Hoy, 30 de noviembre, se celebra el Día de la lucha contra los trastornos de la conducta alimentaria. Más conocidos por sus siglas, los TCA están relacionados con la alimentación y el descontento con la imagen corporal, aunque en estas enfermedades influyen otra gran cantidad de factores. La anorexia nerviosa y la bulimia, son las caras más visibles de estos trastornos: la primera, consiste en dejar de comer; la segunda, en provocarse el vómito o purgarse. Ambas, afectan principalmente a niñas y mujeres jóvenes y podrían verse favorecidas por las redes sociales.
Y es que las redes sociales favorecen la hiperexposición a determinados contenidos. Es habitual hablar de los “algoritmos” y lo bien que nos conocen. Ver un vídeo o hacer click en una foto, “enseña” al algoritmo que eso es lo que nos gusta y por lo tanto, tiene que mostrarnos más sobre ello. Esta sobreexposición a determinados contenidos, puede ser el desencadentante o agravante de un trastorno de la conducta alimentaria.
La psicóloga clínica y miembro de la Asociación Nacional de Psicólogos Clínicos y Residentes (anPIR), Irene de la Vega, explica para ConSalud.es que “las redes sociales nos venden que adelgazar es fácil y deseable, que si no adelgazas es porque no quieres y también venden imágenes de cuerpos inalcanzables, irreales y muchas veces retocados”. Perseguir y tratar de alcanzar este ideal de perfección, puede convertirse en una obsesión para algunas personas.
“Un cuerpo delgado o una foto nunca es la causa de un trastorno, eso sería demonizar a las personas con cierto cuerpo. Los TCA son trastornos extremadamente complejos y multicausales”
Asimismo, las redes sociales se constituyen a veces como un canalizador de odio. Este medio ya se ha hecho eco de las amenazas que reciben los sanitarios a través de las redes sociales, aunque no solo ellos son la diana de las críticas. Recientemente, la influencer y enfermera Madame de Rosa subía un vídeo rota emocionalmente en el que lamentaba los insultos y críticas recibidas solo por haber publicado una foto en la que mostraba su cuerpo, delgado por naturaleza. “Qué asco, saco de huesos, tienes que comer más”, eran algunos de los comentarios en la foto, muchos escondidos detrás del anonimato.
En el post, había incluso quienes aseguraban que estaba incitando y favoreciendo los trastornos de la conducta alimentaria. Sin embargo, esta afirmación no puede estar más lejos de la realidad para los expertos. “Un cuerpo delgado o una foto nunca es la causa de un trastorno, eso sería demonizar a las personas con cierto cuerpo. Los TCA son trastornos extremadamente complejos y multicausales”, explica de la Vega para este medio.
En este sentido, la miembro de anPIR hace un llamamiento a la reflexión: “El cuerpo de las mujeres siempre está siendo juzgado de una forma muy dura y se pone en valor su físico, como si fuese su valor principal. Puedes ser cualquier cosa, pero sobre todo, tienes que tener un cuerpo de una determinada forma y si te pasas por debajo o por encima, ya está mal”. La presión estética que afecta principalmente a las mujeres, explicaría por qué 9 de cada 10 casos de TCA los registran ellas y no ellos.
Con todo, esta solo es una cara de la moneda de las redes sociales. Y es que a través de internet han surgido movimientos como el ‘body positive’, que promueven el bienestar y la salud, independientemente de la talla y el tipo de cuerpo. Bajo este lema, se han viralizado vídeos de chicas con cuerpos normativos mostrando que, aunque en fotos no lo parezca, también tienen celulitis, estrías, rollitos y marcas en su cuerpo. Un paso más para normalizar que no todo lo que vemos en redes sociales es real.
Hay muchas que encuentran redes de ayuda en Internet y les sirven” durante el proceso de recuperación de su enfermedad
Las redes sociales también han servido para visibilizar el sufrimiento de las personas con TCA. En plataformas como TikTok, es común ver vídeos de chicas adolescentes diagnosticadas con TCA mostrando su rutina y cómo se enfrentan cada día a su enfermedad, comiendo alimentos que les dan “miedo”, luchando por reconciliarse con la imagen en el espejo o animando a otras pacientes en su proceso de recuperación. En estos testimonios, algunas pacientes pueden encontrar una suerte de refugio y apoyo.
Lamentablemente, “todo este tema, si ha tenido algún impacto, ha sido muy residual”, asegura la psicóloga clínica. “Todavía es algo que tenemos que trabajar como sociedad, porque estos movimientos que están emergiendo ahora todavía son muy suaves para que realmente notemos un efecto protector”.
Y es que las redes sociales, “pueden llegar a convertirse, como todo, en una conducta que nos hace daño”. Tanto es así, que muchas de las pacientes que han pasado por su consulta reconocen dedicar demasiado tiempo a Internet. A veces, son ellas mismas las que dicen que cerraron sus perfiles en Instagram o TikTok, “porque les hacía daño”. Es ahí, cuando se convierte en un problema y se recomienda dejar las redes durante un tiempo. Sin embargo, “hay muchas que encuentran redes de ayuda en Internet y les sirven” durante el proceso de recuperación de su enfermedad. Como experta, Irene de la Vega apuesta por no demonizar ni cerrar las redes sociales, sino analizar la situación de cada paciente de manera individual.