El ictus o accidente cerebrovascular es un trastorno frecuente entre los adultos, producido cuando alguno de los vasos sanguíneos que irrigan el cerebro se rompe o se ve taponado, ante lo cual el cerebro deja de recibir el flujo de oxígeno que necesita, produciéndose una alteración de su función cerebral.
María se disponía a ir a la peluquería, “me levanté de la cama, quería ponerme guapa pero de camino al baño noté que no podía andar. Como pude, agarrándome a la pared, conseguí llegar al salón”.“Quise escribir un mensaje a mis hijas, pero no pude”, continúa esta mujer de 75 años en una entrevista a ConSalud.es, ·”tenía la boca completamente torcida”. María estaba sufriendo un ictus, pero ella no lo sabía. “No fui consciente. Gracias a que llegaron mis hijas a casa y llamaron una ambulancia para que lo cogiesen a tiempo”
El 27% de los ictus atendidos en los hospitales españoles corresponden a personas de menos de 65 años y el 8% a pacientes con menos de 50 años
En España, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), unas 110.000 personas sufren un ictus cada año, de los cuales al menos un 15% fallecerán. La incidencia de esta enfermedad aumenta significativamente con la edad, sobre todo a partir de los 65 años, y este incremento es exponencial a partir de los 85 años.
No obstante, el ictus no es una enfermedad que afecte solo a personas mayores. Según datos del registro de la SEN, el 27% de los ictus atendidos en los hospitales españoles corresponden a personas de menos de 65 años y el 8% a pacientes con menos de 50 años.
Es el caso de Borja Cabezas quien, con 39 años, sufrió un ictus. “Un día noté un fuerte dolor de cabeza y perdí el conocimiento. Un mes más tarde me desperté del coma”, relata a este diario. Borja vivía un mal momento, “acababa de ser padre, el no tener trabajo y las preocupaciones de ni nueva situación, me generaban una gran tensión. Además, tenía pequeños problemas de azúcar que no les di la importancia que merecía”.
Un tercio de las personas que sufren un ictus vive con algún tipo de discapacidad
Tras sufrir un accidente cerebrovascular, nadie sale ileso. Según los expertos, un tercio de las personas afectadas vivirá con algún tipo de discapacidad. Borja presenta secuelas a nivel cognitivo, “tengo problemas de orientación y de equilibrio. También tengo afasia, que dificulta mi forma de comunicarme”. Pero para él, la peor secuela de esto es la memoria, “sobre todo la memoria reciente”. Ahora acude a rehabilitación física y cognitiva, “estoy siguiendo un tratamiento de recuperación en el centro de recuperación de personas con discapacidad física de Vallecas en Madrid”
En el caso de María, las secuelas se han visto reducidas a una muleta, ejercicios de rehabilitación y vistas al reumatólogo y logopeda, “estuve dos meses en una silla de rueda, sin caminar y sin mover la mano derecha”, cuenta.
SIGNOS DE ALERTA
Detectar sus síntomas y actuar con rapidez puede salvar vidas y reducir sus consecuencias. Además, las primeras 4,5 horas después de un ictus son claves. Por ello, resulta primordial conocer los principales signos de alarma, como son la pérdida de fuerza o visión, dificultades para expresarse, aparición brusca de dolor de cabeza o inestabilidad, entre otras.
Consciente de lo que esto significa, Borja insiste al resto de la población: “hay tener muy en cuenta los dolores frecuentes de cabeza. Hay que tener un control médico y cuidar mucho la tensión arterial y el azúcar. No fumar y hacer ejercicio. Y siempre consultar nuestros síntomas con un profesional”.