Los factores psicológicos, claves tanto en la causa como en la cronicidad del dolor

La forma de pensar de las personas, su propia personalidad, y otras variables puramente psicológicas pueden ser antecedentes del dolor, pueden acompañarlo y también pueden ser consecuentes de los mecanismos biológicos asociados a este

Dolor crónico (Foto: Freepik)
Dolor crónico (Foto: Freepik)
Blanca Mas
17 octubre 2022 | 13:00 h

El dolor físico es uno de los problemas de salud más importantes de las personas, además de ser una de las consultas más frecuentes en medicina. Concretamente, es el motivo por el que el 40% de las consultas de pacientes españoles acuden a Atención Primaria cada año, de los cuales, aproximadamente el 20% de estos pacientes experimenta este síntoma más de 6 meses, según los datos ofrecidos por la Sociedad Española de Neurología (SEN). Concretamente, en España, un 32% de la población adulta sufre algún tipo de dolor, aunque solo estaría diagnosticado en un 27% de la población.

A veces, el dolor crónico no afecta solo a físicamente, sino que suele tener un impacto emocional significativo en las personas que lo sufren. Según Fernando Pena, presidente de la Asociación Española de Psicología Sanitaria (AEPSIS) y director del Centro de Psicología Calma Al Mar, “puede llegar a ser una causa de sufrimiento que deteriore mucho la calidad de vida, el nivel de felicidad, así como la productividad académica o laboral de la persona que la sufre”.

“Hoy en día existe un amplio reconocimiento de la participación de factores psicológicos y sociales en el inicio y la prolongación de los cuadros de dolor y de la necesidad de una identificación precoz de ellos, con el fin lograr mejores resultados en los tratamientos médicos. Sin embargo, en la práctica clínica los principios del Modelo Biopsicosocial con frecuencia no son aplicados”, explica el experto.

"Hoy en día existe un amplio reconocimiento de la participación de factores psicológicos y sociales en el inicio y la prolongación de los cuadros de dolor y de la necesidad de una identificación precoz de ellos"

Es más, la influencia del dolor crónico en la vida de las personas es mucha y muy variada. En este caso, las personas con este tipo de dolor se concentran menos en los estudios si se hace intenso; pueden rendir menos en su trabajo; aumenta el riesgo de tener más discusiones con su pareja; existen menos ganas de interactuar con amigos; pueden salir menos de casa y evitan acudir a actividades de ocio.

La forma de pensar de las personas, su propia personalidad, y otras variables puramente psicológicas pueden ser antecedentes del dolor, pueden acompañarlo y también pueden ser consecuentes de los mecanismos biológicos asociados a este. Es decir, tu estado de ánimo y tus pensamientos pueden provocar dolor y al mismo tiempo, sentir dolor puede afectar a tu estado de ánimo o a tu conducta. “Recientes estudios, han mostrado la importancia de estos factores psicológicos en el inicio y la cronificación de los trastornos que cursan con dolor”, añade Pena.

Así pues, en las últimas décadas se han desarrollado varios modelos explicativos del dolor crónico que incluyen aspectos psicológicos en sus determinantes. El actual modelo cognitivo-conductual del dolor crónico propone que la respuesta del paciente al dolor no es una consecuencia directa y proporcional al trauma físico que está ocasionando este síntoma.

Para entender esto, el profesional pone un ejemplo: “si un famoso pianista se rompe una falange de un dedo, no va a experimentar el mismo dolor que un futbolista. El componente psicológico y el significado que se le da a la dolencia tienen una clara influencia en cómo se experimenta el dolor. Del mismo modo, una persona que esté sola, que no tenga muchos amigos, familia, que no tenga trabajo y no cuente con actividades de ocio y tiempo libre, va a experimentar la intensidad y frecuencia del dolor de forma diferente a otra persona que se sienta arropada, comprendida y acompañada por su entorno, y que además tenga la mente ocupada por un trabajo o unas actividades de ocio frecuentes. Por todo ello, el componente psicológico es un factor clave para comprender el dolor”.

ESTADOS EMOCIONALES MÁS FRECUENTES

El presidente de AEPSIS explica que los estados emocionales que se reconocen con más frecuencia en los pacientes con dolor crónico son la ansiedad, la depresión, y en menor medida la ira y la irritación constante.

“La ansiedad, al igual que la depresión, pueden ser la causa del dolor y también puede ser una consecuencia. Por este motivo, suele considerarse como uno de los factores de riesgo de la cronificación del dolor”.

"La ira de los pacientes con dolor crónico puede entenderse también como el resultado de los efectos de la depresión, de la ansiedad o de la ausencia de apoyo social"

“Existe un camino de ida y vuelta entre la depresión y el dolor, y por ese motivo, un estado de ánimo deprimido también facilita la cronificación del este. Por un lado, algunos trastornos de dolor crónico, por ejemplo, la lumbalgia o la migraña, obligan al paciente a reducir sus actividades. Esto produce una disminución de los reforzamientos y a  consecuencia, un estado de ánimo depresivo. Además, padecer dolor durante largos periodos de tiempo, puede producir indefensión aprendida y desesperanza, lo que conduce a la depresión. Y por otro lado, la depresión suele incrementar la percepción del dolor”, aclara.

Por su parte, “la ira ha sido la emoción negativa más ampliamente observada en el dolor crónico, destacándose su influencia negativa en la adaptación de los pacientes. La propia frustración frente a la enfermedad crónica, las quejas somáticas persistentes, la escasa información sobre la etiología de este síntoma, acompañado todo ello de repetidos fracasos terapéuticos, aumentan la probabilidad de que los pacientes experimenten estados emocionales de ira asociados, como una respuesta natural al dolor. Asimismo, la ira de los pacientes con dolor crónico puede entenderse también como el resultado de los efectos de la depresión, de la ansiedad o de la ausencia de apoyo social”, explica Pena.

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