Numerosos estudios, expertos y organizaciones médicas de todo el mundo aseguran que la lactancia materna es buena tanto para la madre para el bebé. Lo cierto es que la leche materna es el mejor alimento para los primeros meses de vida del pequeño porque cubre las necesidades nutricionales del niño para su adecuado crecimiento y desarrollo físico.
Según la doctora Marta Castell Miñana, pediatra de Atención Primaria y miembro del área de Lactancia Materna del Comité de Nutrición y Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría (CNYLM-AEP), “cada vez se conoce más que la lactancia materna es un alimento funcional porque tiene muchas más funciones que la nutritiva. Sigue siendo el alimento de oro por el que se basan las grandes empresas para intentar imitar la fórmula y que sea perfecta para aquellas madres que no pueden dar el pecho a su bebé”.
Si se convertido en el mejor alimento para el lactante durante los primeros meses de vida es porque cubre las necesidades nutricionales para su adecuado crecimiento y desarrollo físico y desde el punto de vista emocional le asegura el establecimiento de un buen vínculo madre-hijo y una adecuada relación de apego seguro con su madre, ambos esenciales para un correcto desarrollo como persona independiente y segura.
"La lactancia materna previene enfermedades a largo plazo tanto para la madre como para el niño"
Es más, la superioridad de la leche materna viene determinada especialmente por su composición, que se adapta a las necesidades del lactante y “varía a lo largo de la lactancia, a lo largo del día, e incluso a lo largo de cada toma según el estado anímico de la madre y de lo que se alimente. Este tipo de lactancia es beneficiosa por la cantidad de hidratos de carbono que contiene y por la cantidad óptima de proteínas y sales minerales. Además, cada vez se conocen más funciones de interacción, que es lo que se llama biomio madre-hijo”, explica la Dra. Castell.
Parte de los efectos beneficiosos que la lactancia materna ejerce sobre el desarrollo psicomotor del bebé no están relacionados directamente con la composición de la leche, sino con el acto de amamantar que conlleva una proximidad y contacto estrecho y frecuente madre-hijo: el intercambio de miradas, el bebé se siente abrazado, la succión directa del pecho materno que provoca en la madre la síntesis de hormonas como la oxitocina y la prolactina, todo lo cual establece un vínculo especial que se traduce en niños más equilibrados psicológicamente y con menos problemas de conducta, hiperactividad, depresión y ansiedad, incluso en la adolescencia.
Asimismo, hay mucho más allá que la función nutritiva o la función de apego. También está la función inmunitaria, de interrelación de la microbiota y a nivel de desarrollo neurológicos. “La lactancia materna previene enfermedades a largo plazo tanto para la madre como para el niño. Últimamente se está haciendo mucho hincapié en cómo esta alimentación durante los primeros seis meses, puede influir en cómo se conforma nuestra microbiota que ahora tiene un papel tan importante para la prevención de las enfermedades no trasmisibles”, asegura la especialista.
"Sigue sin haber una baja maternal real de los meses que son necesarios y no hay horarios de conciliación para continuar con la lactancia materna"
Concretamente, los pediatras señalan un mayor riesgo de numerosos problemas de salud en los niños no alimentados con leche materna, entre los que cabe resaltar un mayor riesgo de muerte súbita del lactante y de muerte durante el primer año de vida, así como de padecer infecciones gastrointestinales, respiratorias y urinarias y de que estas sean más graves y ocasionen ingresos hospitalarios. A largo plazo los niños no amamantados padecen con más frecuencia dermatitis atópica, alergia, asma, enfermedad celíaca, enfermedad inflamatoria intestinal, obesidad, Diabetes Mellitus, esclerosis múltiple y cáncer. Respecto a los efectos a corto plazo, previene enfermedades respiratorias y digestivas durante la primera infancia cuando se mantiene la lactancia materna.
Por otro lado, en las madres aumenta el riesgo de padecer hemorragia postparto, fractura de columna y de cadera en la edad postmenopáusica, cáncer de ovario, cáncer de útero, artritis reumatoide, enfermedad cardiovascular, hipertensión, ansiedad y depresión.
SIN POLÍTICAS DE CONCILIACIÓN REALES
Está claro que la lactancia materna siempre juega a favor de la salud. Sn embargo, no queda claro hasta cuándo es necesario realizar esta lactancia. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Academia Americana de Pediatría (AAP), el Comité de Lactancia de la Asociación Española de Pediatría recomienda la alimentación exclusiva al pecho durante los primeros 6 meses de vida del niño y continuar con el amamantamiento junto con otros alimentos que complementen la alimentación hasta los 2 años o más, mientras madre e hijo lo deseen.
Aun así, la Dra. Castell denuncia que esto no se llega a cumplir porque no hay políticas de conciliación reales. “Hay muchas medidas que se instauran pero siguen sin haber políticas que garanticen la lactancia materna durante los primeros meses. A pesar de la baja laboral de los padres, sigue sin haber una baja maternal real de los meses que son necesarios y no hay horarios de conciliación para continuar con la lactancia materna y esto es algo que lo dificulta. Hoy en día esto hace que en las consultas vengan madres que no siguen la lactancia materna más allá de los cuatro o seis meses”.