Miles de millones de neuronas y billones de sinapsis. Eso es lo que conforma el cerebro humano, una serie de conexiones que conforman una distancia capaz de dar cuatro vueltas seguidas a la tierra. Es el órgano más complejo que conforma nuestro cuerpo, gracias al cual podemos sentir, respirar comer o incluso contar con un sistema lingüístico que permite pensar, leer, escribir y “plantear una infinidad de escenarios posibles”, explica a este medio el Dr. Saúl Martínez-Horta, neuropsicólogo del servicio de Neurología del Hospital de la Santa Creu y Sant Pau de Barcelona.
Poco a poco el misterio del cerebro se va desentrañando. Con cautela se van avanzando en las verdades que conforma este órgano y entre ellas en lo que produce la infinidad de desórdenes neurológicos que puede padecer el ser humano: demencia, epilepsia, enfermedad de Párkinson, enfermedad de Huntington… Se sabe que la acumulación de la proteína beta amiloide es un mecanismo implicado en el deterioro producido por la enfermedad de Alzheimer o de Parkinson, pero no se conoce la causa primaria.
“Es una de las grandes frustraciones que tenemos. Hemos avanzado mucho en el diagnóstico y en el fenotipado, clasificamos mejor y conocemos muy bien qué cosas suceden en el cerebro, dónde suceden y cómo suceden, pero no podemos curarlos porque no tenemos la causa primaria”, indica el Dr. Martínez-Horta. Y esta es una situación devastadora.
"En los procesos neurológicos hay mucho desconocimiento, quizá por el pavor que dan los síntomas, porque se asocia con los mayores o porque se confunde todavía con locura”
Cuando un paciente se enfrenta a un diagnóstico de una enfermedad que le impedirá seguir siendo como es el terror le asola, porque el cerebro es lo que nos define. Pacientes de Corea de Huntington o con alzhéimer se enfrentan al nombre de esta enfermedad sabiendo perfectamente cuál será su camino, porque lo ha visto en sus padres. Sabrán que dejarán de controlar sus movimientos, su habla, su pensamiento, y el sufrimiento que generarán a las personas de su alrededor. “Pero hay un momento en la vida de las personas que se enfrentan a un diagnóstico que después de convivir con un escenario complejo y no saber por qué está sucediendo eso, aunque no hay cura, el poder acompañar y saber el nombre es positivo y bueno para digerir esta situación”.
Si apartamos, dificultosamente, la parte humana, devastadora y con un impacto psicológico brutal que suponen una de estas enfermedades sin cura y que privan de la esencia a la persona, el ver cómo en el cerebro aparecen esos procesos tiene algo de fascinante. “Descifrar el funcionamiento del cerebro es para mí un trabajo que hago con mucha curiosidad, es un reto entenderlo”.
“El problema es que hemos fracasado a la hora de llegar al público general. Mientras que ha habido mucha educación en campañas de prevención en el cáncer de mama o el de piel, en los procesos neurológicos hay mucho desconocimiento, quizá por el pavor que dan los síntomas, porque se asocia con los mayores o porque se confunde todavía con locura”. Es por ello que el Dr. Martínez-Horta intenta hacer llegar de una forma llana estos fenómenos, con diagnósticos en los que refleja los síntomas y los elementos que atender, en su cuenta de Twitter. “Es esencial normalizar la enfermedades, con una comunicación llana y aprender a reconocer los síntomas para, al notarlos, acudir al médico, como haríamos con unas manchas en la piel o un bulto en el pecho”.
Pero no solo es importante reconocer la enfermedad, sino también prevenirla. Más de 50 millones de personas en el mundo padecerán demencia o enfermedad de Alzheimer. De ellos, el 40% de los casos sería prevenible llevando a cabo hábitos de vida saludables, tal y como recoge la Sociedad Española de Neurología (SEN). No solo ocurre con las demencias, también con la epilepsia, que padecen más de 50 millones de personas en todo el mundo, y que en al menos un tercio de los casos podrían ser evitables, o en el caso del ictus,15 millones de personas sufren un ictus cada año y entre un 80-90% de los casos serían prevenibles.
