Pocas veces nos paramos a pensar en el suelo que encontramos bajo nuestros pies. Compuesto por infinidad de organismos, minerales y materia orgánica es fundamental para que los seres humanos, los animales y las plantas consigamos el alimento que necesitamos. No somos conscientes del importante papel que el suelo juega en nuestra salud y bienestar ya que la pérdida de nutrientes se erige como uno de los principales impulsores de su degradación y, por ende, estamos ante una silenciosa amenaza global para la nutrición, la seguridad alimentaria y la sostenibilidad del planeta. El suelo es uno de los pilares sobre los que se sostiene el concepto “One Health”, como demuestra el hecho de que en una sola cucharada de suelo se encuentran más organismos vivos que personas en todo el planeta.
Ante esta fotografía la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) celebran cada 5 de diciembre el Día Mundial del Suelo. “Los suelos, origen de los alimentos”, es el lema elegido para este 2022 para concienciar sobre la importancia que estos tienen para una producción alimentaria, una nutrición y unas dietas óptimas, a la vez que se reivindica un manejo sostenible que garantice la salud de los suelos.
Debemos ser plenamente conscientes de que la contaminación del suelo repercute en nuestra salud, sino de que se trata de un proceso que se produce de forma continua y sin control. Los suelos van acumulando sustancias tóxicas que afectan de forma directa a la salud de la vida animal y vegetal que nos rodea. Las sustancias contaminantes modifican el pH del suelo, provocan alteraciones en los ciclos vitales de las plantas y reducen los hábitats en los que las especiales animales se alimentan.
FAO incide en que a lo largo de los últimos 70 años, el nivel de vitaminas y nutrientes se ha reducido de forma drástica. Las estimaciones alertan de que más de 2.000 millones de personas son víctimas de los que se ha denominado como “hambre oculta”, es decir, deficiencia de micronutrientes. Un problema que afecta de forma significativa y múltiple a la salud y que resulta difícil de diagnosticar.
Desde FAO denuncian que la degradación del suelo y la consiguiente falta de nutrientes suponen que los suelos vean reducida su capacidad de reducir alimentos exacerbando el hambre, la pobreza y la desnutrición. Pero un suelo con una elevada concentración de nutrientes origina un ambiente tóxico para las plantas y los animales, contamina el medio ambiente y fomenta el cambio climático. Razón por la que en este día señalado Naciones Unidas quiere concienciar al mundo sobre la importancia que tiene el manejo sostenible del suelo.
“Si los suelos se gestionasen de una manera sostenible, la producción de alimentos podría aumentar hasta un 58%”
“Si los suelos se gestionasen de una manera sostenible, la producción de alimentos podría aumentar hasta un 58%”, alertan desde FAO que informa que el 95% de los alimentos que consumimos provienen del suelo. Sin embargo, el 33% de los suelos del planeta se encuentran degradados y, de los 18 elementos químicos que son esenciales para el desarrollo de las plantas, 15 proceden directamente del suelo. En un mundo que acaba de superar recientemente la barrera de los 8.000 millones de habitantes hacen falta pocos datos más para ser conscientes de lo que puede suponer continuar sin cuidar nuestros suelos. Más si tenemos en cuenta que la producción agrícola mundial deberá aumentar un 60% para el año 2050 para satisfacer la demanda global de alimentos.
En 2016 la Organización Mundial de la Salud (OMS) estimaba en 2016 que en 2012, 12,6 millones de personas perdieron la vida (casi una cuarta parte del total mundial de decesos) por vivir o trabajar en ambientes poco saludables. Los principales factores de riesgo ambiental, como la contaminación del aire, suelo, agua, la exposición a productos químicos, el cambio climático y la radiación ultravioleta contribuyen de forma directa a más de 100 tipos distintos de enfermedades.
Cuidar de los suelos está en la mano de todos. El reciclaje de todos nuestros residuos resulta fundamental para que estos no contaminen. Evitar que el agua contaminada acabe en el suelo sin ser tratada también es fundamental ya que su consistencia líquida favorece la penetración de los químicos. El uso de biofertilizantes en vez de los fertilizantes químicos y la reducción de los pesticidas y plaguicidas son acciones sobre las que debe ponerse el foco con urgencia para luchar contra la contaminación de nuestros suelos.
La contaminación del suelo es una amenaza global. La degradación de los suelos afecta a todas las regiones del mundo y supone un problema para el que la humanidad vuelve a caminar demasiado lento en la búsqueda de soluciones como demuestra el dato publicado por la FAO: se necesitan alrededor de 1.000 años para crear tan solo un centímetro de capa arable superficial (capa superficial que el ser humano puede modificar para mejorar el ambiente productivo).