Se calcula que más de un millón de personas en España sufren trastorno bipolar, aunque solo unas 300.000 personas han sido diagnosticadas correctamente. Esto quiere decir que una de cada siete personas no sabe que padece esta enfermedad, un trastorno mental que causa cambios extremos en el estado de ánimo que comprenden altos emocionales (manía o hipomanía) y bajos emocionales, como la depresión.
La aparición de esta patología se sitúa entre los 18 y 25 años, aunque el mayor pico de casos se da entre los 25 y 30 años. No obstante, es un trastorno que puede aparecer en cualquier momento de la vida, pero los afectados tardan una media de cinco años en ser diagnosticados. Es el caso de Luis, su diagnóstico no llegó hasta que él mismo se lo comentó a una psiquiatra. “En el año 95 me dio un brote por el que me diagnosticaron una depresión mayor con ansiedad, porque entonces no se diagnosticaba”.
En este contexto, cuando a una persona le dicen que es bipolar, de una manera banal, se imaginan a una persona que cambia de humor constantemente, y es por eso que, “los psiquiatras no se aventuran a decírtelo hasta que están seguros de que has tenido episodios depresivos, has tenido ideas suicidas o has tenido un proceso de alteración maniaca”.
"He tenido también otros ingresos pedidos por mí porque tenía miedo a autolesionarme o de suicidarme"
Los brotes de Luis llamaban mucho la atención y es que, cada vez que le daba uno era por una injusticia, tal y como detalla. Aun recuerda cuando estaba dentro de un coche de la Guardia Civil sufriendo uno cuando les escabuchaba decir: “A este hombre hay que llevarlo al hospital”. Muchas veces, estos brotes terminaban en ingresos, y es cuando en uno de ellos, se vio reflejado en otros compañeros.
"Yo veía a gente diagnosticada con trastorno bipolar y le pregunté a mi psiquiátrica si podría tener eso y me dijo que barajaba esa opción, pero no me lo diría hasta que estuviera segura. Son diagnósticos en los que el psiquiatra no sabe lo que tienes. Es como una caja dónde vas metiendo a la gente un poco rara hasta que dan con lo que tienes”, sigue contando.
Asimismo, quiere además de dar a conocer un ejemplo de su brote, también quiere relatar el de un compañero suyo. “Conozco a un nadador que estaba en un centro de alto rendimiento en Estados Unidos e iba a ir a los Juegos Olímpicos de Pekín. Durante cuatro días, su familia no supo nada él. Lo encontraron en la piscina, porque llevaba esos cuatro días sin parar de nadar. Le había dado un brote psicótico y se pensaba que era un naufrago en medio del mar”.
"Cada vez que hablo, mi madre me dice que tengo la mente enferma"
Pese a que Luis le costó encontrar una respuesta a sus brotes psicóticos, al final ha conseguido mantener una vida “normal”. “Empecé con 24 años y ahora voy a hacer 52. Me casé, tengo hijos, trabajo… Pero cuento me diagnosticaron la depresión mayor, yo tenía una situación de estrés tan grande que los brotes se transformaban en infartos cerebrales. He sufrido siete infartos cerebrales y tengo una isquemia cerebral, por lo que parte del cerebro no me funciona”.
En cuanto a los tratamientos, Luis no tiene ninguna queja con los que ha recibido hasta ahora, porque siempre ha dado con buenos profesionales a excepción del primer psiquiatra que le trato, porque le “inoculaban un suero que te invalidaba y no podías ni pensar”. Sin embargo, aunque estos le han mejorado su calidad de vida, el afectado no olvida cada ingreso por el que ha tenido que pasar.
En palabras suyas, “mi último ingreso fue hace siete años. El más largo que he tenido ha sido de un mes. He tenido también otros ingresos pedidos por mí porque tenía miedo a autolesionarme o de suicidarme. Hasta que se normalice un poco tu cabeza y tus pensamientos, te sientes así. Aun así, en estos mismos años si he tenido alteraciones y me dio el último infarto cerebral”.
"Este mes, de 350 socios, cuatro han intentado suicidarse y uno ha llegado a término"
Ahora, tras pasar por todo esto, considera que está en eutimia. Según cuenta, “aunque haya habido cambios en mi vida en este tiempo, doy gracias por tener a una mujer que me comprende. La mayoría de la gente que conozco que es bipolar y tienen parejas, no lo han aguantado. Mi mujer y mis hijas lo entienden. Soy presidente de la Asociación Bipolar de Madrid y de 350 socios que somos, solo yo estoy casado. En mi caso, por ejemplo, cada vez que hablo, mi madre me dice que tengo la mente enferma”.
Antes de terminar la llamada telefónica en la que cuenta su historia, Luis quiere hacer una denuncia como paciente y presidente de la asociación. “A veces necesitamos que los médicos se pongan en nuestro pellejo. Que no sea solo empastillarte, porque también necesitamos hablar. A su vez, también quiero remarcar el porcentaje tan alto que hay de suicidios de los trastornos bipolares. En este mes, cuatro socios lo han intentado y desgraciadamente, uno ha llegado a término”.