“La naturaleza nos ha enseñado que los individuos que han potenciado durante su vida su reserva cerebral son más capaces de lidiar con el daño de estas enfermedades. No hablo de estudiar 14 carreras, es realizar procesos estimulantes que enriquecen los procesos cognitivos”. Pero también son los hábitos saludables como hacer ejercicio, tener una dieta saludable, no fumar los que ayudan a evitar estas enfermedades o frenar su curso.
¿ESTÁ EL CEREBRO PREPARADO PARA VIVIR TANTO TIEMPO?
Los procesos neurológicos están en aumento, principalmente los neurodegenerativos. Asociados principalmente con la edad, se espera que los casos de demencia y de alzhéimer se conviertan en una pandemia para 2050. Aunque lo cierto es que, tal y como recuerdan las asociaciones de pacientes, esta pandemia silenciosa ya está presente en la sociedad. Solo en España, se estima que afectan a alrededor de 1,2 millones de personas, una de cada 10 personas de más de 65 años y un tercio de los mayores de 85.
"Hay que aprender a cuidarnos mejor e incorporar hábitos saludables en nuestras vidas, pero esta herramienta a día de hoy es muy limitada ante el escenario que tenemos"
Los hábitos saludables y las medidas de prevención frenarán la evolución de estas enfermedades y mejorarán el pronóstico cuando lleguen, pero seguimos desconociendo las causas de estas enfermedades. Se asocian con la edad, pero en sí misma esta no es la causa. “El ser humano ha sido capaz de desarrollar técnicas y tratamientos para prevenir la muerte en enfermedades que antes eran fatales y ha sido capaz de alargar la vida. En este punto es cuando hemos visto el aumentos de estas enfermedades, por lo que yo creo que nos tenemos que hacer un pregunta: ‘¿El cerebro evolucionó al mismo tiempo que el cuerpo para vivir tanto tiempo’”.
La respuesta todavía no ha sido hallada, pero posiblemente sea que no, no está preparado para vivir tanto tiempo. “De ahí que las enfermedades neurodegenerativas sean más prevalentes y nos presenten un escenario catastrófico, con un aumento de casos en cifras pandémicas y un impacto social, económico y sanitario brutal”. Y para enfrentarlo solo tenemos, por el momento, la prevención. “Hay que ser realistas, hay que aprender a cuidarnos mejor e incorporar hábitos saludables en nuestras vidas, pero esta herramienta a día de hoy es muy limitada ante el escenario que tenemos. Hay que ser realista, estamos luchando con un cazamariposas contra un dinosaurio, mientras no demos con tratamientos efectivos para parar estas enfermedades va a ser muy complicado”.
Y lo conseguiremos. Hemos avanzado mucho, tenemos diagnósticos rápido y fiables de enfermedades neurológicas, avanzamos en tratamientos que incluso pueden frenar la evolución de estas patologías y buscamos una cura para ellos. El cerebro, sus implicaciones en la definición de la persona y en su salud, está cada vez más desentrañado. Su conocimiento está ayudando a enfrentar una situación que en un futuro será catastrófico. Pero el cerebro sigue manteniendo su complejidad, seguimos sin tener respuesta a miles de situaciones que se producen, a miles de preguntas que gracias al mismo cerebro somos capaces de formular.
-¿Conseguiremos algún día desentrañar todos sus misterios?
-No estoy del todo convencido. Hay una idea que me gusta bastante, y es que una de las propiedades que emergen de la complejidad neuronal del ser humano es un sistema lingüístico que le permite plantear una infinidad de escenarios posibles. El lenguaje es un código con una infinidad de preguntas y de ideas, pero posiblemente no esté capacitado para dar respuestas a esas preguntas. Por ese motivo y las limitaciones tecnológicas actuales, tengo la impresión de que alcanzar un conocimiento profundo está muy lejos. Esto no significa que no se haya aprendido nada o que sea algo misterioso. Sé con toda seguridad que sabemos muchísimas cosas sobre el cerebro y seguimos aprendiendo.