El cambio climático es un hecho. En los últimos años el mundo ha sido testigo de un aceleramiento de los fenómenos climatológicos extremoscuyas consecuencias para la salud son innegables. La Organización Mundial de la Salud (OMS) prevé que entre 2030 y 2050 el cambio climático será el responsable de alrededor de 250.000 muertes adicionales cada año debido a problemas como la malnutrición, la malaria, la diarrea o el estrés térmico. A pesar de que nos enfrentamos a un problema de consecuencias globales y al que la ciencia ya comienza a señalar como el responsable de la próxima pandemia a la que la humanidad tendrá que hacer frente, son los países con medios y bajos ingresos los que se encuentran menos capacitados a la hora de prepararse y responder a sus consecuencias.
Este 24 de octubre se celebra el Día Internacional contra el Cambio Climático. Una fecha de vital importancia en la que es necesario recordar una de las premisas más repetidas por la OMS en los últimos años: “El cambio climático es la mayor amenaza para la salud a la que se enfrenta la humanidad”. La crisis climática que estamos viviendo amenaza con acabar con los avances logrados en los últimos 50 años en materia de desarrollo, salud global y reducción de la pobreza, así como aumentar aún más las desigualdades sanitarias que ya existen entre las poblaciones.
Cuando pensamos en cómo el cambio climático afecta a la salud, lo cierto es que nuestra visión debe ir mucho más allá del preocupante problema de la contaminación. Las muertes y enfermedades provocadas por los cada vez más frecuentes fenómenos climatológicos extremos alteran los sistemas alimentarios, favorecen el aumento de las zoonosis y las enfermedades transmitidas por alimentos, agua y vectores. “El cambio climático está socavando muchos de los determinantes sociales de la buena salud, como los medios de subsistencia, la igualdad, el acceso a la atención de la salud y las estructuras de apoyo social. Estos riesgos para la salud sensibles al clima afectan de forma desproporcionada a las personas más vulnerables y desfavorecidas”, advierte la OMS.
Y es que precisamente, a corto plazo, los efectos del cambio climático sobre la salud se producirán, principalmente, en las poblaciones más vulnerables. A largo plazo, todo dependerá de las medidas que se adopten ahora para minimizar los riesgos y buscar soluciones efectivas para reducir las emisiones y evitar que se alcancen umbrales de temperatura peligrosos y llegar a puntos de inflexión que ya sean irreversibles.
"La crisis climática es una crisis de salud. Las mismas opciones insostenibles que deterioran nuestro planeta están provocando la muerte de seres humanos. Necesitamos soluciones transformadoras para desenganchar al mundo de su adicción a los combustibles fósiles"
El reto al que nos enfrentamos es mayúsculo. La OMS advierte de que el 99% de las personas respiran aire insalubre que procede, fundamentalmente, de la quema de combustibles fósiles. Esta actividad genera emisiones de efecto invernadero que aumentan la temperatura media del planeta con consecuencias catastróficas en múltiples aspectos. El calentamiento global está provocando una mayor y más rápida propagación de las enfermedades transmitidas por vectores. Los fenómenos climatológicos extremos, la pérdida de biodiversidad, la degradación del suelo y la escasez de agua están provocando un aumento de los desplazamientos poblacionales con importantes y negativos efectos negativos para la salud.
“La crisis climática es una crisis de salud. Las mismas opciones insostenibles que deterioran nuestro planeta están provocando la muerte de seres humanos. Necesitamos soluciones transformadoras para desenganchar al mundo de su adicción a los combustibles fósiles, reimaginar economías y sociedades centradas en el bienestar y salvaguardar la salud del planeta, del que depende la salud humana”, declaraba el director general de la OMS, el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, el pasado Día Mundial de la Salud.
La OMS ha estimado que el coste de los daños director para la salud, excluyendo los costes en los sectores determinantes para la salud como la agricultura, el agua o el saneamiento, será de entre 2.000 y 4.000 millones de dólares cada año hasta 2030.
Evitar este funesto horizonte requiere de una acción global coordinada por todos los países. La reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero es un primer paso fundamental. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la OMS (IPCC, por sus siglas en inglés) señala que, para evitar impactos sanitarios catastróficos y prevenir millones de muertes relacionadas con el cambio climático, el mundo debería limitar el aumento de la temperatura media del planeta a 1,5 °C.
En este sentido, cabe señalar que las emisiones que se han generado en el pasado ya han hecho inevitable un cierto nivel del aumento de la temperatura global y algunos cambios sobre el clima. Incluso si se cumple con el objetivo señalado, este no está exento de riesgos ya que cada décima de grado adicional al calentamiento global puede traducirse en un grave impacto para la salud y la vida de millones de personas.