En 2017 un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos (NCI, en sus siglas en inglés) señaló que para 2030 las muertes anuales relacionas con el consumo de tabaco a nivel mundial pasarían de seis a ocho millones. Estamos en 2023, siete años antes de las estimaciones de este estudio y ya hemos alcanzado, y superado esta cifra. Como recoge la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen), actualmente más de ocho millones de personas fallecen por el consumo de cigarrillos, que, además, tiene un importante impacto ecológico.
Al principio de esta década, las organizaciones y países mundiales firmaron el Convenio Marco de la OMS para el control del tabaco. Las sociedades médicas y científicas de este país firmaron una declaración en la que instaban al Gobierno de España a establecer los cimientos de la primera generación sin tabaco para 2025, “y llegar al final de la epidemia tabáquica, conocido internacionalmente como el tobacco endgame, en el año 2030”. Metas actualmente muy lejanas.
Según la última Encuesta sobre Alcohol y otras drogas en España(EDADES 2022), la prevalencia de consumo de tabaco una vez en la vida por parte de los españoles entre 15 y 64 años fue en 2022 del 69,6%. Frente al aumento que se vivió en 2020, el año pasado se redujo este consumo a niveles que por primera vez se aproximan al final del siglo XX. En cuando al consumo en los últimos 12 meses, este era de un 39%, y en los últimos 30 días de un 37,2%, lo que refleja esa tendencia a la baja que durante los últimos años se ha dado.
Instan a llevar a cabo medidas que reduzcan la prevalencia hasta el 5% en 2030, a desarrollar en Europa una regulación destinada a ampliar los espacios libres de humos al aire libre y “evitar la manipulación poro parte de la industria tabacalera”
Sin embargo, pese a esta reducción en la prevalencia, lo cierto es que el tabaco, la segunda sustancia psicoactiva más consumida en la sociedad tras el alcohol, sigue teniendo una prevalencia alta, y especialmente preocupante en las generaciones más jóvenes. Según la Sociedad Española de Epidemiología, las cifras de consumo de tabaco en los jóvenes de entre 14 y 18 años que fuma a diario es del 9%.
MEDIDAS QUE SE PUEDEN SEGUIR
A principios de año los pacientes también pusieron en marcha una iniciativa ciudadana proclamada por la asociación Nofumadores en España, el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo y la Asociación Española Contra el Cáncer. El documento insta a llevar a cabo medidas que reduzcan la prevalencia hasta el 5% en 2030, a desarrollar en Europa una regulación destinada a ampliar los espacios libres de humos y vapores al aire libre y “evitar la manipulación poro parte de la industria tabacalera”.
El Ministerio de Sanidad lleva más de un año de retraso para la aprobación del Plan Integral contra el Tabaco
Subir el precio del tabaco, destinar recursos de apoyo para ayudar a los fumadores a dejarlo, empaquetado neutro o crear espacios sin humos son alguna de las medidas de control del consumo que permiten reducir la prevalencia. El Ministerio de Sanidad lleva más de un año de retraso para la aprobación del Plan Integral contra el Tabaco, tras la convocatoria extraordinaria de elecciones generales para el 23 de julio, esta estrategia tendrá que seguir esperando y con ella las medidas que desde Sanidad han planteado ante las peticiones de expertos y pacientes: cajetilla blanca en los paquetes de tabaco o la prohibición de fumar en terrazas, playa y piscinas.
A nivel internacional son varios los países que han tomado medidas para reducir el consumo de tabaco. Por ejemplo, Nueva Zelanda aprobó a finales de 2022 la prohibición de la compra de tabaco a los nacidos a partir de 2009, con el objetivo de lograr un país sin humos, señalaba entonces la ministra adjunta de Salud del país, Ayesha Verrall. Por su parte, el Reino Unido creó en 2019 un plan para toda la década de prevención del tabaco, con un ultimátum para que la industria haga que el tabaco ahumado se vuelva obsoleto para 2030.
En todas estas medidas ponen el foco los expertos, profesionales y pacientes para que en España se reduzca el consumo y se alcancen las metas globales. Medidas, señalan, que no solo deben atajar el problema del tabaco, sino también de los cigarrillos electrónicos cuyos impactos en la salud son igual de negativos que el tabaco.