El lipedema es una enfermedad crónica que afecta al tejido graso. Se caracteriza por presentar una acumulación anormal subcutánea de tejido adiposo con localización variable. Pero a pesar de ser una enfermedad definida, sigue siendo la gran desconocida. Concretamente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) catalogó el lipedema como una enfermedad hace escasos años, en 2018.
“Actualmente no hay ninguna prueba diagnóstica, ni analítica, ni de imagen, que nos sirva para el diagnóstico de la enfermedad”, explica en declaraciones a ConSalud.es la doctora Belén Alonso, médico especialista en rehabilitación y experta en linfología. “El diagnóstico de la enfermedad es clínico”, asegura la doctora, es decir, “incluye un conjunto de signos y síntomas que el especialista debe valorar”, añade.
“En el último congreso internacional del lipedema, celebrado hace unos meses, se cambiaron los criterios diagnósticos”
Esta falta de acceso a herramientas diagnósticas también motiva el infradiagnóstico de la enfermedad. En torno al 5% de las mujeres se ven afectadas por lipedema, aunque se trata de una estimación, al ser una patología desatendida en el género femenino. “En el último congreso internacional del lipedema, celebrado hace unos meses, se llegó a un consenso acerca de los criterios diagnósticos”, explica Alonso, aunque no son criterios universales. A pesar de este acuerdo, “hasta hace poco prácticamente nadie se interesaba por esta enfermedad”, matiza.
En esta línea, Alonso destaca estos tres criterios diagnósticos, aunque no es una medición universal. “Los diagnósticos eran muy antiguos”, afirma, motivo por el cual “en esta última revisión se actualizaron”, asevera. Este diagnóstico es opcional para aquellos profesionales de la medicina que quieran emplearlo, pero no una norma absoluta de diagnóstico.
"Las pacientes que padecen lipedema pueden presentar unas piernas más voluminosas y una mitad superior del cuerpo mucho más fina"
Según indica la doctora, el primero se centra en el aumento desproporcionado de la grasa. “Este incremento da lugar a una desproporción de la mitad superior e inferior del cuerpo”, declara Alonso. En este sentido, las pacientes que padecen lipedema pueden presentar “unas piernas más voluminosas y una mitad superior del cuerpo mucho más fina”, puntualiza.
Otro de los criterios diagnósticos seleccionados en este consenso internacional es el dolor. La doctora afirma que este dolor tan característico “es fundamental y una de las causas por la que se considera enfermedad”. Esta sensación de dolor predomina especialmente en las piernas y se produce hasta con ausencia de palpación del tejido graso. Este último caso puede darse especialmente en las pacientes con lipedema grave.
Por último, dentro de estos criterios diagnósticos, la doctora señala el tercer signo de lipedema: “Esta enfermedad respeta los pies”, explica Alonso. Este criterio se conoce como “signo del anillo” es decir, “desde el tobillo hacia abajo el cuerpo no está hinchado y no presenta volumen”. Como si de una anilla se tratase, la parte más voluminosa se separa del resto del cuerpo, en este caso el pie, donde se puede apreciar una apariencia normal.
CONTINÚA LA INVESTIGACIÓN
Mientras avanzan los criterios diagnósticos, continúan las investigaciones para mejorar la situación de los pacientes con lipedema. “En los últimos cinco años sí se está produciendo mucha investigación”, afirma la experta en linfología. Por este motivo, se están estudiando tres factores: genético, hormonal e inflamatorio, según informa Alonso. “Pero la causa la desconocemos”, insiste.
“La mayoría de las pacientes tienen un componente de obesidad, pero esta patología no se debe confundir con lipedema”
En cualquier caso, y en palabras de la doctora, el lipedema no está necesariamente relacionado con otras patologías en las que aumenta la grasa corporal, como la obesidad. “Va muy ligado con la obesidad, pero no son necesariamente personas obesas”, insiste. “La mayoría de las pacientes tienen un componente de obesidad, pero esta patología no se debe confundir con lipedema”, reitera.
Aunque los criterios diagnósticos están cada vez más perfilados, todavía quedan áreas por trabajar en el abordaje de esta patología. Por ahora, no existen tratamientos curativos, aunque sí hay alternativas a disposición de estas pacientes.