La salud mental forma parte del derecho humano a la salud integral. Sin su correcta atención, no se puede considerar cubierto este instrumento que permite a las personas alcanzar la autorrealización. Durante años la salud mental era un tabú del que no se hablaba, ahora se ha visibilizado, pero su atención todavía necesita mejoras, como denuncia la Confederación Salud Mental España con motivo del Día Mundial de los Derechos Humanos.
En los últimos años los problemas de salud mental como la depresión, la ansiedad, trastornos obsesivo convulsivo o trastornos de conducta alimentaria se han incrementado debido a la incertidumbre derivada de la inestabilidad económica y social tras la pandemia Covid-19. Asimismo, se está detectando inicios más precoces de patologías mentales graves como la esquizofrenia o los brotes psicóticos.
Estas situaciones que viven cada vez más jóvenes, pero también personas adultas, no están, sin embargo, recibiendo la atención que precisan, como denuncian los pacientes. En España existe una enorme falta de profesionales de salud mental, con una ratio de seis psicólogos por cada 100.000 habitantes. Una cifra que queda muy lejos de los 18 profesionales de media a nivel europeo.
Para la primera cita todavía pueden pasar de 2 o 3 meses en Psicología y hasta de un año en Psiquiatría. Después, el tiempo entre consultas puede ser de 1 a 4 meses
Dicha falta de recursos humanos y un aumento de la demanda se traducen en tiempos de espera muy largos. Pese a que en los últimos años se ha mejorado la atención que durante la pandemia se frenó, lo cierto es que para la primera cita todavía pueden pasar de 2 o 3 meses en Psicología y hasta de un año en Psiquiatría. Después, el tiempo entre consultas puede ser de 1 a 4 meses, datos con los que denuncia la Confederación Salud Mental España. Y aquellos que reciben atención manifiestan un alto nivel de deshumanización.
UNA ATENCIÓN CON "VIOLENCIA"
Las Unidades de Psiquiatría son lugares que pueden resultar especialmente fríos a los pacientes. En los últimos años han aparecido distintos modelos de asistencia en salud mental que intentan paliar la frialdad de estos lugares. Ejemplo de ello son las casas de crisis o la atención y los ingresos domiciliarios.
Sin embargo, mucha de la asistencia todavía se sigue dando en hospitales donde los pacientes denuncian sufrir "maltrato". Estos pacientes, manifiesta Salud Mental España, "sufren vulneraciones de derechos tales como contenciones físicas y químicas, aislamiento o falta de información acerca de su tratamiento y de las opciones terapéuticas".
Durante los últimos años los pacientes han elevado su voz para denunciar las malas experiencias vividas durante un ingreso no voluntario por un brote psicótico o por algún otro tipo de problema de salud mental. Como señala el informe 'Tratamientos e ingresos involuntarios en salud mental', es necesario abordar a las personas con discapacidad psicosocial desde un enfoque de derechos humanos que "contenga una mirada holística e integral y pueda brindar una respuesta que incluya el acceso a la protección social, sistemas y/o medidas de apoyo y el reconocimiento del derecho a la Atención Integral".
Recuerdan la importancia de que los ingresos no voluntarios se adopten para mantener a "salvo su vida o integridad personal, debiendo priorizarse las medidas terapéuticas menos restrictivas de los derechos y libertades de la persona"
La perspectiva de género; el respeto a la autonomía progresiva, el principio del interés superior de los más jóvenes; el respeto a la voluntad y preferencias de los mayores, es uno de los principios que defienden desde la Confederación. También que la asistencia tenga como principal objetivo posibilitar el libre desarrollo de la personalidad asegurando la participación plena y efectiva en la sociedad.
Asimismo, recuerdan la importancia de que los ingresos no voluntarios se adopten para mantener a "salvo su vida o integridad personal, debiendo priorizarse las medidas terapéuticas menos restrictivas de los derechos y libertades de la persona, y siempre que quepa esperar razonablemente que la medida será eficaz, y proporcional desde el punto de vista del daño grave que se pretende evitar".
La realidad, señala la presidenta de la Federació Salut Mental Catalunya, Mercé Torrentallé, es que "entramos para curarnos y salimos con un trauma mayor". El uso de medidas de contención tanto químicas como físicas en los pacientes son muy mal visto por ellos. "Te laxan, y estás en la cama con pañales, laxada, y si eres mujer, muchas veces te viene la menstruación. Y en estas condiciones, no puedes pedir ayuda porque, si estás atada de pies y manos, no puedes coger el timbre. Imaginaos si eso no es un acto de tortura”.
Francisco Rubio Chuan, vocal de la Junta Directiva de la Federació Salut Mental Catalunya y representante del Comité Pro Salud Mental En Primera Persona de la Confederación, asegura que las prácticas coercitivas “no son incidencias, es práctica habitual en todo el territorio español. Nos tendríamos que preguntar por qué esa práctica habitual es así”. Con todo, se trabaja para evitarlo.
"Se han de humanizar los tratamientos, con empatía y escucha activa, así como planes individualizados de atención y apoyo domiciliario y la participación de las personas en su propio tratamiento".
Comunidades autónomas como Andalucía cuentan con planes de contenciones cero en los que se están trabajando para limitar el uso de estos solo "cuando es imposible evitar de otra forma que los pacientes se hagan daño así mismos o a terceros”, explicaba a este medio Luis Gutiérrez Rojas, vocal de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (SEPSM) y autor de La belleza de vivir: todos los problemas tienen solución y Vivir más libre: elige una vida feliz.
La atención actual apuesta por actividades con las que entretener a los pacientes durante sus ingresos, pero la falta de personal encargado de animar a los pacientes es un obstáculo. En este contexto, todavía queda mucho camino para ofrecer una correcta atención de salud mental con la que dar respuesta a este derecho básico del ser humano. Una asistencia que para la Confederación de Salud Mental ha de basarse en las contenciones cero; en ambientes terapéuticos y tranquilizadores que promuevan relaciones de confianza, en limitar el uso de cámaras de vigilancia, eliminar las restricciones punitivas, facilitar la comunicación con seres queridos y posibilitar la higiene íntima.
También señalan la necesidad de evitar la medicación forzosa. "Se han de humanizar los tratamientos, con empatía y escucha activa, así como planes individualizados de atención y apoyo domiciliario y la participación de las personas en su propio tratamiento". Además, reclaman diseñar sistemas de apoyos individualizados e informar y fomentar la participación de los pacientes en la toma de las decisiones.