"El cáncer abre la puerta sin llamar, se sienta, se sirve una copa y se pone cómodo y a este invitado sólo se le echa a base de ganas y de creer que cuando le dé el último trago a su copa, tú habrás reunido más fuerzas que él". Así es como Cristina Inés Gil, una superviviente del cáncer conocida por sacar más de una sonrisa al día a sus más de 61.000 seguidores de instagram a través de su cuenta @mamasevaalaguerra, transmite positivismo y ganas de vivir. Además, se trata de una mamá huérfila, perdió a unas de sus hijas pequeñas como consecuencia de la misma enfermedad.
Ambas estuvieron juntas luchando contra el cáncer algunos meses, pero sólo Cristina pudo con él y este hecho le ha enseñado a vivir la vida como si cada día fuese el último. Un aprendizaje que ahora regala al mundo a través de las redes sociales y de su nuevo libro 'Felicidad… Cargando'.
Veintisiete años. Mi vida era normal, una madre con dos niñas, con su día a día, bueno, es verdad que a mi hija le habían diagnosticado cáncer cuatro meses antes, pero quitando eso, era totalmente una chica normal con sus sueños, con sus ganas de hacer cosas… Pero sí, mi vida muy normal.
¿Qué pretendes trasladar con la publicación de tu libro ‘Felicidad… Cargando’?
Pretendo trasladar lo que me ha enseñado a mí tener que pasar por todo esto. El aprendizaje de disfrutar del aquí y del ahora, darnos cuenta de la suerte que tenemos de simplemente poder estar viviendo, de aprovechar esto que se llama día y que tiene 24 horas y que está lleno de posibilidades y que a veces no nos damos cuenta hasta que la vida no te sacude. Es un poco eso… Siempre digo te regalo lo que yo he aprendido ahorrándote las bofetadas que me ha costado a mí aprenderlo, por decirlo de alguna manera.
Tu perfil de instagram @mamasevaalaguerra alcanza los 61.000 seguidores, ¿cómo lo has gestionado?
Siempre desde la parte más humana. El día que Cristina está enfadada con el mundo, que también se enfada, también reniega, así lo trasmite. El día que estoy feliz, te lo hago llegar, el día que no estoy tanto porque duele más, también te lo hago llegar, y cuando estoy enfadada y rabiosa también lo mismo.
Creo que es la parte humana 100%. No te pintaré un día de rosas cuando no lo siento así, y creo que es lo que ha hecho que acabe llegando, el que la gente se siente muy identificada porque un día nos levantamos muy bien y al otro pues no tanto y esto es el día a día y forma parte de nosotros y contarlo así tan abiertamente o con ese humor negro que también reconozco que me caracteriza es con lo que creo que la gente se ha sentido muy identificada.
Esta red social me ha hecho llegar a muchísima gente y me llegan mensajes preciosos de gente que me da las gracias incluso sin haber sufrido la enfermedad, simplemente por haberle hecho cambiar la visión de la vida o de su día a día y también a parte gente enferma que está pasando por ello y te piden un poco el cómo lo haces o cuál es tu manera de afrontarlo o cómo fue y en una conversación con ellos muy personal intento darles mi mejor consejo siempre real. Digo que esto duele, que esto es duro, que fácil no va a ser pero que hay que creer en nosotros. Tú también puedes ser esta persona valiente, simplemente tienes que creer que vas a poder con ello.
¿Cómo surgió la idea de escribir este libro?
La idea surgió un poco porque qué pena que se quedé ahí en una cuenta de instagram y que no pueda llegar a gente que también pueda necesitarlo y no tiene instagram. Nos hemos modernizado todos tanto que nos olvidamos un poco de lo que era antes coger un libro, sentarte y tomarte tu tiempo.
Y este libro la finalidad que tiene que esté detrás de aquellas personas que puedan necesitarlo o que les pueda servir de ayuda para coger un mal día y acordarse de esa página que decía venga, va, espabila, que tengo todo el día por delante. Es un poco eso que todo el mundo tenga la oportunidad de acabar leyendo lo que se hace un poco en esta cuenta y así llegar al alcance de todos y poner mi granito y ayudar a todo aquel que crea que le pueda servir de ayuda.
¿Cómo has vivido el proceso como paciente, como familiar y como superviviente?
Bueno… La verdad es que te sientes a veces un poco culpable porque el mismo que se ha llevado a tu padre y a tu hija, a ti te mantiene aquí, y la verdad es que al principio es como un poco agridulce y luego le dí la vuelta porque tengo la suerte de poder estar aquí, he podido digamos vencerle, por llamarlo de alguna manera, porque tampoco creo que haya vencidos ni vencedores. Pero le he dado la vuelta un poco de Cristina tú tienes la oportunidad, tienes un día a día por delante, tienes una vida que ellos por desgracia no han podido tener, el vivir por ellos pero siempre honrando su memoria y vivir un poco la vida por tres.
¿Qué consejo le darías a otra persona en tu misma situación?
Que se permita caer, llorar, sentir la rabia, la ira, la frustración, esa impotencia que sentí, pero que luego se levanten y acepten porque creo que hasta que no aceptamos que nos ha tocado pasar por esto no seremos capaces de empezar a convivir con ello y a poder afrontar este día a día tan duro que es convivir con el cáncer.
Pero, sobre todo, hay que permitir las fases por las que pasamos que al final la más importante es la de aceptación porque preguntarse por qué a mí, no creo que lleve muy lejos… Es coger el toro por los cuernos a por la solución y actitud, mucha actitud y muchas ganas, porque a pesar de lo duro que es, vale la pena levantarse y seguir sin duda, siempre.
Y por último, ¿qué les dirías a los familiares de niños con cáncer?
Que sumen cada segundo. Realmente creo que los padres de pacientes con cáncer me dirían exactamente lo mismo a mí… Cuando te encuentras en esta situación es que ya te sale, pero que sumen segundos con ellos, que sumen vida.
En mi caso, me tocó soltar, tuve que aprender a decir adiós, sin cuestionarlo, ni imaginármelo jamás… Yo creía que de esta también saldríamos, pero es verdad que soltar también me dio paz, porque cuando has visto sufrir tanto a alguien que quieres, al fin y al cabo nadie quiere ver sufrir a sus hijos, y me dio paz. Es lo único con lo que yo me puedo quedar, el dejar de ver sufrir a una hija. La voy a llorar todos los días de mi vida.
Y a los familiares les diría que mucho amor, mucho cariño, mucha paciencia que de sobra sé que la tienen porque he convivido con muchísimas familias que acaban siendo excepcionales y tan especiales, que siempre digo que si hubiera una familia como la que hay en la planta de oncología pediátrica repartida por el mundo, el mundo sería muchísimo mejor sin duda.