En Españase producen unas 30.000 muertes al año por parada cardiorrespiratoria . Sin embargo, la cifra podría reducirse de manera significativa si hubiese un número mayor de desfibriladores y se aplicara la desfibrilación a la víctima en los cinco primeros minutos. Tras un paro cardíaco, las estadísticas afirman que el índice de supervivencia fuera del ámbito hospitalario se sitúa en España por debajo del 10%, mientras que en países como Estados Unidos el porcentaje se eleva hasta el 50% gracias a la presencia masiva de desfibriladores semiautomáticos.
“La parada cardiaca es una patología extraordinariamente frecuente y que muchas veces infra estimamos. Desgraciadamente las posibilidades de sobrevivir a una parada cardiaca en la calle oscilan entre el 5 y el 10%. Es por eso que la reanimación debe empezarse de forma precoz, ya que por cada minuto que pasa las posibilidades de sobrevivir disminuyen un 10%”, explica José Luis Palma Gámiz, vicepresidente de la Fundación Española del Corazón (FEC).
"En nuestro país, el uso de los DESA ha quedado en manos de las autonomías. Desgraciadamente, los primeros decretos fueron muy restrictivos con la implantación de estos dispositivos, que son tan efectivos para tratar episodios de muerte súbita"
De acuerdo con diferentes estudios, se calcula que en España existen solo dos desfibriladores por cada 10.000 habitantes, (por cada 100.000 según datos de la FEC). Aumentar esta cifra es una de las principales reivindicaciones cada 16 de octubre, Día Mundial del Paro Cardíaco. En este escenario resulta llamativo que únicamente seis comunidades autónomas obliguen a instalar estos equipos en espacios públicos: País Vasco, Cataluña, Andalucía, Asturias, Canarias y, recientemente, Madrid.
En 2009 el Gobierno español sentó las bases para la regulación de la presencia de DESA en el Real Decreto 365/2009, de 20 de marzo, que establece las condiciones y requisitos mínimos de seguridad y calidad en la utilización de estos equipos fuera del ámbito sanitario. La normativa, vigente actualmente, pone en valor la importancia de la protección de la salud y cómo los desfibriladores pueden ayudar a salvar vidas en caso de paradas cardiorrespiratorias.
“En nuestro país, el uso de los DESA ha quedado en manos de las autonomías. Desgraciadamente, los primeros decretos fueron muy restrictivos con la implantación de estos dispositivos, que son tan efectivos para tratar episodios de muerte súbita. Afortunadamente, los últimos decretos como el de Asturias, Cataluña y Madrid van en la buena dirección favoreciendo y fomentando el uso de DESA. Es un paso adelante, pero necesitamos más” afirma Ignacio Fernández Lozano, secretario general de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).
Pese a mostrar la importancia de estos equipos, la legislación no obligó a su incorporación en áreas muy frecuentadas, sino que dejó en manos de las CC.AA. el establecimiento de los requisitos para su uso, la promoción y la recomendación de su instalación, de acuerdo con las indicaciones de los organismos internacionales. Los lugares donde son más frecuentes y necesarios los desfibriladores son puntos como centros comerciales, aeropuertos o estaciones de viajeros.
Según un estudio realizado por la empresa B+Safe, País Vasco lidera la cardioprotección con un DESA por cada 1.365 habitantes. Andalucía, con uno de estos equipos por cada 4.430 personas, sigue a la comunidad vasca. Asturias, con un aparato por cada 7.940 ciudadanos; y Canarias, con uno por cada 16.150 habitantes, cierran esta lista, en la que Cataluña y la Comunidad de Madrid no aparecen al tener disponible un registro de desfibriladores. En el caso de Cataluña, fuentes de su Departamento de Salud afirman que el registro de los dispositivos aún no está finalizado y que será en los primeros meses de 2018 cuando se disponga de datos fiables sobre la cardioprotección catalana.
Para fomentar la cardioprotección en España, sostiene Fernández Lozano, “necesitaríamos un plan nacional ambicioso y que se fomente la enseñanza de RCP en las escuelas, entre policías, funcionarios públicos, vecinos que tengan interés en aprender, entrenadores… Es decir, entre diversos colectivos. Hay que favorecer el uso de los DEA en todas instalaciones donde, bien por el número de personas que soportan o por el riesgo de las personas que hacen uso de esos espacios, su uso estuviera justificado”.