“Acabo de tener una paciente de 16 años que tiene distimia”, cuenta la Dra. Rafaela Santos, psicóloga y Presidenta del Instituto Español de Resiliencia tras haber acabado una jornada de consultas. “Se trata de un trastorno del estado de ánimo, como puede ser la depresión. Pero la gran diferencia, es que la depresión es más grave pero más fácil de curar y la distimia es menos grave pero es mucho más persistente. Es como si dijéramos que es una forma de ser depresiva”.
Denominado también como trastorno depresivo recurrente, actualmente, afecta a un 2% de la población y las estadísticas dicen que afecta 5 veces más a las mujeres que a los hombres. Por eso, es desconocida, porque muchas veces pasa inadvertida porque no se diagnostica. “Puedes tener en tu entorno personas que están pasando por una distimia y no te das ni cuenta”.
Según la profesional, es una enfermedad con la que resulta difícil convivir porque “permanece en su forma de ver la vida. Yo siempre lo argumento desde los tres ámbitos: es una forma de pensar, una forma de sentir y una forma de actuar. Esto siempre va a acompañado de no tener ganas de hacer nada, se fijará mucho en las dificultades, no tendrá ilusión por las cosas… Por ejemplo, la chica que acabo de atender siente que no la quieren en el colegio, sus amigas no le hacen caso y tiene inseguridades”.
Por eso, cuanto antes se identifique, mejor. “Lo que hay que hacer es ver que provoca esto”. Muchas veces, el causante es lo que la persona ha adquirido durante la educación en su familia o que ha pasado por trastornos traumáticos durante esta edad: bullying, una separación parental. “Hay una parte de mi que es mi personalidad y mi temperamento y otra parte es lo que he adquirido de sufrimiento a lo largo de la vida. Es gente que tiene una inseguridad de fondo y que esto ha sido provocado por un hecho traumático”.
Afecta a un 2% de la población y las estadísticas dicen que afecta 5 veces más a las mujeres que a los hombres
Ciertamente, en estos últimos años, se han visto más casos de niños y adolescentes que de adultos. Es más, normalmente se diagnostica en niños menores de 12 años que experimentan una irritabilidad persistente y un descontrol conductual extremo. En este caso, “hay que actuar cuanto antes en este tipo de personas porque, aunque es un trastorno desconocido, lo vemos mucho en niños y adolescentes. Hay que saber detectarlo a tiempo porque así podremos evitar el aislamiento, la inseguridad y puede llegar a derivar en episodios de depresión grave. En el caso de los adultos ocurre lo mismo”, sigue contando.
Por eso, al igual que con todas las enfermedades que pongan en riesgo la salud mental, es importante que se haga un buen diagnostico. “Lo ideal en los casos de distimia es poner un tratamiento farmacológico con ansiolíticos si tiene ansiedad y con inhibidores de la serotonina para la depresión. Obviamente esto tiene que ir acompañado de psicoterapia para intentar cambiar su pensamiento, su forma de pensar y su forma de vivir”.
La joven de 16 años que acababa de atender la Dra. Santos lo veía todo gris. Decía que nadie le quiere. Ella como profesional le contestaba “¿Segura que nadie te quiere”, porque de esta forma “le hago pensar en esas afirmaciones tan rotundas y que son equívocas”. Ahora, esta joven solo debe seguir acudiendo a terapia para intentar salir de esta depresión que dura “como mínimo dos años”.