“Mi nombre es Jesús Javier Díaz Rico y nací en Málaga en enero de 1973. De pequeño, según cuenta mi familia, era muy malo para comer, motivo por el que mis padres llegaban a desesperarse conmigo. Mi madre me ponía en la mesa hasta cuatro platos de comidas diferentes para comer. Como no tenía apetito, llegué a tomar, siempre bajo prescripción médica, una gran cantidad de medicamentos y vitaminas con tan solo un año de edad”.
Así es como este paciente de obesidad relata su historia. Desde los primeros años de vida, ha sido una víctima más de esta pandemia y de la que cada vez se escucha hablar más. “Mantuve una complexión delgada hasta los cuatro años aproximadamente y a partir de los cinco años empecé a comer todo tipo de alimentos, como dulces, pasteles, bocadillos de todo tipo, frutos secos, etc. Todo esto junto a la comida habitual, pasé de estar delgado a coger tanto peso hasta llegar a ser obseso con tan solo 12 años”, sigue contando.
En la actualidad, la obesidad en nuestro continente alcanza a seis de cada 10 adultos y casi el 30% de los niños, según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su Informe Europeo de Obesidad. No se trata solamente de un problema estético, pues implica riesgos asociados a enfermedades crónicas, como diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares y cáncer. Asimismo, se estima una reducción de hasta 10 años en la esperanza de vida en personas obesas.
"Yo adquirí esta enfermedad en la edad puberal y me acompañará el resto de mis días hasta la muerte"
“Yo adquirí esta enfermedad en la edad puberal y me acompañará el resto de mis días hasta la muerte. Otra cosa es, que con mis conocimientos haya podido mantener más o menos un normopeso, pero entiendo que no todo el mundo lo consigue y menos solo, sin ayuda ni información”, sigue contando. Con su propia experiencia, ha podido observar que los pacientes con obesidad han estado y siguen estando en un segundo plano.
Hoy en día, “la voz del paciente es una de las mayores armas para combatir una patología, el gobierno ha creado un Plan Nacional sin contar con las asociaciones de pacientes y eso es un error. Nadie sabe más de un tema sino el que lo vive diariamente en su cuerpo y este es el que verdaderamente sabe lo que necesita”. Por eso, al final es el propio paciente el que debe buscarse soluciones para poder mejorar su estado de salud.
A Jesús Javier le costó encontrar el punto de inflexión con el que su vida cambiaría: dietas que no funcionaban, varias visitas a endocrinos, suplementos con aminoácidos y vitaminas… y al final consiguió "dar con la tecla". Tal y como cuenta, “lo más complicado fue llegar a saber que la obesidad es una patología crónica sin opción a la curabilidad”.
"Lo más complicado fue llegar a saber que la obesidad es una patología crónica sin opción a la cuarabilidad"
“Toda mi vida me he sentido y me he visto desahuciado por los profesionales de la salud. Debido a esto, he llegado a probar casi todas las dietas habidas y por haber, e intentar buscar la ‘pastilla mágica’ que pudiera resolver mi problema. En definitiva todo un valle de lagrimas durante los momentos más importante en el desarrollo de un niño y posteriormente de un adolescente y adulto”, sigue relatando.
Después de tantos años, Jesús Javier ha llegado a una conclusión: “a día de hoy muchos facultativos se cuestionan si la obesidad es una enfermedad crónica y qué decir a nivel gubernamental, no hay en España un consenso que catalogue categóricamente a la obesidad como lo que es: una patología crónica”.
Por eso, sabe que hay personas que están pasando por lo mismo que él vivió. Una etapa que recordará como un aprendizaje, pero también con un sabor agridulce tras tantos años buscando mejorar su salud. “Quiero decirle a todos los pacientes con obesidad que no están solos. Como presidente de la Asociación Española de Persona Obesas (Asepo) quiero que hable conmigo, venga a nuestra asociación y no exponga su situación, con mucho gusto le intentaremos de ayudar en todo lo posible”, termina declarando.