“Me lo diagnosticaron en diciembre, al mes me hicieron la cirugía. Mi médico no se atrevía a decirme que en mi caso lo mejor era quitar la mama entera, pero le dije que prefería vivir aunque fuera sin un pecho”. Carmen Galán tenía 51 años cuando le diagnosticaron cáncer de mama. Ahora, once años después, tiene las mismas probabilidades que cualquier mujer de su edad para tener cáncer.
Elcáncer de mamaes el tumor más frecuente en España, en 2020 se diagnosticaron 34.088 nuevos casos de cáncer de mama en España. Dentro de los tipos de cáncer de seno los más comunes son el carcinoma ductal invasivo o infiltrante, carcinoma lobulillar invasivo o infiltrante, y carcinoma ductal “in situ” o carcinoma intraductal. Este último tipo es el que le diagnosticaron a Carmen, un tumor que afecta a las células del conducto de leche pero no se propaga al tejido mamario circundante ni a los ganglios.
“Yo siempre he tenido una mastopatía fibroquística y me hacía revisiones cada seis meses. En la última revisión había tres nódulos diferentes, los biopsiaron aunque aparentemente eran buenos. Pero no, era un carcinoma intraductal de alto grado con necrosis y calcificación”, cuenta a este medio por teléfono.
“Me quitaron el pecho y varios ganglios. Me hicieron pruebas para ver si tenía metástasis en los huesos, que es donde se suele dar con este cáncer o ganglios infectados. No tenía nada de ello, así que no tuve que hacer ningún tratamiento”
La mastopatía fibroquística es una patología benigna caracterizada por cambios en el tejido mamario, como puede ser alteraciones en la consistencia de la mama, dolor cíclico y formación de fibrosis y quistes. Desde antes de los 40 años Carmen se realizaba cribados a través de mamografías cada seis meses por los nódulos que se le formaban en el pecho. “Mi madre también lo tenía, pero es algo normal, común y benigno, y no tuvo que ver con el cáncer. Pero gracias a los cribados que me hacía tan frecuentemente se encontró el cáncer en una fase inicial”.
Con el diagnóstico recibió el apoyo de toda su familia. “Me quitaron el pecho y varios ganglios. Me hicieron pruebas para ver si tenía metástasis en los huesos, que es donde se suele dar con este cáncer o ganglios infectados. No tenía nada de ello, así que no tuve que hacer ningún tratamiento”. El cáncer de mama tiene una supervivencia mayor del 80%, actualmente los casos metastásicos son los que mayor mortalidad tienen.
UN AÑO SIN PECHO
La mastectomía es un proceso que no es sencillo. Según diferentes estudios, la imagen que genera en el cuerpo de la mujer el verse de repente sin un pecho, en algunos casos sin saber que sería así, tiene un impacto psicológico que cuesta recuperar a veces cuatro años, aunque se haga la reconstrucción inmediata, la diferida o nunca se reconstruya el seno.
“Cuando me quitaron el pecho, salí del quirófano y cuando me pude levantar lo primero que hice es mirarme al espejo”, narra Carmen. “Me dije a mí misma que esto es lo que hay y ya está. Nací con los ojos azules y ahora no tenía un pecho y ya está”. El cirujano le aconsejó esperar a la reconstrucción por si no evolucionaba como esperaban y tuvieran que hacer un tratamiento de radioterapia, en cuyo caso tendrían que quitar la prótesis.
“Decidí que era lo mejor y esperé un año. Durante ese tiempo no tuve problema, lo único que la prótesis que llevas, principalmente para evitar que haya distinto peso a cada lado de la espalda, es un poco incómoda”. Según cuenta por dentro del sujetador llevaba una prótesis que pesaba lo que era “molesto”. Además, “cuando hace calor te raspa la cicatriz, pero era lo único que había”, detalla.
Cuando le hicieron la reconstrucción eligió por su espalda una prótesis más pequeña que el tamaño de su otro seno, por lo que al mismo tiempo que le pusieron la prótesis le realizaron una reducción de pecho. “Yo tenía una 105, no era excesivamente mucho, pero claro después de cuatro hijos tenía el pecho muy grande. Así que elegí una prótesis más pequeña”. En la reconstrucción eligió que no le pusieran pezón.“La realidad era la que era, yo en ese momento estaba separada y elegí que el que me amara lo tenía que hacer independientemente de ello”.
Diez años después de todo ello lo único que tiene son dos bultitos en la axila desde hace dos años. “En principio no es nada, pero los médicos no me dan el alta y tengo que acudir cada seis meses para hacer pruebas”. Sabiendo que “como el tumor no salió de los ganglios, lo normal es que no tenga por qué tener más cáncer y tengo la misma probabilidad que otras mujeres de mi edad de tener cáncer debido a lo que yo tuve”. De la experiencia se queda con el amor y el apoyo que recibió de sus hermanos, “que fueron mis columnas”, y con sus hijos desde entonces “creo que tenemos mejor relación todavía que antes del cáncer, nos unió mucho”.