Hoy, 18 de febrero, se celebra el Día Mundial del síndrome de Asperger, un día en el que un gran número de personas reclaman ocupar un espacio en la sociedad, que con demasiada frecuencia les rechaza. El síndrome de Asperger es un trastorno del neurodesarrollo, explica la Confederación Autismo España, “en el que el cerebro de la persona funciona de manera diferente a la habitual, especialmente en lo que se refiere a la comunicación e interacción social".
Las personas con Asperger tienen complicaciones para interactuar y comunicarse, así como en la flexibilidad de pensamiento y comportamiento. Aún así, tienen una capacidad intelectual media e incluso superior a la media de la población. Las personas con esta patología, que está dentro de los Trastornos del Espectro Autista (TEA), tienen dificultades para hacer su vida, de tal forma que son consideradas incapaces para realizar algunas tareas de su día a día, como es por ejemplo trabajar.
A Raquel se lo diagnosticaron hace ocho años, cuando tenía 40, pero ella ya notaba desde pequeña que era "diferente". Sin embargo, después de estudiar un máster en educación especial, conoció los TEA y se sintió identificada con el síndrome de Asperger. “Tras terminar las practicas, me diagnosticaron en julio de Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y del síndrome de Asperger. Esto hizo que tuviera trastorno mixto ansioso depresivo, que es como si fuera una depresión severa mayor”, cuenta.
"Para paliar los 'mal entendidos en las relaciones sociales', yo me entrenaba delante de un espejo para ver si podía relacionarme con los demás"
Pero durante el periodo vacacional, Raquel no tuvo la posibilidad de iniciar terapia, y la comenzó a finales de septiembre. Desde entonces, su vida cambió. “Yo era docente en una escuela pública y mi diagnóstico especificaba que no podía dar clase con 25 alumnos, solo podía estar con uno o dos. Cuando fui a la escuela me vieron como un problema y no como un apoyo. Antes de volver al trabajo yo le di una copia a la directora del centro con mi diagnóstico y desde entonces empecé a notar mucha presión desde el equipo directivo. Caí en depresión y tuve que darme de baja”.
A la vuelta, Raquel ya no podía ejercer ni entrar a un aula. “Me metieron en la biblioteca y ahí fue el fin como educadora. En estas circunstancias, me tuve que reinventar”. Por eso, decidió irse a donde sí la iban a entender y donde ella se iba a sentir mejor: al ámbito de la discapacidad. “Ahora estoy trabajando en la Federación Catalana de Autismo, y teletrabajo solo 4 horas, pero por lo menos he encontrado mi sitio”.
De repente, “tenía una carrera en psidopedagogía y estoy formándome para sacarme un doctorado. Pero ahora tengo una categoría profesional de una categpría inferior. Es decir, tienes muchos estudios, pero acabas laborando en trabajos muy inferiores”. Por eso, como mujer que sabe lo que es pasar por un trastorno de este tipo, decidió pensar alguna forma para ayudar a otros que pasaran por la misma situación. “Creé una página web para poder ayudar a más gente para que no les ocurra lo mismo que a mí y para poder acompañarles”.
"Tengo que establecerme unas rutinas porque si no todo sería un desastre para mi"
Además, su vida tuvo que acoplarse a la de los demás, con la intención, también, de demostrarse a ella misma que podía ser como “una persona cualquiera”. Con el paso del tiempo vas adquiriendo estrategias que te van dando el psicólogo. Es cierto que no te cambia, pero sí ayudan. Por ejemplo, para paliar los “mal entendidos en las relaciones sociales”, yo me entrenaba delante de un espejo para ver si podía relacionarme con los demás”.
Aun así, ella intenta que su vida sea tal y como era antes del diagnóstico, siempre siguiendo una rutina, porque en el caso de que sean distintas, para ella su vida no sería esa. “Por las mañanas teletrabajo y por las tardes intento dedicárselo a mi hijo y mi familia. Tengo un estructura de horario para poder compaginar todas las cosas. Lo importante es hacer siempre las mismas rutinas de lunes a viernes, y días que estoy libre, como los fines de semana, también tengo que establecerme rutinas, porque si no todo sería un desastre para mi”, termina contando la profesora.
Raquel ahora colabora con la Federació Catalana d'Autisme y escibe en su blog para ayudar a todas las personas que hayan pasado por lo mismo que ella y dar divulgación a este trastorno.