El Día Mundial del Corazón que se celebra hoy lo hace bajo el lema ‘Utiliza corazón”. Y es que desde la Fundación Española del Corazón advierten que en el marco de la COVID-19, los pacientes con enfermedad cardiovascular se enfrentan a una doble amenaza: “No solo están expuestos a un mayor riesgo pudiendo desarrollar formas más graves del virus, sino que también es posible que descuiden la atención médica que requiere su corazón por temor a acudir a un centro donde se pueda producir el contagio”.
Lucia Vera, cardióloga de la Policlínica Nuestra Señora del Rosario de Ibiza, explica que “cuando aparece un infarto agudo de miocardio el paciente presenta síntomas de inicio más o menos repentino”. Desde entonces el tiempo empieza a correr en nuestra contra, y hay que activar la sala hemodinámica con brevedad para atenderle y abrir la arteria coronaria que puede tener cerrada recuperando el flujo sanguíneo al corazón”.
Cualquier síntoma debe ser alertado de la misma manera que antes de que existiera la pandemia
Una encuesta realizada por la Sociedad Española de Cardiología en la que se compara una semana normal antes de la pandemia con una semana del mes de marzo, revela “datos muy preocupantes”, según la especialista. Uno de los principales es que “durante la primera fase del estado de alarma bajó un 40% la atención de infarto agudo de miocardio como media en España. En el caso de Baleares la bajada fue de 38%”, señala Vera.
Estos datos han sido complementados recientemente con otro estudio en el que han participado 75 hospitales españoles (incluida Policlínica Nuestra Señora del Rosario), y que concluye que la mortalidad hospitalaria por infarto agudo de miocardio se duplicó con respecto a la observada en mismo periodo el año pasado, antes de la pandemia. La reducción en la atención del infarto agudo se sitúa en esta ocasión en un 28%, manteniéndose esa preocupante tendencia de disminución de pacientes con síntomas compatibles con infarto que no fueron asistidos.
“Otro aspecto que se sospechaba es que el retraso desde el inicio de los síntomas al contacto sanitario fue mayor durante la pandemia: 105 minutos versus 71 minutos en 2019”, apunta Lucía Vera. Sin embargo, “el tiempo transcurrido desde que se activa la alerta sanitaria hasta la ‘reperfusión’ (apertura de la coronaria para restablecer el flujo sanguíneo) no se vio incrementado durante la pandemia, lo cual indica una buena adaptación de los sistemas de emergencia (061 y centros sanitarios) a la situación de presión asistencial producida en España”, destaca.
La propia COVID-19, aunque de forma infrecuente, puede generar secuelas en el sistema cardiovascular
Los especialistas advierten que la epidemia y la declaración del Estado de alarma propiciaron una disminución notable de la actividad en cardiología intervencionista. En este sentido, Vera recuerda que el rol que cumplen las instituciones sanitarias es decisivo para informar a la población de que cualquier síntoma debe ser alertado de igual modo que antes de la pandemia. “El infarto agudo no tratado a tiempo es por lo general más grave que un caso habitual de COVID-19”, afirma. La razón es que la tasa media de mortalidad de un infarto agudo de miocardio es mucho más alta que la de la infección más frecuente por coronavirus.
Este descenso en la atención de patologías cardíacas no se debe a que se hayan producido menos infartos, sino al efecto del coronavirus en la sociedad y la logística sanitaria. “Lo más probable es que los pacientes no han llamado para ser atendidos porque predominaba el miedo a contagiarse de COVID-19”, argumenta la cardióloga. “Pacientes con síntomas no lo contaban, no seguían los pasos correctos o dejaban que el tiempo pasase y acudían al cardiólogo más tarde”, explica.
La especialista es contundente a la hora de alertar sobre las consecuencias de no ser atendido tras un infarto o ser atendido tarde: “La peor consecuencia en una situación de este tipo es la muerte, aunque afortunadamente es poco frecuente. Además una atención tardía puede dejar secuelas importantes como insuficiencia cardíaca o arritmias”.
SECUELAS COVID-19: INSUFICIENCIAS CARDÍACAS, ARRITMIAS E INFARTOS
Por otro lado, aunque las secuelas son hasta ahora poco frecuentes, la propia COVID-19 puede afectar al sistema cardiovascular por varias vías: desde daños miocárdicos leves, a arritmias, insuficiencia cardíaca e incluso infartos. “El sistema cardiovascular y el propio músculo del corazón también se pueden ver afectados por la inflamación generalizada que provoca un virus de este tipo”, subraya Lucía Vera. Además, “el virus provoca alteración en la coagulación de la sangre favoreciendo la formación de coágulos o de trombosis pulmonares, pudiendo llegar en casos más graves también a provocar un infarto”, continúa.
Otro aspecto es la medicación utilizada para el tratamiento de la Covid. Los famosos antimaláricos, antivirales, etcétera… tienen cierto efecto tóxico y pueden provocar algún tipo de arritmias. “El paciente está con un cuadro inflamatorio sistémico que, sumado a los fármacos y a la falta de oxígeno, puede favorecer la aparición de arritmias”, añade.
SÍNTOMAS DE ALERTA DE INFARTO Y CONSEJOS
Los consejos de los cardiólogos son los mismos que antes de la pandemia. Todos los síntomas de infarto agudo de miocardio, al igual que los cerebrovasculares o ictus tienen que ser consultados con la misma celeridad que antes: dolor en el pecho opresivo o que se extiende hacia el cuello, y brazo izquierdo; malestar general; náuseas; sudor frío; escalofríos; falta de aire; palpitaciones... “Esto es imprescindible para que se active el ‘código infarto’ (protocolo de atención urgente para esta patología que involucra a servicios de emergencias y hospitales públicos y privados), y avisar al 061 ante la aparición de alguno de los síntomas”.
En el caso de la Policlínica Nuestra Señora del Rosario se siguen estrictos protocolos con estos pacientes. Antes de llegar al centro se les suele hacer un test rápido, en la ambulancia. En caso de dar positivo, se aplican las medidas de seguridad necesarias. El procedimiento en la sala hemodinámica para pacientes con Covid-19 es el mismo, pero tanto los profesionales como el paciente van protegidos adecuadamente.