo recorriendo 290 kilómetros.
A igualdad de condiciones y priorizando el mejor tratamiento para el paciente, los especialistas en Neumología apuestan por los inhaladores de polvo seco como la alternativa óptima para proteger el medioambiente. De hecho, existen estudios que dicen que, si se cambiara cada semana un inhalador pMDI por un DPI, en 10 años el ahorro de toneladas de CO2 sería de casi cuatro millones.
En este sentido, los expertos precisan que el 90% de los pacientes pueden manejarse con los inhaladores de polvo seco. El problema, añaden, reside en la falta de conocimientos sobre esta materia entre profesionales sanitarios y pacientes. Por todo ello, apuestan por la formación y la información para revertir la coyuntura.
A nivel internacional, son muchos los Estados que, desde hace años, recomiendan el uso de inhaladores con baja huella de carbono, libres de HFCs, siempre y se prioricen las necesidades de los pacientes.
En España las sociedades científicas de la talla de Neumomadrid a nivel regional o SEPAR en el entorno nacional comienzan a pronunciarse en este sentido, como ya han hecho en el pasado la British Thoracic Society, la guía NICE o el National Health Service inglés.